Home

Mundo

Artículo

DIALOGO GABO-LANG

26 de septiembre de 1983

SEMANA publicó en su número anterior una entrevista con André Glucksmann en la que el filósofo francés embiste contra el gobierno de François Mitterrand y afirma que los intelectuales de izquierda de ese país están "deslindándose" del Eliseo. Uno de los blancos de Glucksmann en esa charla con SEMANA fue el ministro de Cultura francés, Jack Lang. Precisamente, hace unas semanas, Lang sostuvo una larga charla con el Premio Nobel de Literatura colombiano Gabriel Garcia Márquez en la cual, entre otras cosas, Lang se refiere a esa supuesta "ruptura" de la inteligencia con el gobierno socialista. Viendo que dicho intercambio constituia de hecho una respuesta a las declaraciones de Glucksmann, el Premio Nobel muy amablemente cedió a SEMANA la transcripción de dicha conversación en la que Lang virtualmente se anticipa a los ataques de los "nuevos filósofos" y cuestiona los fundamentos del tal debate. Estos son, pues, los extractos de ese interesante diálogo:
JACK LANG.: Siendo ministro de izquierda, tengo la impresión de que el problema es más difícil con los intelectuales franceses por lo general, sobre todo los intelectuales de izquierda, o los que se dicen de izquierda.
GABRIEL GARCIA MARQUEZ.:¿Pero como ocurrió? ¿Cuál es el núcleo de esta historia?
J.L.:Es muy complicado. Primero, ¿quiénes son? ¿Quién es intelectual? ¿Y quién es intelectual de izquierda? ¿Cuál es la instancia suprema que decide la pertenencia a la comunidad intelectual y que determina la pertenencia a la familia de izquierda? ¿Se trata de intelectuales autoproclamados por sí mismos, o de intelectuales o supuestos intelectuales, designados como tales por los medios de comunicación? Esta es una cuestión muy importante. En Francia existe una manipulación engañosa, destinada a embaucar a la opinión acerca de este tema. Esta historia descansa en un silogismo de sofista. Primer término del silogismo: para ser intelectual (sobreentendido de izquierda), es preciso llenar dos condiciones: Primero, ser un filósofo o un pensador o un teórico; segundo, disponer de un balcón sobre los medios de comunicación, tener una tribuna, una tarjeta de notoriedad. A partir de estas dos condiciones, se hace la lista. Son diez personas y por casualidad, estas diez personas forman un grupo que siempre ha sido hostil a la llegada de la izquierda al poder: el señor Bernard Henri-Levy, el señor Glucksmann, el señor Hallier (aunque él haya deseado por un momento adherirse al gobierno) y el señor Sollers. Es gente que bajo el anterior gobierno se bañaba como pez en el agua de los medios de comunicación y del giscardismo, y que hoy en día están presentes como intelectuales "de izquierda" cuando nunca han querido que la izquierda llegue al poder. Segundo termino del silogismo dichas personas están en contra de gobierno de izquierda. Tercer término conclusión: por consiguiente los intelectuales están en contra del gobierno de izquierda. Todo esto es una fabricación completamente ficticia y artificial. En realidad, la situación es exactamente yo no diría opuesta, sino muy distinta Ante todo, es un fenómeno sin precedentes en Francia y tal vez sin equivalente en otros países: nunca se ha visto a tantos intelectuales y creadores participar en la gestión de los asuntos públicos. El mismo presidente de la República es un hombre de cultura. Su gabinete y los que lo rodean son hombres de cultura, a unos les gusta o no les gusta, sin embargo son hombres de cultura y de izquierda: Jacques Attali, economista; Régis Debray, filósofo y escritor; Paul Guimard, escritor; Eric Aursenat, escritor; Claude Manceron, historiador de la Revolución. En el gabinete del primer ministro encabeza la lista François Gros, profesor en el Collége de France, un biólogo muy famoso y probable Premio Nóbel de Biología. También, Jacques Casadessus, director de orquesta. En todos los niveles del Estado se encuentran intelectuales que comparten responsabilidades: Catherine Clement que conoces, escritora y filósofa, quien aceptó dirigir el servicio de intercambios artísticos entre Francia y los demás países, Simone de Beauvoir quien aceptó presidir una comisión sobre los derechos culturales de la mujer; y, claro está, cierto número de consejeros culturales, de embajadores tales como Francois-Regis Bastide escritor, embajador en Dinamarca, y Gilles Martinet, intelectual también y embajador en Italia. Entre los consejeros culturales están: Alain Jouffroy, crítico de arte, en Tokio, al igual que Konrad Detress, escritor, que se encuentra también en Japón. En Nicaragua está Jean-Claude Barrot, otro escritor; Bernard Pingot, también escritor, en El Cairo. Nunca se había conocido este fenómeno en Francia y se podrían multiplicar los ejemplos: Félix Ouatani que tomó la dirección de una fundación transcultural que organiza manifestaciones artísticas, el sociólogo Georges Ballandier, responsable de las relaciones entre Francia y Quebéc: Alain Touraine, encargado de una misión en América Latina para sondear las posibilidades de nuevos lazos entre Francia y América Latina. Existen también personajes que a través de sus discursos nos apoyan: Henri Lefevre y Jean-Pierre Faille. Se me olvidaba mencionar la existencia del Coloquio Internacional de Filosofía, animado por los más grandes filósofos franceses, Jacques Lérida y Jean-Pierre Faye, entre otros. inaugurado por el presidente dé la República. El fenómeno, pues, es exactamente a la inversa. Creo que para nuestros adversario es duro admitir que un jefe de Estado haya conseguido lograr una confianza tal por parte de la comunidad intelectual y científica. Es justamente para disimular este hecho sin precedentee que impulsan esta campaña. Añadiré que lo que ellos llaman intelectuales no es sino una pequeña minoría de éstos. La concepción que ellos tienen de los intelectuales es supuestamente filosófica (en el peor sentido de la palabra) y primaria. Descansa en los pocos pensadores que ejercen la profesión de periodistas o de cronistas en la gran prensa. Un ejemplo asombroso es la encuesta publicada en "Le Monde", hace 15 días, en la cual se nombra en todo y por todo a diez intelectuales. Entre ellos no cuenta ni un sólo hombre de ciencia, ni un sólo artista, ninguno no parisino. Por consiguiente, para la derecha y para los grandes medios de comunicación no son intelectuales los científicos, los escritores. los creadores y los artistas: son unos saltimbanquis. No son intelectuales los que no tienen la oportunidad de vivir en París, una concepción estrecha y muy caricaturesca.
G.G.M.: Pero de todos modos la prensa está al servicio de ellos ¿Por qué el gobierno no controla la televisión, la prensa y la gran prensa?
J. L.: Básicamente la prensa está en manos del poder del dinero, por lo tanto es imprescindible que podamos contribuir a dar a luz a ciertos órganos de prensa. La televisión y la radio son más favorables al gobierno pero no desarrollan esta tesis. Por eso, para atajar esta campaña vamos a provocar el proximo otoño un gran llamamiento nacional: artistas, creadores, hombres de ciencia a favor del presidente de la República: así cortaremos la hierba bajo el pie del adversario. En la mayoría de los países o en todos los países, desafortunadamente, la cultura y el arte son considerados demasiado a menudo como marginales, como decorativos. Es lo que viene después del resto, o después de lo esencial. es más bien el resto que viene después de lo esencial, mientras en la concepción de Mitterrand y la mía, la cultura ha de ser central. Sin embargo, a veces, en el interior de un gobierno es más bien una necesidad económica, lo que unos no entienden siempre. Por eso, para conseguir el aumento del presupuesto del ministerio, tengo que apoyarme sobre el Presidente que no cambia su opinión y piensa, cualesquiera sean las circunstancias que hay que mantener el rumbo. Es necesario que la cultura y el arte permanezcan prioritarios y el año próximo, en 1984, el presupuesto de la cultura será uno de los pocos que tendrán un ligero incremento. Esto es una excepción en Europa y creo, en muchos otros países.
G.G.M.: Sí. de hecho ya es alto. Lástima que no haya una acción más notable hacia América Latina . . .
J.L.: Me parece muy triste que los países de Europa o los países de América Latina no sean capaces de establecer entre ellos verdaderos intercambios culturales. Prefieren demasiado a menudo ser los clientes de las multinacionales a las cuales comprar los productos culturales (películas libros o programas de televisión). Creo que es indispensable para nuestra libertad y para la creación artística que aprendamos, pueblos de Europa 5 de América Latina, a trabajar más unidos. Compruebo que una Europa económica ha sido creada pero que la gente, ha sido incapaz de crear una Europa de las culturas. Compruebo que una OEA ha sido creada pero que no existe todavía una verdadera unión cultural de los pueblos de América Latina.Eso no es natural, no es normal. Entre los datos de la historia de la cultura, uno no puede dejar de notar que muchos pueblos en Europa, en Africa, en América y en Asia, utilizan un idioma latino bien como idioma nacional o como comunicación internacional. Los pueblos de expresión latina forman, por consiguiente, una inmensa familia, y me parece que dichos pueblos tendrían que ser más conscientes de este parentesco y establecer entre ellos unos lazos más estrechos en materia de libros, ediciones y producciones cinematográficas.