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La gran derrotada fue la expresidenta Cristina Fernández, quien perdió en la capital. Foto: AFP

ARGENTINA

Termina una era en Argentina

La arrasadora victoria de Cambiemos, del presidente Mauricio Macri, y la foto en prisión del ministro más poderoso de los gobiernos del matrimonio Kirchner marcan el fin de un ciclo político en Argentina.

28 de octubre de 2017

Argentina se cubrió de amarillo, el color de Cambiemos, la coalición gobernante, dejando en el mapa algunos puntos celestes, la divisa del peronismo. Por primera vez en 32 años, una fuerza distinta ganó en los 5 distritos más grandes y en el 60 por ciento del territorio. Cambiemos se impuso en la provincia de Buenos Aires y ganó en otras como La Rioja, Salta, Chaco y Corrientes. La derrota del kirchnerismo en Santa Cruz, que gobernó durante 29 años, ilustra como ninguna que termina una era.

Lo más trascendente fue el revés de Cristina Kirchner en Buenos Aires, en la que se concentran 4 de cada 10 votantes del país. Si bien obtuvo un 36,25 por ciento a la cabeza de una lista separada del Partido Justicialista (peronista), Esteban Bullrich, el candidato de Macri, un desconocido, la derrotó. Más grave aún, la otra lista del peronismo, sin Cristina, quedó por debajo del Frente de Izquierda (FIT), una agrupación trotskista, algo sin precedentes. Ni siquiera la aparición del cadáver de Santiago Maldonado, perdido el 1 de agosto tras una represión de la Gendarmería contra una protesta mapuche en la Patagonia, pudo modificar la ya cantada victoria de Macri.

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El analista Ricardo Rouvier comentó a SEMANA que el resultado “marca un fin de ciclo. Se ha reconfigurado la política en una nueva fuerza gobernante. Ya es difícil que el kirchnerismo regrese. Cristina sacó muchos votos, va a ir a al Senado, va a trabajar por la unidad, pero una buena parte de los dirigentes peronistas no quieren que vuelva”.

Tres días después de las elecciones, las autoridades detuvieron a Julio María de Vido, exministro de Planificación del reinado de Néstor y Cristina Kirchner (2003-2015), el símbolo de una época, que controló las obras públicas y luego se convirtió en diputado. Envalentonada por el resultado, el 25 de octubre la Cámara aprobó el desafuero del exministro, investigado por causas como un presunto fraude en la mina de carbón en Santa Cruz y los sobreprecios en la importación de gas licuado. De Vido también está a punto de ir a juicio oral por la tragedia de la estación ferroviaria de Once en 2012, en la que murieron 51 personas. Tres de sus secretarios ya están presos, uno de los cuales, José López, cayó cuando arrojaba en la madrugada bolsas con 8 millones de dólares sobre los muros de un convento.

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Cristina teme seguir el camino de su exministro. Un día después de la detención de De Vido, se presentó para responder por la causa más grave que la involucra: el presunto encubrimiento de los autores del atentado a la mutual judía de Buenos Aires en 1994, en el que fallecieron 86 personas. Se la acusa por suscribir un acuerdo con Irán para permitir que los sospechosos de ese país se presentaran ante la Justicia argentina. Esta era la investigación que realizaba el fiscal Alberto Nisman cuando apareció muerto en su apartamento en enero de 2015. La Justicia procesa a Cristina, además, por asociación ilícita, lavado de activos y negociaciones incompatibles. Y todo ello parece ser su final. “La corrupción dejó de ser un problema moral para convertirse en uno político. El peronismo va a tener que tomar una posición y separar las aguas, que la culpa caiga en los corruptos, y no en todo el peronismo”, destacó a SEMANA Rouvier.

Con tantos exfuncionarios presos y la expresidenta en los tribunales, el panorama para Macri luce despejado y se empieza a hablar de su reelección en 2019. El principal problema es la economía, pues, según Rouvier, “la situación no es brillante, es menos mala, y veremos cómo evoluciona, pero el gobierno tiene que tener mucho cuidado con la inflación, los salarios y los precios”.

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Lo más importante, sin embargo, es cuál fuerza política llenará el vacío del peronismo, el principal factor de poder de los últimos 70 años. Si bien Macri ha manejado una cintura política sorprendente, su partido es solo una laxa coalición con otras fuerzas.

No se puede olvidar la suerte del primer presidente de la democracia, Raúl Alfonsín, que ganó con un 52 por ciento de los votos en 1983, volvió a triunfar en 1985, pero el fuego de la hiperinflación lo consumió y tuvo que entregar su mandato, antes de tiempo, al peronismo que vino en auxilio. Hoy ese peronismo es una sombra de lo que fue, dividido y sin cúpula. Por eso, la pregunta, a futuro, es quién estará cuando el viento cambie de rumbo.