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En Bogotá, los Centros de Atención Médica para Adictos empezarona funcionar en septiembre del 2012 | Foto: Archivo SEMANA

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Drogas: el ‘exitoso’ centro de consumo

El programa de Copenhague para atender a adictos revive el debate de cómo el Estado debe afrontar el problema.

Juliana Jara
13 de febrero de 2013

Bogotá no ha olvidado la polémica decisión del alcalde Gustavo Petro de abrir Centros de Atención Médica para Adictos (Camad). La iniciativa busca seguir algunos pasos de varias ciudades europeas que han implementado ese tipo de programas, pero generó un álgido debate en la opinión pública colombiana.

Varias figuras públicas se manifestaron. El procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez afirmó que el alcalde se la había 'fumado verde', mientras que el magistrado de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, Leonidas Bustos manifestó que, con el programa, la criminalidad podría descender.

El año pasado, José Miguel Sánchez, director del Instituto para la Protección de la Niñez y Juventud (Idipron), afirmó que los Camand brindarían “afecto, comida, y medicamentos como la metadona (un medicamento que reduce los niveles de excitabilidad)” y no se admitiría el consumo de sustancias psicoactivas dentro de sus instalaciones. 

Dos meses después, Frank Jensen, alcalde de Copenhague (Dinamarca) dio inicio al primer “centro de consumo” en esa ciudad. A diferencia de lo que sucede en Bogotá, en la urbe europea los drogadictos acuden a satisfacer sus necesidades de consumo. Ellos llevan al lugar sus drogas, o bien inician un proceso de rehabilitación con base en la metadona.

La revista francesa L'Express visitó sus instalaciones. Allí, el objetivo principal es “dialogar con los enfermos a fin de proponerles, en el momento adecuado,  programas de sustitución. Hasta ahora, algunas personas han aceptado desligarse de las drogas gracias al programa de sustitución que proponemos”, afirma a esa revista uno de los enfermeros.

El objetivo de Jensen es tratar a los adictos como enfermos que requieren cuidado y atención. Por eso, la alcaldía brinda comida en un restaurante administrado por antiguos drogodependientes, y personal médico que podría salvarlos en caso de alguna complicación. De hecho, ese centro ya ha salvado a seis personas de morir por sobredosis.

Según Jensen, “es nuestra responsabilidad política que todos los ciudadanos de la capital se porten lo mejor posible y que nosotros les aportemos la mayor seguridad posible. Este principio vale para todo el mundo, incluyendo a los drogadictos”.

Añadió que “si nosotros tenemos la posibilidad de reducir la propagación del virus del VIH y otras enfermedades contagiosas, entonces debemos hacerlo. La sala de consumo nos ayuda a lograr ese objetivo”, afirma a L'Express. Con la presencia de estos lugares, los niños no corren el riesgo de herirse con las agujas abandonadas en los los parques y que puedan contener los virus del VIH o la hepatitis C.

Más seguridad

Los resultados en la ciudad danesa no se reducen a cuestiones de salubridad pública, sino que toca también la esfera de la seguridad ciudadana.

Los vecinos que habitan en el barrio donde funciona el centro de consumo se mostraron inconformes en un principio, pero al sol de hoy afirman a la revista que se sienten satisfechos con el programa: “Es cierto que ya no vemos más a los drogadictos. Es mucho mejor que se hagan cargo de ellos allá. Ya no estoy tan prevenida cuando voy a entrar a mi apartamento o cuando mis hijos juegan en los parques”.

La eterna polémica sobre la creación de estos lugares se reabre cada vez que algún país quiere replicar este método de atención a  adictos. Francia no ha sido un país ajeno a esto. Por estos días se abrirá en Paris la primera sala de este tipo. Así como sucedió en Dinamarca, los vecinos están preocupados por la presencia de esos lugares en sus barrios.

La Secretaría de Salud de Bogotá no ha inaugurado aún centros de consumo fijos, pero los Camad móviles ya empezaron a dar rendición de cuentas al Distrito: han atendido a 1.700 consumidores de sustancias psicoactivas, de los cuales 736 fueron remitidos a hospitales públicos o a hogares de paso.

El alcalde Petro pretende importar el modelo europeo en el cual se les permite a los narcodependientes consumir dentro de las unidades de forma controlada. Sin embargo, su propuesta difiere de esos programas en un aspecto crucial: Petro propone que el Distrito suministre las sustancias psicoactivas, mientras que en Europa el paciente debe llegar al lugar con sus drogas.