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De acusado a acusador

Con una audaz defensa Slobodan Milosevic intenta poner en entredicho la equidad del juicio al que se le somete., 49658

26 de febrero de 2002

Si algo ha caracterizado la defensa de Slobodan Milosevic en el juicio que se le sigue en La Haya es la audacia. Quienes pensaban que el ex hombre fuerte de Yugoslavia se iba a resistir a dar la pelea en el Tribunal que lo acusa de 66 crímenes de guerra ocurridos en Kosovo, Croacia y Bosnia, que lo pueden llevar a una condena de cadena perpetua, estaban equivocados. Más que una defensa legal el ex mandatario emprendió una defensa política para mostrar que su país padecía la crueldad de Occidente y que su propio papel había sido el de defensor de los serbios.

El ex líder también se encargó de poner sobre el tapete hechos bochornosos para la Otan, tales como el bombardeo de un sanatorio o de áreas residenciales donde murieron niños. Además, según Milosevic, las potencias occidentales desempeñaron un papel que, lejos de mitigar el conflicto, terminó exacerbándolo.

Al desconocer el Tribunal, Milosevic destacó que la opinión pública mundial lo absolverá. “La verdad está de mi lado. Es por eso que me siento superior acá, el vencedor moral. El públicó hablará. Ellos son el jurado. Este Tribunal no tiene uno”. Milosevic fue más lejos. Solicitó como testigos a los líderes occidentales que ordenaron los operativos militares. La lista incluye a Bill Clinton, Madeleine Albright, Jacques Chirac, Tony Blair, Gerhard Schroeder y hasta el secretario general de las Naciones Unidas, Koffi Anan.

Como explicó a SEMANA Jon Silverman, editor de temas jurídicos de la BBC, “el Tribunal tendrá que examinar la relevancia que tiene cada uno de esos nombres para la defensa. Si encuentra que su testimonio es trascendente se autorizaría su llamado para que declaren”. Aún así Milosevic tendría que persuadirlos de que asistan, lo cual no ocurrirá, por lo que sería el propio Tribunal el que solicitaría su presencia. Hipótesis improbable desde el aspecto político, pues implicaría poner a los líderes de las naciones más poderosas que, por lo demás, sufragan los costos del Tribunal, en la picota pública.Pero esa ausencia conspiraría contra la credibilidad del juicio.“Lo que sí puede suceder es que oiga la declaración de funcionarios de menor rango”, señaló Silverman.

El ex líder serbio, abogado de profesión, ha aplicado también la táctica de desvirtuar la credibilidad de los testigos de la acusación. Tal fue el caso de Mahmut Bakalli, antiguo dirigente comunista de Kosovo. Bakalli señaló a Milosevic como el responsable de una política de persecución hacia los musulmanes. Pero el acusado logró hacerlo caer, durante cuatro implacables horas, en constantes imprecisiones. Milosevic acusó a Bakalli de complicidad con actividades ilegales de las guerrillas albanesas, tales como tráfico de armas y de drogas.

Como escribió El País de Madrid, Bakalli “resopló cuando el juez Richard May le dijo: 'Puede marcharse, está libre'. Debió sentir como el final de una pesadilla y dejó en entredicho la habilidad de la fiscal Carla del Ponte, que tal vez podía haber escogido un testigo más impactante en el estreno de los testimonios”.

En un juicio que va a durar dos años, y en el que participarán unos 300 testigos, son muchas las preguntas que hay por delante. Pero de lo que sí no cabe duda es que Slobodan Milosevic va a seguir dando de qué hablar.