DOLARES

EL PARTIDO REVOLUCIONArio Institucional ha soportado casi desde su fundación acusaciones en el sentido de que sus recursos provienen del Estado mexicano. Al fin y al cabo desde su creación hace 64 años, el PRI se ha mantenido en el poder en forma ininte rrumpida, en una hegemonía que ha confundido al partido con el Estado.
Pero los vientos democratizantes y sobre todo el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, que implícitamente requiere una apertura política paralela a la económica han empujado al gobierno de Carlos Salinas de Gortari a buscar darle trans parencia al Partido. Esa transparencia requiere, entre otras cosas, que los fondos del partido tengan una procedencia demostrable.
Por eso, en diciembre el PRI anunció la creación de una tarjeta de crédito, varias loterías, rifas y ventas de espacios publicitarios, para conseguir por medios públicos los fondos que hasta ahora fluían por conductos subterráneos.
En esas condiciones fue una sorpresa el escándalo de la semana pasada, cuando se reveló que el propio Salinas participó en una cena con la cúpula empresarial en que se pidió una contribución de 25 millones de dólares por cabeza. Para hacerse una idea, la contribución más grande de la campaña de Bill Clinton en Estados Unidos no alcanzó a los 400 mil.
El hecho se convirtió, en medio de un proceso electoral en el que por primera vez habrá financiación estatal para los partidos según sus votos en el certamen anterior. La credibilidad de Salinas no alcanzó a quedar incólume a pesar de que el PRI se apresuró a declarar que no aceptaría contribuciones individuales superiores a 300 mil dólares.