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DOLORES DE CABEZA

Fallas en la seguridad de la reina, bombas y detectives homosexuales, asedian a la Thatcher.

30 de agosto de 1982

A menos de dos meses de la victoria militar obtenida en la guerra contra fuerzas argentinas en el Atlántico sur, el gobierno de Margaret Thatcher, enfrenta una serie de dificultades políticas. Escándalos, revelaciones embarazosas sobre fallas en la seguridad del Estado, relaciones tensas con los sindicatos, y una nueva campaña de terror en Londres, llevada por el Ejército Republicano Irlandés (Ira), todas parecen juntarse en contra del gobierno conservador.
La vuelta a los problemas "de casa", vino con dos huelgas, de 2 y 15 días de los dos sindicatos de ferrocarriles. Ambas fueron derrotadas. Es aquí donde algunos conservadores empezaron a creer realmente que la política interna británica había dado un giro duradero, atribuible al "espíritu Falklands". Enfatizaban el apoyo popular a la figura de la señora Thatcher, medido por los sondeos de opinión pública, el peso de la desocupación, que atenuaba la militancia obrera, y el hecho de que muchos obreros, comprando casas con hipotecas, ya no querían ir a la huelga, que los obliga a quedarse atrás con las mensualidades. Aunque en realidad el movimiento sindical no ha podido revertir una desocupación sin precedentes -hay 3,2 millones de desocupados-, es sin embargo prematuro decir que ha caído en la inercia.

CENICERO ROTO Y MANOS SANGRANTES
El 9 de julio, a las 7:15 de la mañana, la reina Isabel Segunda, se despertó para encontrarse con un intruso en su dormitorio personal, en el palacio de Buckingham. El hombre, posteriormente identificado como Michael Fagan, tenía un cenicero roto, en la mano, desde donde sangraba. La reina apretó un botón especial de alarma, pero nadie acudió en su ayuda. Fagan pidió un cigarrillo, y con esta excusa, la reina llamó dos veces a su guardia policial, pero ésta demoró largos minutos en llegar. Cuando finalmente aparecieron en la escena, la reina y dos sirvientes de la casa real, ya habían controlado al intruso. Fagan había entrado trepando los muros externos del palacio, y burlando sin querer, unos detectores electrónicos, que por mal ubicados, no delataron su presencia. Entró al edificio principal por una ventana abierta y deambuló durante quince minutos por los corredores, sin que nadie le pidiera explicaciones. Fagan, que evidentemente sufre de inestabilidad mental, dijo más tarde a la policía que su intención era suicidarse delante de la reina, pero que después cambió de idea.
Como si esto fuera poco, Michael Trestail, el detective privado y acompañante de la reina en todas sus giras, con 16 años de trabajo en tareas de protección de la familia real, anunció que había tenido una relación homosexual con un prostituto y que renunciaba a su cargo. La confesión fue forzada, ya que el amante trató de vender la información al diario sensacionalista "The Sun", que a su vez, informó a la policía.

BOMBAS A MUSICOS
El 20 de julio el Ira, irrumpió nuevamente en la escena política. Dos bombas, una detonada en un coche al pasar una compañía de la caballería real, la otra debajo de una caseta donde tocaba una banda militar dejaban un sangriento saldo. Diez hombres, entre los montados de la caballería y los músicos militares, perdieron la vida. Los heridos ascendieron a medio centenar, incluyendo veinte civiles, la mayoría de gente que en un día de sol estaba escuchando la banda tocar. El Ira Provisional, atribuyéndose la responsabilidad de los atentados, emitió un comunicado en el cual sostenía: "ahora nos toca a nosotros invocar el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, y citar correctamente todas las bellas frases de Thatcher sobre el derecho de autodeterminación del pueblo. El pueblo irlandés, tiene derechos soberanos y nacionales que no pueden ser destruidos por ningún Task Force, o fuerza de ocupación".
Los antecedentes de los atentados son varios. Evidentemente, el movimiento sintió que había quedado atrás con la guerra de las Malvinas, que desvió la atención del problema de Irlanda. También en esos días una corte en la República de Irlanda, había sentenciado a diez años de cárcel a Gerard Tuite, un miembro del Ira, que se había escapado de la cárcel en Londres y fue posteriormente atrapado en la República. Tuite era uno de los líderes de la célula del Ira en Inglaterra. Por último, el ministro a cargo de Irlanda del Norte, James Prior, estaba en esos días en una gira en Estados Unidos, buscando convencer a los Irlandeses Americanos Unidos, que cesaran su apoyo financiero al Ira.
La repulsión a los atentados fue generalizada en Inglaterra, con todos los partidos parlamentarios condenando la acción.
La opinión pública también rechaza al Ira, habiendo sufrido muchas bombas colocadas indiscriminadamente a través de los años. Sin embargo, el Ira Provisional, nunca siguió una política de busear puntos de apoyo en la opinión pública inglesa. Al contrario sus bases de apoyo están en la comunidad católica de Belfast y otras ciudades de Irlanda del Norte, y ese apoyo es fruto de la tensión entre católicos y protestantes.
Después de una campaña de bombazos, la seguridad se incrementa en toda Inglaterra y el Ira se repliega. Después comienza a reorganizar sus cuadros y planear una nueva operación. La policía no tiene la capacidad de mantener un operativo de seguridad intensamente por tiempo indefinido.
La primera ministra, dejó entrever, en una reunión con sus diputados la semana pasada, que no habrá una elección este año. Dijo que necesitaba más tiempo para lograr los frutos de su política económica, frutos que muchos opositores creen que nunca madurarán. Por lo tanto, lo más previsible es que convoque a elecciones en otoño de 1983. Ese es el tiempo que tendrán para tratar de mantener y consolidar sus bases de apoyo.