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El candidato perpetuo

Hugo Chávez ordenó a sus seguidores tramitar la reelección indefinida para quedarse en el poder hasta 2019 e inició una feroz ofensiva contra los alcaldes y los gobernadores opositores.

6 de diciembre de 2008

A los 10 años de su elección como presidente de Venezuela, Hugo Chávez sigue en campaña. Cuando los analistas todavía no terminaban de digerir los resultados de las recientes elecciones de alcaldes y gobernadores, que significaron un avance importante para la oposición, el mandatario anunció a sus seguidores que quería lo más pronto posible una enmienda constitucional para implantar la reelección indefinida. En una 'cadena' nacional de radio y televisión de hora y media, el martes pasado, el autoproclamado socialista del siglo XXI se autopostuló candidato a las presidenciales de 2012: "Es muy temprano para la retirada". En sus planes está un nuevo "período histórico" que llegaría hasta 2019. Desde ya comenzó a hablar de la "batalla" que se avecina, y a reciclar el famoso "¡Uh, ah, Chávez no se va!" de los tiempos del revocatorio de 2004.

El gran problema es que Chávez, que tanto invoca la voluntad popular, ya propuso la reelección indefinida y fue derrotado en el referendo constitucional de diciembre de 2007, el gran hito de la oposición. Pero escuchar el mensaje de las urnas no parece interesarle.

Haciendo a un lado el debate jurídico, pues muchos entendidos aseguran que insistir en el tema es anticonstitucional, a Chávez le quedan dos caminos: recoger dos millones y medio de firmas o hacerlo a través de la Asamblea Nacional, dominada por el oficialismo. En ambos casos, la iniciativa debe ser confirmada en un referendo. Chávez ya dejó claro que se inclina por la segunda opción, pues es más rápida, y su orden es que se vote en febrero. El momento del anuncio no es gratuito. El afán en su aprobación, tampoco.

En esta década, los venezolanos han sido protagonistas de todo tipo de eventos: una constituyente, una fallida intentona golpista, un referendo revocatorio y dos elecciones presidenciales, entre otros. En una docena de ocasiones han ido a las urnas, y Chávez ha convertido cada uno de esos comicios en plebiscitos sobre su figura. En la gran mayoría ha salido victorioso. Las presidenciales de 2006, cuando obtuvo el 63 por ciento de los votos, fueron su momento más glorioso.

Pero Chávez dejó de ser invencible. Las dos últimas elecciones fueron reveses para la intención del ex militar golpista de "profundizar" su revolución bolivariana. Después de las presidenciales, cerró el canal Rctv, lo que desencadenó las protestas estudiantiles, una de las claves del resultado del referendo constitucional. "Dentro del chavismo había una gran discusión entre acelerar o consolidar en el año 2006 y Chávez decidió que aceleraba consolidando, que se podían hacer las dos cosas. Eso no funcionó", explicó a SEMANA Alberto Barrera Tyszka, autor de la biografía Chávez sin uniforme. Muchos chavistas le dieron la espalda a su líder y el 'No' ganó con el 51 por ciento de los votos.

Después vinieron las elecciones regionales de hace dos semanas, en las que Chávez había prometido vengar su derrota, se empleó a fondo para promover a sus candidatos y amenazó con tanques y cárcel a los opositores. Al final, el Psuv ganó en 17 de los 22 estados, pero la oposición se quedó con los más importantes por su peso político, económico y demográfico, incluida Caracas. Los días siguientes fueron muy difíciles para Chávez, que vio cómo la oposición pudo vender la idea de su victoria. "Chávez ganó desde el punto de vista numérico, pero la oposición gana en la simbología", dijo a SEMANA el analista Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis. "Chávez tuvo que salir a explicar que ganó. Pero los triunfos no se explican, los triunfos se celebran".

Desde entonces, Chávez inició una brutal ofensiva en la que, además de los ataques verbales, les quitó atribuciones y competencias a las gobernaciones y alcaldías donde fue derrotado. Aunque los opositores se han manifestado dispuestos a trabajar con el gobierno central, el Presidente sigue acusándolos de querer sacarlo del poder. "A Chávez no le conviene la oposición que tiene ahorita. Él quiere una oposición golpista y la va a tildar de fascista y lacaya del imperio", opina Barrera Tyszka. "Es como si hubieran dado un golpe de Estado, cuando en realidad lo único que hubo fue una elección y un triunfo electoral".

El principal blanco es Manuel Rosales, ex gobernador del Zulia y alcalde de Maracaibo, de quien Chávez ha dicho varias veces que quiere verlo preso. El mismo día que el Presidente anunció su candidatura, la Fiscalía abrió un proceso por corrupción contra su rival en las presidenciales de 2006. Y por si hiciera falta, casi simultáneamente, un informe de la Asamblea Nacional recomendó que se abra una investigación contra Rosales y otras personalidades a quienes atribuye la "responsabilidad política" sobre un supuesto plan de magnicidio contra Chávez. La mayoría de los nombres son de directores de medios de comunicación de línea opositora, como el diario El Nacional, Globovisión y Rctv (que ahora transmite por cable).

Con su actuación, Chávez parece darle la razón al informe de Human Rigths Watch que le costó a su director para las Américas, José Miguel Vivanco, una polémica expulsión de Venezuela. "La discriminación política ha sido una característica definitoria de la presidencia de Chávez", asegura el documento. Y a reglón seguido, "Otra (...) ha sido el desprecio manifiesto del principio de separación de poderes consagrado en la Constitución de 1999".

En cualquier caso, lo más probable es que los venezolanos tengan que prepararse para otras elecciones definitorias para ponerle límites a Chávez. "Esta pelea la perderá el que se canse primero", dijo a SEMANA el dirigente opositor y director del diario Tal Cual, Teodoro Petkoff. Según explica, ateniéndose a los números de las elecciones, el duelo luce parejo, aunque recuerda que, como ocurrió antes, una parte significativa del chavismo podría abstenerse de votar o votar en contra. "Este es un país partido en dos mitades, para todo efecto práctico. Lo que pasa es que la mitad de él va decreciendo y la mitad del otro lado va creciendo".

El apuro de Chávez para votarlo en máximo dos meses se puede explicar en la caída de los precios del petróleo, del que depende Venezuela. Como asegura Petkoff, "el liderazgo carismático pudo ser muy generosamente lubricado por el gasto público", pero "ahora le toca a Chávez demostrar qué tan bueno es con el viento en contra". Cualquier demora podría complicar sus posibilidades de victoria. De ahí que asuma el riesgo.

Según los números de Datanálisis, sólo el 25 por ciento de los venezolanos está de acuerdo con la reelección indefinida, y el 56 por ciento la rechaza. Pero no hay que subestimar la fortaleza de Chávez. Él se crece en la confrontación y esa parece su estrategia para levantar la enmienda. Además de la enorme ventaja del poder, su popularidad todavía se acerca al 60 por ciento y, como asegura León, "Chávez es un excelente candidato. De lejos, mucho mejor candidato que presidente".