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¿DESPIERTA EL LEON?

A pesar de la solicitud del Congreso y la crisis política que afronta, Febres se niega a renunciar

23 de febrero de 1987

El Presidente del Ecuador vivió el momento más difícil de su gestión la semana pasada, después de su derrota electoral en 1986 que le dio en el Congreso mayoría a la oposición. Cuando asistió a la ceremonia militar en la base de Taura, Febres Cordero no imaginó que seria secuestrado, ni las graves secuelas tras su liberación.
En pocas horas, el Presidente del país ubicado en la mitad del mundo, se transformó de rey de la selva en manso cordero.
El "león" que había rugido meses atrás cuando declaró que no negociaría con subversivos, a raíz del secuestro de un banquero amigo, se convirtió en "cordero" cuando se trató de salvar su propia vida.
Con el revólver en la sien aceptó firmar una amnistía que el Congreso le había concedido a su más enconado enemigo, el general insurgente Frank Vargas Pazzos, y que él había rechazado antes, por considerarla ilegal.
Lo que para nadie es un secreto en el Ecuador, es que los hechos de Taura son graves para las resquebrajadas instituciones políticas, a pesar de las tranquilizadoras declaraciones del presidente Febres a la prensa internacional, que estuvo pendiente de una posible renuncia del Primer Mandatario .
BAJAN EL TONO
Los dirigentes de la oposición empezaron la semana envalentonados, anunciando que adelantarían un juicio político al Presidente en el Congreso. Sin embargo, cuando hicieron las cuentas y vieron que los votos no alcanzaban, a pesar de ser mayoría, entonces bajaron el tono de la voz y propusieron una moción de renuncia al Jefe de Estado y su reemplazo por el vicepresidente Blasco Peñaherrera. Tampoco desaprovecharon la oportunidad para enrostrarle a Febres diez casos de violación de la Constitución y de los derechos humanos.
En dos agotadoras sesiones, los días martes y miércoles de la semana pasada, cada legislador explicó su voto. El resultado: 38 votos pidiendo la renuncia a Febres y 29 en contra. De poco servirá esta resolución, no sólo porque en la Constitución no existe la figura jurídica de la renuncia del Presidente, sino porque el mismo Presidente ha dicho que no renunciará. No obstante, la oposición logró dañarle el caminado al partido de gobierno para las próximas elecciones.
MAGO REBELDE
El mago que, después de usar su bastón de mando, convirtió las garras del "león" en piel de "cordero", es el general Frank Vargas Pazzos, un oficial en cuya hoja de vida se registran varios actos de rebeldía. Fue José María Velasco Ibarra, hace 30 años el primer Presidente que tuvo que enfrentar la beligerancia de Vargas Pazzos. Este, siendo subteniente, lo retuvo para exigir el aumento de sueldo a los militares de la Fuerza Aérea. Después vendrían los enfrentamientos con Febres Cordero.
El primer round de la pelea Febres-Vargas fue cuando el Presidente, rompiendo la tradición castrense, designó para los altos mandos de las Fuerzas Armadas a generales amigos suyos y no a los de mayor antiguedad que esperaban turno.
En marzo del año pasado, Vargas denunció irregularidades y corrupción en las instituciones militares y protagonizó dos insurrecciones, hasta el episodio en Taura, con el cual le dio un golpe bajo a la autoridad de Febres.
En general, las relaciones entre el Ejecutivo y los militares han sido cordiales, tras siete años de dictaduras que culminaron en 1979 con la elección de Jaime Roldós. A pesar de haberse registrado tres levantamientos contra Febres en menos de un año los militares anunciaron públicamente que no existen afanes golpistas. El actual ministro de Defensa, general (r) Medardo Salazar, dijo que respaldarían al Presidente y que respetarían las instituciones democráticas. Advirtió que los hechos de Taura eran responsabilidad exclusiva de un minúsculo grupo insurgente.
Los analistas dicen, sin embargo, que algo está pasando en las filas y los altos mandos han sido los últimos en enterarse y que sus incondicionales amigos militares mantendrán a León Febres en el poder.
De todas maneras, el presidente Febres, para curarse en salud, desvertebró los comandos paracaidistas que lo mantuvieron preso en Taura y los envió a una guarnición militar en Quito para controlarlos de cerca. Febres Cordero firmó un compromiso de no adelantar acción judicial alguna contra los insurgentes para que lo dejaran libre, pero ahora el fiscal de la Nación, Guillermo Morán, ha dicho que a pesar de esto, los jueces adelantarán las investigaciones que manda la ley.
LEON: ¿SEGUIRA SIENDO EL REY ?
Otro poder, la Iglesia, con gran influencia sobre los ecuatorianos, en un mensaje pastoral pidió "saldar las cuentas pendientes" por las buenas, para no "revolver las heridas ante el desaliento de un pueblo noble y sano". Pero realmente quien más ha sufrido es el presidente Febres. El sentimiento generalizado es que el Primer Mandatario perdió autoridad. Su escasa popularidad cayó más bajo. Según una encuesta sobre los personajes políticos más populares de 1986, León Febres logró el primer lugar con un puntaje de sólo el 29.5%, seguido por el ex presidente Osvaldo Hurtado. La popularidad del general Vargas Pazzos marcó 10.7%. Los ecuatorianos sienten íntimamente que con la encerrona le cobraron al Presidente, por manos de Vargas, las dificultades económicas y sociales que padecen, sin que esto signifique que respalden políticamente al general rebelde.
La preocupación central de los ecuatorianos después de todos estos hechos, es la falta de autoridad de su Presidente y el debilitamiento de las ya frágiles instituciones. Según el constitucionalista José Santos Rodríguez, "al Presidente se facultó para ser el árbitro de la Constitución y después de haber sido plagiado, acepta de hecho, todo lo que negó de derecho, al firmar una amnistía. Después del secuestro del Presidente, cualquiera puede conseguir por la fuerza cuanto desee. ¿Para qué entonces las instituciones?".
Al presidente Febres, con el sol a las espaldas, le queda un año duro, que servirá de caldo de cultivo para que la oposición capitalice su desgaste y busque con más seguridad el triunfo en las elecciones de 1988. Ya su enemigo, el general Vargas, anunció desde la clandestinidad que será candidato presidencial, aunque los entendidos auguran que pocos le seguirán los "pasos".