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Mohamed Bouazizi se convirtió en el mártir de la ‘Primavera árabe’.

BALANCE

De la 'primavera' al verano

Han pasado seis meses desde que empezaron las revueltas en el mundo árabe y todavía hay más preguntas que respuestas sobre el futuro de la revolución.

18 de junio de 2011

El 17 de diciembre pasado, Mohamed Bouazizi decidió inmolarse en la localidad tunecina de Sidi Bouzid, para protestar contra los abusos del poder. Nunca se imaginó que su muerte desencadenaría una trascendental ola de cambios en su país y en toda la región. El viernes de la semana pasada, su gesto cumplió seis meses, periodo conocido como la ‘Primavera árabe’, durante el cual algunos países se han acercado a la democracia, otros están en una virtual guerra civil y unos más han tratado de calmar los ánimos con reformas más o menos tibias.

La opinión de Louisa Dris-Aït-Hamadouche, profesora asistente de la Universidad de Argelia, parece resumir la incertidumbre que domina al mundo árabe. La analista le dijo a SEMANA que después de seis meses, “el balance es ambiguo. Por un lado, Túnez impulsó al mundo árabe hacia un paso histórico: destruyó el autoritarismo político clásico, rompió el círculo de poder hereditario y quebró la pared del miedo. Pero estas revueltas también han tenido un impacto negativo. El miedo a las guerras civiles y la hipocresía de la comunidad internacional están dificultando la actuación de los movimientos democráticos”.
 
Túnez, ¿un modelo?
 
Por tratarse del primer país que se rebeló, el proceso de transición en Túnez tendrá un impacto directo en el resto de la región. Desde el 14 de enero, cuando Zine el-Abidine Ben Ali huyó del país, han pasado muchas cosas. Mohamed Ghanouchi fue nombrado primer ministro, pero tuvo que renunciar por su cercanía con el exdictador, quien será juzgado por un tribunal militar. Lo reemplazó Beji Caid Essebsi. Su prioridad ha sido restablecer la seguridad para garantizar un proceso electoral legítimo. Pero las cosas no han sido fáciles. Los grupos políticos que surgieron después de las revueltas pidieron postergar por tres meses las elecciones para Asamblea Constituyente, que estaban programadas para el 24 de julio. Esta decisión fue vista por el grupo islamista Ennahda, una organización fuerte y consolidada que alega la necesidad de estabilizar el país, como un esfuerzo por impedirle llegar al poder.

Finalmente, el primer ministro anunció que las elecciones se realizarán el 23 de octubre. La Asamblea que surja de ese proceso redactará una nueva Carta y un plan para realizar elecciones legislativas y presidenciales y para decidir si se adopta un régimen parlamentario o presidencialista. Aun con el temor de que los islamistas accedan al poder, con 92 partidos políticos y 88 periódicos nuevos hay un soplo democrático innegable.
 
Egipto, hacia la unidad nacional
 
Hosni Mubarak tuvo que renunciar a la Presidencia de Egipto el 11 de febrero y ahora está enfrentado a la justicia. Desde ese momento, el poder ha estado en manos de una junta militar liderada por Mohamed Hussein Tantaui. El país celebrará elecciones parlamentarias en septiembre y uno o dos meses después los egipcios volverán a las urnas para escoger a su nuevo presidente. Aunque todavía no hay fechas específicas, el proceso para establecer una democracia parece ir por buen camino.

La semana pasada, los principales partidos políticos de Egipto crearon una coalición para presentar una lista unificada y formar un gobierno de unidad nacional. Dentro de los 13 partidos que firmaron el acuerdo se encuentran el de los Hermanos Musulmanes y el de Mohamed el-Baradei, quien anunció que no será candidato presidencial pues considera que el próximo mandatario debe tener entre 40 y 50 años para poder “afrontar con energía la etapa reformista del país”. Los cambios programados incluyen una nueva Constitución, que será redactada una vez se elija el Parlamento y será sometida a un referendo.
 
Yemen, en el limbo
 
La incertidumbre ronda a Yemen desde el viernes 3 de junio, cuando Alí Abdalá Saleh resultó gravemente herido durante un ataque al palacio presidencial y tuvo que ser trasladado a Arabia Saudita para recibir tratamiento médico. Desde ese momento, Yemen ha vivido bajo un frágil cese al fuego, que amenaza con romperse en cualquier momento.
El Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) ha tratado de reanudar su liderazgo para impulsar un acuerdo entre el gobierno y los opositores, pero hay demasiada resistencia de lado y lado. La oposición espera iniciar un proceso de transición antes de que Saleh regrese, pero el mandatario aseguró que ya se está recuperando y que piensa volver en los próximos días. La principal amenaza es que Al Qaeda, que tiene una fuerte presencia en ese país, termine por aprovechar el vacío de poder.
 
Libia, atrapada en la guerra civil
 
La intervención de la comunidad internacional en Libia ya cumplió tres meses y aún no hay claridad sobre el futuro de ese país. Muamar Gadafi sigue aferrado al poder y no cesa los ataques contra los rebeldes. El dictador, que ya perdió a un hijo y a tres nietos en uno de los bombardeos de los aliados, reafirmó la semana pasada que no tiene ninguna intención de abandonar el país.

Los rebeldes, por su parte, siguen buscando el reconocimiento internacional. La Unión Europea ya les dio el respaldo explícito y Estados Unidos les permitió abrir una delegación en Washington. Aunque la guerra civil ya se tomó el país, la Unión Africana sigue contando con que haya una solución política y pacífica al conflicto. Pero en Libia, más que en ningún otro país del área, la incertidumbre por el futuro es más grande.
 
Siria, la represión brutal
 
El gobierno de Bashar al-Assad está tan desesperado por no perder el control que ha incrementado la represión contra la población civil. La ONU publicó un informe en el que revela que desde que empezaron las protestas, 1.100 personas han muerto y 10.000 han sido detenidas arbitrariamente. Además, miles de ciudadanos han tenido que refugiarse en Turquía.

La dictadura se ve cada vez más débil, pero su negativa a abandonar el poder hace que aumenten los temores de una guerra civil abierta. La oposición, mientras tanto, ha tratado de organizarse en el exilio para discutir el futuro de Siria y formar un Consejo de la Revolución. Al cierre de esta edición, Al-Assad había anunciado un discurso televisado en el que propondría reformas constitucionales, pero la oposición ha declarado que no acepta ninguna reforma que no incluya la salida de Al-Assad y su familia del país para iniciar la transición. Pase lo que pase, el fin de la dinastía Assad parece inevitable.
 
Bahréin, ¿una revolución fallida?
 
Contrario a lo que ha pasado en la mayoría de países en los que ha habido protestas, en Bahréin el gobierno parece haber controlado las revueltas sin tener que dar nada a cambio. Con el apoyo de tropas de Arabia Saudita y con una fuerte y brutal represión, el rey Hamad al-Khalifa aplacó a los manifestantes. Aunque todavía no se puede dar por vencidos a los opositores, la situación parece regresar a la normalidad. Tanto así que el gobierno ya levantó el estado de emergencia que había decretado al inicio de las protestas.
 
‘Reformitis’
 
Los líderes de Jordania, Marruecos y Argelia temen que las protestas en sus países tomen más fuerza y terminen por derrocarlos. Por esta razón, han anunciado reformas para tratar de calmar a sus poblaciones. El rey jordano, Abdulá II, se comprometió a impulsar una nueva ley para formar un gobierno con el respaldo del Parlamento, y abrió la posibilidad de reformar la Constitución para otorgarle más derechos políticos a la ciudadanía.

Mohamed VI, el rey de Marruecos, anunció una reforma constitucional para reforzar la autoridad del Ejecutivo y la separación de poderes. Una vez redactado, el texto será sometido a referendo. En Argelia, entre tanto, el presidente Abdelaziz Buteflika prometió llevar a cabo reformas legislativas y una modificación de la Constitución. Aunque tibias, por ahora las propuestas han logrado calmar el descontento.