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Trump y Putin, una amistad sospechosa

La cercana relación entre los presidentes de Estados Unidos y Rusia ha sido un asunto recurrente en la política norteamericana por la supuesta interferencia de Moscú en los comicios presidenciales para ayudar a la victoria del magnate. Un tema que está lejos de terminar.

15 de noviembre de 2017

Por: Maria Carmenza McLean

En los Estados Unidos poca gente duda que el gobierno de Vladimir Putin interfirió agresivamente la última campaña presidencial, con el fin aparente de golpear a la candidata demócrata Hillary Clinton, y favorecer al que fue el candidato republicano, Donald Trump. Se sospecha que, en el fondo, lo que Putin buscaba era debilitar a los Estados Unidos y a su sistema democrático.

Trump se ha negado a admitir esa interferencia, a pesar que los jefes de las principales agencias de seguridad del país han declarado que las acusaciones contra los rusos son ciertas. No sólo los directores del FBI, CIA y de Seguridad Nacional durante el gobierno de Obama lo han dicho, sino los actuales que fueron nombrados por Trump.

Durante la campaña, los rusos atacaron los sistemas y computadores del partido demócrata, tratando de buscar información perjudicial sobre Hillary, se hicieron a correos en poder de WikiLeaks, divulgaron, a través de múltiples redes sociales, noticias falsas y dañinas sobre la candidata demócrata, y tuvieron la capacidad de enviar correos contra Hillary a miles de votantes potenciales. Una de las preguntas clave sigue siendo la de si Trump o miembros de su campaña estuvieron en contubernio con los rusos, quienes habrían recibido ayuda de la campaña de Trump para obtener los nombres, correos u otra información personal sobre votantes potenciales, que les permitiera llegar a esos votantes con mensajes falsos sobre Hillary y propaganda política a favor del republicano. El FBI está investigando esas posibles conexiones.

EL ABRAZO DEL OSO

Desde los tiempos de la campaña, Putin calificó a Trump como “brillante y talentoso” y como “el líder absoluto” de la competencia por la Presidencia. El magnate se mostró muy satisfecho con estos calificativos y consideró un honor que el ruso se estuviera refiriendo a él en esos términos. Le respondió con la misma moneda de apreciación: “El está dirigiendo su país y por lo menos es un líder, a diferencia del que tenemos en este país”.

Desde ese momento comenzó el “bromance” de Trump con Putin, que todavía dura. (La palabra bromance, que es una combinación de brother –hermano-- con romance, significa la amistad estrecha entre dos hombres. No tiene connotaciones de relaciones homosexuales).

Dicen los analistas que con la compleja personalidad de Trump, vanidoso al extremo pero inseguro, no hay un mejor camino para ganarse su amistad que el de la lisonja. Y así lo hizo Putin.

Al respecto, John Brennan, director de la CIA hasta enero de este año afirmó: “Yo creo que lo anterior le demostró al  señor Putin que Donald Trump puede ser manipulado por líderes extranjeros que apelan a su ego y se valen de sus inseguridades, lo cual resulta muy preocupante desde el punto de vista de la seguridad nacional”.

Otros analistas sospechan que el régimen de Putin tiene entre las cuerdas a Trump, por videos comprometedores con prostitutas en un hotel, cuando fue a Moscú para el reinado de belleza. Hasta el momento, no existen pruebas sobre esos videos y tampoco han sido publicados. Sin embargo, esta información fue recogida por un ex agente británico, conocido por su eficacia y respetado en el medio de los espías.  

OTRAS SIMILITUDES

Además de sus inmensos egos, Trump y Putin tienen comparten algunas similitudes:

Ambos posan de súper machos, que pueden hacer con las mujeres los que les venga en gana. Los dos tienen tendencias dictatoriales y no aceptan críticas. Putin es más dictador que Trump, pero este último tiene dificultades para aceptar las limitaciones a los poderes presidenciales y las que le impone la división de poderes proclamada por la Constitución.

Los dos son agresivos y cualquier crítica o ataque contra ellos es contestada con igual o peor agresividad.

Para Putin la fortaleza es la base de la imagen que se ha construido dentro y fuera del país. Al mismo tiempo Trump, desde que entró en la competencia por la Presidencia, buscó proyectar su figura como plena de testosterona. A algunos de sus contrincantes, por ejemplo a Jeff Bush y a Marcos Rubio, los calificó de débiles y faltos de energía. "Yo seré tan fuerte, que ustedes no lo creerán”, declaró a los cuatro vientos.

Ambos son enemigos feroces de sus contradictores. Putin ha llegado hasta el punto de enviar a varios a la cárcel. Desde la campaña, Trump amenazó con poner en prisión a Hillary por el caso del manejo de sus correos electrónicos. Ya posesionado como Presidente, viene presionando al Fiscal General para que la investigue y nombre un Consejero Especial que examine sus acciones como Secretaria de Estado y a la Fundación Clinton. Después de tanta insistencia, el Fiscal parece haber cedido y está estudiando, junto con miembros de su equipo, las justificaciones para nombrar el fiscal especial solicitado por Trump. Resulta escandaloso que los Estados Unidos actúen como  cualquier ‘banana republic’.

Tanto Putin como Trump adoran las pompas del poder, las alfombras rojas y la decoración barroca, llena de elementos dorados.

Los dos tienen un limitado sentido del humor.

EL ÚLTIMO ENCUENTRO

A raíz de las reuniones en Filipinas de varios jefes de Estado y de Gobierno, Trump voló a Vietnam, en donde se reunió, en dos ocasiones, con Vladimir Putin. En ese momento, el tema de la interferencia rusa a la campaña presidencial norteamericana regresó a los titulares de los principales medios de los Estados Unidos y del mundo.

A bordo del avión presidencial, el sábado pasado, Trump dio declaraciones a los periodistas que lo acompañaba y se refirió al asunto. De acuerdo con Trump, cada vez que se ven, Putin niega que él o su gobierno se hayan atravesado en la campaña.  “El dice, ‘yo no hice eso’. Yo creo, yo realmente creo que cuando él me dice lo anterior es sincero.  

Pero Trump no se quedó allí. Calificó las acusaciones contra los rusos como un ataque artificial de los demócratas que causará la muerte de personas en Siria. “Los sentimientos heridos de Putin le impedirán llegar a un acuerdo para finalizar el sangriento conflicto en ese país”. Calificó a los directores de Seguridad Nacional, la CIA y el FBI durante el gobierno de Obama como “propagandistas políticos”.

Por su parte, el excandidato republicano, Senador John McCain, no demoró en criticar a Trump:

“No hay nada de ‘América Primero’ al aceptarse la palabra de un coronel de la KGB sobre la de la comunidad de inteligencia americana. No es ‘realismo con principios’ el cooperar con  Rusia para sostener el régimen asesino de Assad, que sigue siendo el más grande obstáculo para una solución política que finalice el baño de sangre en Siria. Vladimir Putin no tiene en su corazón los intereses de América. Creer lo contrario no solo es naïve sino que coloca en riesgo nuestra seguridad nacional”.

Como dijo Charles Blow, columnista de The New York Times, el lunes 13 de noviembre, Trump y Putin “tienen interés en plantar dudas sobre si Rusia atacó nuestras elecciones. Putin desea ser visto como inocente y Trump quiere ser visto como legítimo, ni lo uno ni lo otro son completamente ciertos”.

NOMBRAMIENTO DE CONSEJERO ESPECIAL

Al comienzo de su gobierno, Trump siendo Trump, en su absoluto irrespeto por las instituciones, procedió a despedir al director del FBI, James Comey, quien se negó a prometerle ciega lealtad personal. Como consecuencia del despido de Comey, el vicefiscal general de los EE.UU. decidió trasladar la autoridad para llevar a cabo las investigaciones sobre los rusos y la campaña, a  un consejero especial. El nombramiento recayó en Bob Mueller, reconocido por su experiencia, independencia y probidad.


LOS PODERES DEL CONSEJERO ESPECIAL

Como consejero especial, Mueller tiene autoridad plena para dirigir la investigación sobre Rusia, incluyendo cualquier vínculo o coordinación entre el Gobierno ruso y personas cercanas  a Trump y a su campaña. También está autorizado a procesar crímenes federales que se conozcan como resultado de dicha investigación. Este Consejero tan solo puede ser despedido por el vicefiscal, bajo causas justas, informando debidamente al Congreso.

La designación de Mueller puso a Trump nervioso. En un momento dado, se coló a la prensa que Trump estaba consultando con sus asesores sobre su capacidad para despedir a Mueller. Miembros del Congreso, de ambos partidos, saltaron muy preocupados y declararon que dicho despido sería una causal para que el Congreso juzgara a Trump y decretara su retiro de la Presidencia. En vista de lo anterior, la Casa Blanca no volvió a hablar sobre la salida de Mueller. Sin embargo, fuentes cercanas a la Presidencia y a Trump, no descartan que si las investigaciones de Mueller se acercan a Trump, a su yerno o hijos, el Presidente termine destituyéndolo. Si se llegare a éso, se generaría una crisis institucional sin precedentes en los Estados Unidos, por lo menos desde el gobierno de Richard Nixon.

PRIMERAS ACCIONES DEL CONSEJERO ESPECIAL

La casa y oficinas de Paul Manafort, director por un tiempo corto de la campaña de Trump, fueron revisadas meticulosamente por orden judicial. Él y un socio suyo, Rick Gates, se entregaron al FBI, por una serie de delitos que, como relató el diario El País de Madrid,  “incluyen la conspiración contra Estados Unidos (por ocultar sus actividades y sus ingresos) y el lavado de dinero”. Ambos fueron colocados en arresto domiciliario, con sendos collares electrónicos que permiten controlar sus movimientos. Hasta el momento, las acusaciones no están relacionadas con la campaña presidencial. Se centran en la asesoría a un político ucraniano cercano a Putin.

Manafort y su socio actuaron como agentes del Gobierno de Ucrania y no registraron oficialmente esa actividad. Ganaron millones de dólares que desviaron a cuentas en paraísos fiscales.

Otro asesor de Trump, George Papadopoulos fue también acusado. En su caso, las acusaciones si están relacionadas con la campaña. Confesó que había tenido contactos con una persona cercana al Kremlin, quien le prometió información sucia contra Hillary. Aceptó que, en los interrogatorios a los que fue sometido, mintió al respecto.

Papadopoulos fue detenido a mediados del año, sin que la noticia fuera publicada. Desde entonces, ha venido colaborando con la investigación.

El círculo se comienza a cerrar. El próximo en peligro de ser acusado y quizás detenido es el hijo de Trump, Donald Junior, quien actuó como “mico en costurero”, con tal de recibir información sobre Hillary. Se reunió en Washington con una abogada, supuestamente cercana al Kremlin, quien había prometido darle documentación contra Hillary. Así mismo, entró en contacto con WikiLeaks, la organización que distribuyó los documentos que fueron jaqueados de los computadores del partido demócrata, supuestamente por los rusos. Todos los norteamericanos recuerdan algunos discursos del candidato Trump invitando, casi rogando, para que WikiLeaks jaqueara los correos de la candidata demócrata.

Las investigaciones apenas están comenzando y tomarán tiempo. Amanecerá y veremos.