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Aljazeera: Matar al mensajero

Tras bloquear a Qatar por aire y por mar, Arabia Saudita y sus aliados tienen en la mira a la cadena informativa. Detrás de todo, está en juego la independencia de ese país y el canal noticioso tiene todas las de perder.

1 de julio de 2017

¿Qué tiene la cadena de medios Al Jazeera que asusta tanto a Arabia Saudita, el país más rico, fuerte y extenso del mundo árabe? ¿Por qué junto con Egipto, Emiratos Árabes y Baréin– ese poderoso reino le dio el viernes pasado diez días a Qatar para acabar con esa cadena de televisión? ¿Y qué tienen que ver en todo esto Al Qaeda, Irán, el Mundial de 2022 y Donald Trump?

Desde su fundación en 1996, Al Jazeera se convirtió en la piedra en el zapato de la región al adoptar una línea muy crítica hacia sus gobiernos autócratas, que por tener reprimidos a sus medios nunca habían experimentado una oposición tan fuerte. Ni tampoco tan exitosa. Como dijo a SEMANA Osamah Khalil, profesor de Historia de la Universidad de Siracusa, “durante sus primeros años, Al Jazeera se labró una reputación por sus reportajes honestos, sus análisis profundos, su atrevida programación y la calidad de sus producciones”.

Consecuentemente, desde el primer momento sus reportajes críticos encendieron acaloradas polémicas que han tenido importantes consecuencias diplomáticas. En sus dos décadas de existencia, varios países han censurado sus emisiones, otros han roto relaciones con Qatar y algunos incluso han bombardeado sus instalaciones. A su vez, sus detractores han formulado decenas de acusaciones en su contra, algunas de ellas contradictorias entre sí, como que la fundó el Mossad israelí, que Sadam Huseín la financió, o que es en realidad una herramienta de la CIA para mejorar la imagen de Estados Unidos en el mundo árabe.

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Sin embargo, la acusación que más daño le ha hecho a Al Jazeera es aquella según la cual promueve el terrorismo. Esta surgió después del 11 de Septiembre, cuando la cadena publicó los videos de Osama bin Laden y tuvo un cubrimiento muy crítico de las guerras de Irak y Afganistán. Luego, durante la Primavera Árabe, a ese señalamiento se sumó el de apoyar a grupos islamistas como los Hermanos Musulmanes, a los que Arabia Saudita y Egipto acusan de querer desestabilizar la región.

De hecho, ese fue el argumento que Arabia Saudita y otros países evocaron a principios de junio para bloquear por tierra y mar a todo el país. Y es en últimas la razón por la que la cadena quedó en la mira de sus vecinos árabes. “El verdadero problema está en la política exterior de Qatar y en la manera en que ese país financia medios de comunicación, que luego usa como una herramienta de sus relaciones internacionales”, dijo a SEMANA Noha Mellor, profesora universitaria y autora de The Making of Arab News.

De hecho, la gran diferencia entre Qatar y el resto de los países de la región consiste en que, desde principios de los años noventa, este ha destinado sus enormes reservas de gas y de petróleo a desarrollar una política exterior decididamente independiente. Por un lado, esta lo ha llevado a proyectar su soft power mediante la organización del Mundial de Fútbol de 2022 y su aerolínea bandera, Qatar Airways, que patrocina además al Barcelona F. C. Pero por el otro, también ha favorecido una alianza estratégica con Irán, el gran rival de Arabia Saudita en la región, y una relación entre cordial y amistosa con varios grupos enemigos de los saudíes, como los panarabistas y los islamistas de Isis y de Al Nusra (la exfilial de Al Qaeda en Siria). Y eso se ha visto reflejado en el cubrimiento de Al Jazeera, sobre todo en su versión en árabe, que según las fuentes consultadas por esta revista es mucho menos crítica del extremismo que la internacional.

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Pero nada de eso es nuevo. Lo que cambió la situación de Qatar –y por extensión de Al Jazeera– es un contexto regional explosivo, en el que se les está exigiendo a todos los países que escojan a qué bando pertenecen o que se atengan a las consecuencias de militar en el lado contrario. Y a esa situación se suma la llegada de Donald Trump al poder, que ha pesado en dos aspectos fundamentales. En primer lugar, les brindó todo su apoyo a los saudíes durante su visita de finales de mayo. Y en segundo, ha marcado la parada con sus ataques contra la prensa de su propio país, a la que considera su enemiga personal.

Sin embargo, mientras que los medios de comunicación estadounidenses cuentan con un sólido respaldo institucional, las cosas en el golfo Pérsico son muy diferentes. Aunque Qatar es uno de los países más ricos del mundo, es claro que no puede apoyar a Al Jazeera indefinidamente. Esta podría ser la crónica de una desaparición anunciada.

A quemarropa

La brutal represión del régimen de Maduro ha dejado 75 muertos en 83 días. La última víctima, de 22 años, causó horror en las redes sociales.

La diferencia entre la muerte del joven David José Vallenilla y la de las decenas de venezolanos reprimidos por el gobierno de Caracas es que la suya quedó grabada en video. El jueves, este estudiante de Enfermería estaba participando en una manifestación opositora que transitaba por la autopista Francisco Fajardo. A la altura de la base La Carlota, un militar le apuntó con un fusil y le disparó a quemarropa tres tiros en el tórax. Vallenilla se levantó tambaleando. Dio algunos pasos y volvió a caer para nunca más recobrar conciencia. Murió en la clínica El Ávila, a donde llegó agonizando.