Discreta celebración

No hubo muros simbólicos ni conciertos de rock, y tampoco estuvieron presentes los grandes dignatarios. Pero Praga celebró los 20 años de la caída de su régimen comunista, sucedida pocos días después de la del muro de Berlín. Ese día lo que empezó como una manifestación estudiantil encendida por rumores falsos sobre la muerte de un estudiante desencadenó, en parte por la represión policial, multitudinarias protestas que dieron al traste, después de cuatro décadas, con el yugo del Kremlin sobre Checoslovaquia. Para recordar ese día, más de 10.000 personas salieron a las calles de Praga, hicieron el mismo recorrido de los estudiantes y luego honraron a los participantes al encender velas en el monumento que registra el hecho histórico. Sin embargo, para muchos estas dos décadas no han sido fáciles, pues aún añoran la seguridad del régimen comunista y no se atreven a recordar la brutalidad de esos años. Otros opinan que la democracia ha sido provechosa y el país es miembro de la Unión Europea y de la Otan, pero la revolución no ha cumplido con todas sus promesas. Los nostálgicos del régimen anterior se sienten alienados, estancados y apáticos, de espaldas al progreso.