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El conflicto palestino-israelí enfrenta momento crucial

La petición que presentará Palestina ante la ONU este viernes ha reavivado el debate sobre el proceso de paz entre Israel y Palestina.

Alianza BBC
23 de septiembre de 2011

Este viernes se espera que el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, presente ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas una petición para que sean reconocidos como el Estado 194 del planeta.

La iniciativa ocurre mientras se desarrolla una frenética actividad diplomática para frenar o apoyar esta solicitud ante la máxima instancia de la ONU.

Pese a que se ya ha confirmado que Estados Unidos vetará el reconocimiento de este nuevo Estado, la petición palestina ha reavivado el debate sobre los alcances y la validez que ha tenido el largo y a veces estéril proceso de paz palestino-israelí.

BBC Mundo le ofrece, a través de dos expertos, las visiones de ambas partes frente al fallido proceso de paz.

Visión palestina: puro proceso, nada de paz

Yezid Sayigh

Miembro asociado del Centro Carnegie para Medio Oriente en Beirut

El vacío de la diplomacia liderada por Estados Unidos y la ocupación israelí cada vez más arraigada ha obligado a los líderes palestinos a tratar de lograr el reconocimiento como un Estado miembro de Naciones Unidas.

Cualquiera que sea el resultado de la solicitud del reconocimiento de Palestina en Naciones Unidas, el gobierno de Obama debe enfrentar el hecho de que su manejo global del asunto ha sido un desastre.

Una mirada crítica a lo que falló en la diplomacia estadounidense es esencial, si las propuestas hechas por el presidente Barack Obama y otros líderes ponen en marcha nuevas negociaciones de paz que eviten el mismo resultado a raíz de la decisión de Naciones Unidas.

La actuación del veterano negociador de EE.UU., Dennis Ross, y el enviado especial, Tony Blair, para disuadir a los palestinos prácticamente garantizó que se despertara la desconfianza en los motivos del gobierno y provocó una reacción adversa.

Ross y su equipo de negociadores son conocidos entre los dirigentes políticos palestinos como sesgados hacia Israel y con una inclinación excesiva a intimidar a sus interlocutores.

Como admitió el excolega de Ross, Aaron David Miller: "Durante demasiado tiempo, muchos funcionarios estadounidenses involucrados en el proceso de paz árabe-israelí, incluido yo mismo, hemos actuado como abogados de Israel, encargándonos y coordinándonos con los israelíes a costa del éxito de las negociaciones de paz".

Esta semana, según el diario israelí Haaretz, Ross utilizó un "lenguaje poco diplomático" al enfrentar a los líderes palestinos. Uno tiene que preguntarse qué estaba pensando el gobierno de Obama.

Tony Blair fue, en todo caso, una opción aún peor. El liderazgo palestino no sólo desconfía de él, no le tiene ningún respeto. Sus cuentas de supuestos logros en nombre de la economía palestina están profundamente consideradas como exageradas y utilizadas para promocionarse a sí mismo.

En mis extensos encuentros de los últimos años con funcionarios internacionales en territorios palestinos, hay una opinión muy extendida del trabajo de Blair en la región.

Según un colaborador cercano, durante su breves visitas a Jerusalén, Blair normalmente llega tarde a las reuniones que él mismo ha convocado con altos representantes de los donantes, habla sin una agenda o puntos de acción y luego corre para tomar un vuelo de regreso a sus otras actividades.

Cuarteto irrelevante

El intento de EE.UU. en julio de evitar la petición palestina a Naciones Unidas mediante el uso del Cuarteto -un grupo al que también pertenecen la Unión Europea, Rusia y la ONU- para emitir "cuasi términos de referencia" para nuevas conversaciones de paz fue profundamente inadecuado en términos de sustancia -los otros tres miembros lo rechazaron categóricamente.

Más importante, en todo caso, es que confirmó lo marginal que es el Cuarteto.

Durante años, el Cuarteto ha sido utilizado por EE.UU. para mantenerlos a raya de forma segura mientras establece la agenda y el calendario de acción.

Un claro ejemplo de esto ocurrió en la primavera de 2003. El Cuarteto había acordado establecer un "mecanismo de control" para verificar que israelíes, al igual que palestinos, implementaran la "Hoja de Ruta para la Paz", pero EE.UU. fue puesto bajo la presión de Israel y de forma unilateral descartó el mecanismo cuando se publicó la versión oficial de la Hoja de Ruta, sin consultar a los otros miembros del Cuarteto.

El tiempo para desmantelar el Cuarteto pasó hace tiempo, ya que no ha logrado un equilibrio ni limitar el sesgo de EE.UU..

Puro proceso, nada de paz

La diplomacia de EE.UU. se ha caracterizado por dividirse en múltiples canales que entran en conflicto, lo que ocasiona señales confusas y un impacto débil.

En los últimos cuatro años, los esfuerzos de EE.UU. se han dividido entre el enviado especial George Mitchell (en representación del Departamento de Estado), el coordinador de Seguridad, Keith Dayton (hasta 2010), la Casa Blanca, el Consejo de Seguridad Nacional y la CIA, la mayoría de los cuales sólo han tensado sus relaciones y han entrado en competencia entre ellos con resultados contraproducentes.

Por supuesto, estas disfuncionales batallas internas reflejan el problema más fundamental, un vacío en la política hacia el proceso de paz palestino-israelí que se remonta al inicio del gobierno de George W Bush en el 2001.

Tras 20 años de un largo e inútil proceso de paz, la ocupación israelí y la construcción de asentamientos en Cisjordania y Jerusalén Oriental se han afianzado y el liderazgo palestino ha perdido credibilidad con su propio pueblo en sus negociaciones con Israel.

Un factor principal de este resultado es que la diplomacia de EE.UU. en el contexto palestino-israelí ha sido inepta y con muy poco juicio.

Si debemos creer en las declaraciones públicas sobre el lanzamiento de nuevas negociaciones de paz, entonces el gobierno de Obama debe realizar una revisión a fondo de cómo conduce su diplomacia. Esto no es garantía de éxito, pero es lo mínimo que se puede hacer.

Es necesario reemplazar a los actuales enviados y los mecanismos para alcanzar el "marco legítimo y equilibrado" para las negociaciones solicitadas por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

Conservar el viejo equipo es mantener el monopolio de EE.UU. en el proceso de paz -puro proceso y nada de paz- lo que le dificulta presentarse como un mediador honesto y creíble.

Irónicamente, ahora que el gobierno de Obama parece finalmente haber despertado, haberse enfocado y agudizado sus habilidades -aunque sólo sea para contrarrestar la solicitud de Palestina- tal vez pueda convencerse de dirigir esta energía recién descubierta a un marco diplomático que es internacional más que unipolar, y no sólo de nombre.

Visión israelí: la amnesia internacional

Yossi Klein Halevi

Miembro del Instituto Shalom Hartman en Jerusalén


Lo único que los palestinos tienen que hacer para convertirse en un Estado es convencer a los israelíes de que ello no representa una amenaza.

La solicitud desesperada de los líderes palestinos por ser reconocidos por la ONU fue provocada por la intransigencia israelí. Con esta petición, se están aprovechando de la amnesia de la comunidad internacional.

En dos ocasiones durante la última década, dos líderes israelíes -Ehud Barak en 2000 y Ehud Olmert en 2008- han aceptado la creación de un Estado palestino.

Decenas de asentamientos se habrían retirado, mientras que otros se hubieran concentrado en bloques a lo largo de la frontera, a cambio de que Palestina recibiera una compensación de territorio dentro del propio Israel.

El resultado habría sido un Estado palestino contiguo equivalente a los territorios tomados por Israel en la Guerra de Seis Días de 1967, con Jerusalén como capital compartida.

Pero en ese momento, los líderes palestinos se opusieron con un rotundo no.

La decisión se debió a que el acuerdo habría requerido una significativa concesión recíproca: limitar el retorno de los descendientes de los refugiados palestinos de la guerra de 1948 a un Estado palestino.

Colapso interno

El principal obstáculo para un acuerdo, entonces, no es un territorio ni un asentamiento, sino la insistencia palestina en que tienen el "derecho" de destruir demográficamente al Estado judío. De manera absurda, el liderazgo palestino está exigiendo que los palestinos emigren no sólo a su Estado, sino también al Estado vecino, Israel.

Esa demanda, por supuesto, provocaría el colapso interno del Estado judío. Ese es precisamente el objetivo. Por ello es que los líderes palestinos han rechazado el llamado del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a que reconozcan a Israel como la patria del pueblo judío.

Con un acuerdo definitivo, los palestinos que viven en la diáspora tendrían la opción de volver a su casa Palestina, al igual que los judíos en la diáspora tendrían la opción de regresar a su casa Israel. Esa es la esencia de una solución de dos estados.

Además, se debería ofrecer una compensación a los descendientes de los refugiados palestinos, al igual que a los descendientes de cerca de un millón de judíos que huyeron o fueron expulsados de los países árabes y vinieron, en la miseria, a Israel.

Ese es el tipo de detalles que necesitan ser resueltos en las negociaciones de paz. La votación en la ONU es un intento de los líderes palestinos por evadir las concesiones que tendrían que hacer a cambio de una retirada israelí.

Amenaza existencial

La mayoría de los israelíes reconoce que la actual ocupación es devastadora y que la creación pacífica de un Estado palestino es una necesidad existencial de Israel.

Sin embargo, la misma mayoría también teme que un Estado palestino se convierta en una amenaza existencial.

La pesadilla de Israel es que los misiles -incluso los más primitivos- que sean lanzados desde las tierras altas de Cisjordania a Tel Aviv terminen con la vida normal en este país. En ese caso, cuando Israel trate de defenderse, la comunidad internacional lo tildaría de criminal de guerra.

Esos temores están bien fundados. En 2005, Israel retiró todos sus asentamientos en Gaza y los reubicó en la frontera internacional. Para muchos israelíes centristas, este era el ensayo de una posible retirada de Cisjordania.

Los resultados fueron desastrosos. Miles de misiles cayeron sobre ciudades y aldeas israelíes a lo largo de la frontera de Gaza. Finalmente, cuatro años después de retirarse, el ejército israelí fue enviado de vuelta a Gaza para detener los ataques.

La comunidad internacional reaccionó con indignación desproporcionada. Una de esas muestras fue la creación de una comisión sesgada de la ONU cuya investigación fue dirigida por el juez Richard Goldstone, quien recientemente se retractó de algunas de sus conclusiones.

La profundización de los temores de Israel

El dilema de Israel es único. Se trata, por un lado, de la única democracia que es también ocupante, una situación forzada por los intentos del mundo árabe por destruir al Estado judío en 1967, que ha adquirido un carácter cada vez más permanente.

Por otro lado, Israel es el único país que vive bajo una amenaza de muerte emitida por algunos de sus vecinos más poderosos, como Irán. Israel es el único país que debería intercambiar activos estratégicos por el mero reconocimiento de su derecho a existir.

El poder político palestino tiene como gran aliado a la mayoría centrista en Israel que desea el fin de la ocupación. La clave, entonces, sería convencer a los israelíes de que sería seguro hacerlo.

Los líderes palestinos deben demostrar que Palestina no va a realizar intentos a largo plazo de socavar la viabilidad del Estado judío, ya sea a través de la subversión demográfica de retorno de los refugiados o por medio de ataques terroristas dentro de Israel.

En lugar de alentar el rechazo palestino y las fantasías de un "derecho de retorno" al Estado judío, la comunidad internacional debe hacer algunas preguntas difíciles a los líderes palestinos: ¿por qué han rechazado todas las ofertas para convertirse en Estado desde hace décadas? ¿Realmente esperan que los judíos israelíes acepten un acuerdo que pondría en peligro al único Estado del mundo en el que el pueblo judío es soberano?

La votación de la ONU no hará sino reforzar los temores israelíes acerca de la creación de un Estado palestino. El resultado inevitable será profundizar la tragedia palestino-israelí y distanciarnos mucho más de una solución pacífica y una justa solución mutua.