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EL CANTO DEL CISNE

La carta de despedida de Ronald Reagan, con motivo de su enfermedad, es su golpe de opinión más demoledor, uno con proyecciones históricas.

12 de diciembre de 1994

LA VIDA PUBLICA DE ROnald Reagan se ha basado en su enorme talento como comunicador y relacionista. Nadie pretendió nunca que fuera un ideólogo ni un intelectual, y los éxitos en su carrera política se basaron siempre en demoledores golpes de opinión que galvanizaban a sus conciudadanos.

Pero aun los que reconocían esas características del temperamento del ex presidente de Estados Unidos se sorprenden ante su última jugada, una carta a la opinión pública en la que anuncia que tiene el mal de Alzheimer y se despide de sus conciudadanos, en un auténtico canto del cisne de proyecciones históricas.

Hoy muchos se preguntan si Reagan ya estaba enfermo al terminar su último mandato en 1989. Lo cierto es que los rumores sobre su salud venían circulando desde hace algunos meses, según el testimonio de sus amigos, para quienes los cambios comenzaban a hacerse perceptibles. En febrero, en su cumpleaños número 83, Reagan dijo unas palabras que sonaron un poco acartonadas y uno de los asistentes recuerda que comenzó un chiste que no pudo terminar. Tal vez ni él mismo lo sabía, pero esa sería una de sus últimas apariciones en público.

La enfermedad de Alzheimer comienza con la aparición de cambios tan sutiles en la memoria y el razonamieno que pueden pasar inadvertidos aun en exámenes muy minuciosos. Con el tiempo el paciente comienza a tener dificultades para recordar lo que acaba de decir o leer. Poco a poco la situación empeora hasta que comienza a olvidar los nombres de las personas más allegadas, como sus hijos o su esposa.

Más tarde sobrevienen cambios de comportamiento, agitación, paranoia. Es frecuente que la persona comience a dar vueltas por su habitación o a hacer cosas absurdas, como sacar la comida de la nevera y meterla al closet. Los patrones de sueño pueden invertirse y, en general, los familiares comienzan a descubrir a una persona diferente de la que conocieron siempre. La situación se vuelve particularmente dura para el cónyuge, quien debe soportar no ser reconocido o, en ocasiones, hasta el ser agredido por su compañero de toda la vida. A veces el final llega al año de advertidos los primeros síntomas, pero en la mayoría de los casos pueden transcurrir 10 o más años en esas condiciones.

Sabiendo que ese era su diagnóstico, Reagan hizo pública una carta en la que hace lo que podría ser su testamento político, con el elemento dramático y casi cinematográfico de que está utilizando sus últimas facultades mentales para despedirse. El documento tiene los elementos necesarios para conmover a todos los estratos de su sociedad. Primero, reconoce su enfermedad, con el objetivo declarado de crear mayor conciencia sobre una tragedia que afecta a la tercera parte de las personas de su edad. Segundo, el toque humano con la preocupación porque la mayor carga le va a corresponer a su esposa Nancy, a quien quisiera librar de semejante drama. Tercero, el toque religioso, pues menciona tres veces a Dios y, por último, la estocada final de una despedida plena de optimismo por el futuro del país. Una despedida en la que muchos le vieron, de nuevo como actor, como en una más de sus múltiples películas del oeste, perdiéndose en el horizonte con las palabras The End sobre el sol de los venados.

Con esa despedida Reagan logró un nuevo golpe de opinión, que ya se refleja en las encuestas con la subida meteórica de su popularidad. Un nuevo golpe que ya no le representará diviendos en la vida sino en su lugar en la historia.



DESPEDIDA CONMOVEDORA

Mis queridos estadounidenses:

Me han contado recientemente que soy uno de los millones de estadounidenses que será afectado por la enfermedad de Alzheimer.

Al conocer esta noticia, Nancy y yo tuvimos que decidir si como ciudadanos privados mantendríamos este asunto en privado, o si lo haríamos saber en forma pública.

En el pasado Nancy sufrió cáncer en el seno y yo tuve mis cirugías de cáncer. Descubrimos que al haber revelado esas condiciones fuimos capaces de elevar la conciencia pública sobre el tema. Fuimos muy felices al saber que, como resultado, muchos se hicieron examinar

Ellos fueron tratados en etapas iniciales de la enfermedad y pudieron volver a vivir vidas normales y saludables.

Así que, ahora, nosotros creemos que es importante compartir con ustedes. Al abrir nuestros corazones tenemos la esperanza de que se pueda promover una mayor conciencia sobre esta condición. Quizás ello promoverá un entendimiento más claro por parte de los individuos y las familias afectadas.

Por el momento me siento bien. Tengo la intención de vivir el resto de los días que Dios me conceda en esta tierra, haciendo las cosas que siempre he hecho. Continuaré compartiendo la jornada de la vida con mi amada Nancy y mi familia. Planeo disfrutar los grandes espacios abiertos y mantenerme en contacto con mis amigos y partidarios.

Desafortunadamente, a medida que la enfermedad de Alzheimer progresa, la familia con frecuencia soporta una pesada carga. Cómo quisiera que hubiera alguna forma para evitar a Nancy pasar por esta dura experiencia. Cuando llegue el momento tengo confianza de que, con la ayuda de ustedes, ella lo enfrentará con fe y valor.

Para terminar, déjenme agradecer a ustedes, la gente de Estados Unidos, por darme el gran honor de permitirme servirles como su Presidente. Cuando el Señor me llame a casa, cuando quiera que ello suceda, partiré con el mayor amor por este país y con un optimismo eterno por su futuro.

Comienzo ahora el viaje que me llevará al crepúsculo de mi vida. Sé que por Estados Unidos siempre habrá un nuevo y brillante amanecer.


Gracias, mis amigos. Que Dios les bendiga siempre.


Sinceramente,

Ronald Reagan