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DESIERTO SANGRIENTO

Mientras Saddam Hussein libraba su guerra de palabras, los terroristas demostraron en Egipto quien es la verdadera amenaza.

22 de diciembre de 1997

LA SEMANA PASADA LA OPINION PUBLICA mundial tenia puesta su mirada en el Golfo Persico, donde el iraqui Saddam Hussein orquestaba su ya conocido juego del gato y el raton con Estados Unidos y sus aliados. Pero mientras los periodicos dibujaban escenarios dramaticos de ataques aereos contra Bagdad, los fundamentalistas islamicos le recordaron con sangre a Occidente donde estan sus verdaderos enemigos potenciales.
La matanza de 62 extranjeros en el templo de Hatsheput. al oeste de Luxor, Egipto, tomo al mundo por sorpresa. Aunque los ataques contra visitantes habían llevado a la industria turistica de Egipto al colapso entre 1993 y 1994, el gobierno de Hosni Mubarak había logrado reconstruir buena parte de su credibilidad mediante una violenta campaña represiva. El hoy destituido ministro del Interior, Hassan al-Alfi, había incluso declarado a los cuatro vientos que la amenaza del terrorismo había quedado atras.
Pero el ataque de Luxor, en el que murieron dos destacados profesionales colombianos, parecio haber sido perpetrado con una particular sevicia como para demostrar que el grupo Islamico, conocido en arabe como Al-gama'a al Isklmiyya, sigue proyectando su sombra de terror sobre todo aquel que se interponga en su camino hacia la imposicion de un regimen basado en la aplicación estricta y literal de la ley islamica en Egipto. Los turistas que visitan al país son enemigos declarados por dos razones: porque dejan 3.000 millones de dolares al año al gobierno secular, y porque, en la retorcida visión terrorista, traen al país el consumo de alcohol, la prostitucion y el sida. El Grupo Islamico va mucho mas alla: sus manifiestos anuncian que de ganar el poder, derrumbaran todos los monumentos faraonicos, por considerarlos simbolos de la idolatria de los antiguos egipcios

LOS RESPONSABLES
El Grupo fue fundado a finales de los años 70 por una combinación de teólogos musulmanes radicales dirigidos por el jeque Omar Abdelrahman y antiguos oficiales de inteligencia y profesionales del derecho. Abdelrahman tuvo que exiliarse despues en Estados Unidos, donde fue encarcelado por su participación intelectual en el atentado contra el World Trade Center de Nueva York en 1993. Eso explica que al reclamar la autoría de la masacre el Grupo Islamico sostuvo, contra toda evidencia, que su plan era secuestrar a los turistas para canjearlos por su líder.
El primer golpe grave se presento en 1981, con el asesinato del presidente Anuar el Sadat en una parada militar. Desde entonces el Grupo ha perpetrado atentados contra ministros, policías, miembros de la minoría cristiana copta e intelectuales seculares. Entre estos últimos se cuenta el intento de asesinato contra el premio Nobel de literatura, Naguib Mahfouz, quien fue apuñalado en 1994, cuando el escritor tenia 82 años.
En los ultimos años, sin embargo, el gobierno lanzó una campaña de tierra arrasada que parecio quebrar la columna vertebral de la organización. Cerca de 15.000 militantes y simpatizantes estan tras las rejas junto con sus principales cuadros directivos, 92 de ellos han sido condenados a muerte, y muchos han sido ejecutados.
Pero la masacre de la semana pasada parece demostrar que esa campaña represiva ha sido contraproducente, pues los militantes se han reorganizado en celulas independientes, lo que ha producido una multiplicidad de puntos de vista en cuanto a los metodos y estrategias aplicables a su lucha. De hecho, la masacre se presento luego de que los seis lideres mas importantes en prision expidieran, en julio pasado, un llamado a cesar la violencia "por el bien del Islam y de los musulmanes".

UN PROBLEMA VIVO
La masacre de Luxor se produjo en parte, pues, como una reacción contra la intransigencia del gobierno egipcio. Pero lo que parece indicar es que esos grupos terroristas abanderados del fundamentalismo islamico no estan dispuestos a abandonar sus banderas.
Lo que si es claro es que ese terrorismo fundamentalista es un enemigo potencialmente mucho mas peligroso que Saddam Hussein, si es que este puede ser considerado un verdadero contrincante. Y que el peligro proviene, entre otras cosas, de la concepcion errada de que todos los musulmanes que propenden por el regreso a la aplicacion estricta de la Sharia son terroristas. De hecho, los dos movimientos mas grandes que promueven un retorno al Islam Ikhwan al Moslimoon (Hermandad musulmana) de Egipto y Jamaat-i-islami (Partido islamico) de Pakistan, son constitucionalistas declarados que por mas de 50 años han tenido como objetivo explicito establecer el regimen islamico por medios pacificos.
Pero, como dice el investigador Ilyas Ba-Yunus, de la Universidad de Nueva York, "la poblacion musulmana se ha duplicado en los ultimos 50 años y las elites en el poder han fallado invariablemente en resolver los problemas de una sociedad cada vez mas inquieta. Los paises musulmanes han ensayado todas las ideologias occidentales desde el republicanismo hasta el comunismo sin exito alguno, porque en medio de la pobreza y la desesperanza, el resentimiento contra las elites secularizadas y pro-occidentales continua. El fundamentalismo nace del redescubrimiento del lslam no como una formula religiosa, sino como conjunto de normas sociales acordes con el espiritu de la cultura musulmana". Ese fracaso de las ideologias importadas de Occidente es visto por los fundamentalistas como la demostración de que se trata de instrumentos de dominación que deben ser erradicados a toda costa.
El caso de Argelia, donde en 1992 el partido fundamentalista legal ganó las elecciones pero fue privado del poder por un golpe militar, con lo que se inició una sangrienta guerra civil, es un buen ejemplo de lo que puede producir ese choque de percepciones culturales. Lo cierto es que en los años 50, solamente habia un movimiento 'integrista' en el mundo musulman, el Jamaate Islami e Pakistan. Hoy, practicamente todos los principales paises islamicos tienen grupos activos, desde Indonesia y Malasia hasta Pakistan, Siria, Irak, Turquia, pasando por todo el norte de Africa. Dos paises, Iran y Sudan, tienen gobiernos fundamentalistas y Afganistan y Argelia son candidatos próximos a tenerlos. Para los estudiosos del tema, hacia 2030 por lo menos ocho países deben tener regimenes de esa orientación.

¿Enemigo de mentiras?
Cuando se pone frente a la problemática planteada por el fundamentalismo, plagada de prejuicios históricos y malentendidos culturales, la confrontación con el dictador de Irak Saddam Hussein parece extrañamente artificial. Porque a pesar de todo lo que se diga en contrario, Occidente siempre preferirá un gobierno secular como el de Saddam a uno fundamentalista como el de los ayatolas de Irán. Saddam Hussein se salió de nuevo con la suya la semana pasada, cuando el canciller ruso Yevgeny Primakov (quien habla correctamente el árabe) elaboró un proyecto de acuerdo por el cual Irak aceptó el regreso de los inspectores de la ONU encargados de vigilar que Bagdad no elabore armas de destrucción masiva, lo cual evitó que se cumplieran las amenazas de Estados Unidos de bombardear Irak. Pero los hechos parecen favorecer a Saddam, quien probablemente obtendrá la posibilidad de vender petróleo para comprar comida para su empobrecido país, mientras tuvo tres semanas de libertad para esconder sus armas masivas, que son el motivo de su preeminencia internacional. Y, por lo demás, logró demostrar que la coalición que lo enfrentó en la guerra del golfo está más resquebrajada que nunca.
En efecto, el interés ruso por protagonizar el arreglo iba mucho más allá de la defensa de la paz mundial, porque Irak le debe a Moscú 7.000 millones de dólares de suministros militares desde la guerra con Irán, sin hablar de los contratos de explotación petrolera que hacen la boca agua también de los franceses, los otros grandes patrocinadores del acuerdo. Y esta vez, ni los kuwaitíes ni los sauditas, enemigos declarados de Saddam, quisieron estimular el ataque contra Bagdad. La razón es que el régimen secular de Saddam, basado en el hoy anacrónico partido Baath (Renacimiento socialista árabe) es el dique de contención contra el fundamentalismo iraní en la región. Esa es, hoy por hoy, la única explicación posible para que los aliados no lo hayan sacado del poder en 1992, porque su derrocamiento hubiera dividido a Irak por lo menos en tres partes, una de las cuales, mayoritariamente chiíta, hubiera caído en manos de Irán. Esa misma explicación vale para entender porqué luego de terminada la guerra se le prohibió a Hussein usar sus aviones para aplastar la rebelión chiíta, pero no sus tanques. O sea que Occidente quería que Saddam venciera a los rebeldes fundamentalistas, pero no que consiguiera la paz. De ahí que exista unanimidad sobre el hecho de que, salvo un golpe de mala suerte, Saddam tiene asegurado un tranquilo lecho de muerte en su palacio presidencial de Bagdad. Porque para los occidentales es un enemigo despreciable, pero absolutamente necesario. De llegar al poder, los terroristas derrumbarían los monumentos faraónicosn Saddam pareció salirse con la suya de nuevo la semana pasadaGRAN BRETAÑAEl 'Tobacco-gate'Ya no hay luna de miel para Tony Blair. La acabaron los carros Fórmula 1, los cigarrillosy un millón de libras esterlinas de donación. La inmaculada bandera de la moralidad política con la que Tony Blair se convirtió en primer ministro de Gran Bretaña hoy tiene una amarillenta mancha de tabaco. Esa es la conclusión a la que llegaron muchos de sus conciudadanos, a quienes el tobacco-gate de Blair les demostró que el líder laborista no está exento de las suspicacias cuando de grandes donaciones se trata, sobre todo cuando esas gruesas sumas de dinero parecen influir la toma de decisiones en favor de los donantes. Porque, como está demostrado hasta la saciedad, en política no basta ser honesto, sino parecerlo. El ocupante del número 10 de Downing Street niega haber cometido alguna incorrección pero los hechos se confabulan en su contra. Blair sostuvo como uno de sus caballitos electorales de batalla una guerra frontal contra el consumo de cigarrillos, inclusive entre las nuevas generaciones, y eso implicaba la prohibición de hacerles publicidad en los eventos deportivos. Pero sorpresivamente hace dos semanas el gobierno dio un timonazo que hubiera dejado sin aliento a Jacques Villeneuve. La ministra de Salud, Tessa Jowell, anunció que Londres propondría a la Unión Europea eximir de esa prohibición a las carreras de Fórmula 1 por un período de 10 años, plazo en el cual el 'circo' debería buscar nuevas fuentes de apoyo económico. El planteamiento gubernamental no sonaba nada mal: si se efectuaba la prohibición la industria de la Fórmula 1 emigraría a otros lugares más permisivos, como el sureste de Asia o Europa Oriental, y de todas formas su mensaje publicitario llegaría por televisión. Entre tanto la gran afectada sería la industria británica relacionada con esas competencias, pues los carros son diseñados y construidos en su mayoría en ese país y en general ocupa a más de 8.000 personas y significa ingresos por más de 100 millones de libras esterlinas al año. Pero ya estaban andando las denuncias sobre la donación de un millón de libras esterlinas hecha en enero a la campaña de Blair por el magnate de la Fórmula 1, Bernard Ecclestone, a lo que se sumó una reunión entre éste y Blair el 16 de octubre, en la cual, supuestamente, el último decidió eximir a las carreras de la prohibición publicitaria. Voceros del gobierno primero negaron vehementemente que hubiera donación alguna de Ecclestone, tradicional apoyo de los conservadores, y luego aceptaron que podía haber una suma superior al límite declarable de 5.000 libras, pero en todo caso negaron que hubiera relación alguna entre el dinero y la decisión gubernamental. Pero el furor que se desató convenció a Blair de que lo mejor que podía hacer era poner la donación de Ecclestone en conocimiento de sir Patrick Neill, custodio de la ética parlamentaria. El objetivo habría sido el de echar tierra sobre el tema del tráfico de influencias y situarlo en el campo más general de la financiación de las campañas. Eso no convenció a los críticos del gobierno, para quienes es claro que Blair debió haber puesto sobre la mesa el tema de la donación antes y no después de iniciado el escándalo. Semejante colección de verdades a medias y mentiras completas, sin embargo, podría tener un efecto demoledor para el futuro de un gobierno que llegó al poder sobre la base de las denuncias contra las pequeñas deshonestidades de su antecesor. Los más furiosos son los líderes sindicales, quienes señalan que el millón de Ecclestone le ganó el acceso al 10 de Downing Street que ellos, que forman la columna vertebral del partido laborista, no han logrado hasta ahora.