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Trump: ¿Por qué los norteamericanos no perdonarán sus mentiras?

Algunos presidentes han podido superar enormes desastres como el de la invasión a bahía Cochinos en Cuba y el fallido rescate de rehenes en Teherán. Pero al magnate con sus misteriosos contactos con Rusia no le pasará lo mismo. Análisis de Semana.com

10 de junio de 2017

La audiencia del ex director del FBI, James Comey, ante el Comité de Inteligencia del Senado de los Estados Unidos, podría tener efectos desastrosos para Trump. No porque de ella pudiera derivarse un eventual impeachment contra el mandatario, como le sucedió a Nixon en el sonado caso de Watergate, sino por la reiterada acusación de los contactos de sus allegados y asesores con los rusos y su afán de protegerlos, así como por la reiterada afirmación de Comey de que el presidente es un mentiroso.

A diferencia de lo que sucede entre nosotros, en los Estados Unidos, aún se les infunde a los niños en el hogar y en la escuela, un enorme sentido de respeto por la verdad y una devoción muy especial por sus héroes, por su historia y por los principios por los que sus compatriotas han luchado durante muchas décadas. No en otra forma se explica que millones de ellos hayan estado dispuestos incluso a dar la vida, para defender en lejanos destinos los principios que se les han inculcado.

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Desde la Segunda Guerra Mundial cuando Washington y Moscú, eran aliados, la población norteamericana sabía bien que el verdadero gran enemigo de los Estados Unidos era la Unión Soviética. Ahora, pocos dudan que la Rusia de Putin ha heredado esa condición.

Por consiguiente, aunque los contactos y componendas de los allegados de Trump con su verdadero potencial enemigo, aún se encuentran bajo investigación, si se llega a probar que sobrepasaron determinados parámetros, Trump va a pasar muy malos ratos.  

Los norteamericanos han estado dispuestos a perdonar las fallas y errores de sus mandatarios, como el desastre de la invasión a bahía Cochinos en Cuba, ordenada por Kennedy y el fallido intento de rescate de los rehenes norteamericanos en la embajada de los Estaos Unidos en Teherán, dispuesto por Carter. Sin embargo, no aceptan que su presidente mienta.

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Eso, que en varios países es una práctica frecuente, en los Estados Unidos, en donde rige el principio de la buena fe y de la credibilidad en las afirmaciones de sus mandatarios, si puede tener devastadores efectos. Nixon se hundió por mentiroso y Clinton estuvo a punto de correr con la misma suerte. Pudo superar la grave crisis del caso de Mónica Lewinsky, porque el país estaba en una bonanza excepcional y Hillary permaneció estoica e imperturbable.

Sin embargo, lo que afrontará Trump de aquí en adelante es el peligroso coctel de la acusación de “relaciones peligrosas” con el potencial enemigo de los Estados Unidos y de haber sido calificado como “mentiroso” ante millones de norteamericanos.

En este caso el prestigio de los Estados Unidos, quedaría afectado en el momento en que muchos necesitan, más que nunca, su liderazgo para enfrentar el terrorismo que azota a los cinco continentes.