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Francesco Schettino, capitán del Costa Concordia, y Gregorio De Falco, capitán del guardacostas que atendió la emergencia. | Foto: AP

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El crucero Concordia y la historia de dos capitanes

En Italia el gran debate es el intercambio entre Francesco Schettino, que al parecer abandonó el barco accidentado, y el capitán de guardacostas que le ordenó regresar. Un reflejo de las dos caras del país, dicen.

Alianza BBC
18 de enero de 2012

"Suba a bordo. ¡Es una orden!. Usted abandonó la nave, ahora mando yo. ¡Suba a bordo! ¿Está claro? ¿Me oye?", le reclamaba por radio el capitán Gregorio De Falco a Francesco Schettino, el capitán del Costa Concordia, mientras éste miraba desde tierra el hundimiento del barco.
 
La dramática conversación de ambos capitanes que se filtró a los medios, no sólo destapó los extremos de la tragedia del crucero sino que abrió un debate nacional en Italia. Para los medios italianos y sectores de la sociedad, ambos capitanes, héroe y villano, reflejan dos caras del país.
 
Un juez ordenó este miércoles arresto domiciliario para Schettino.
 
"De Falco, el capitán modelo", titulaba el Corriere della Sera. "Él es la verdadera Italia", acuñaba La Repubblica mientras en redes sociales como Twitter o Facebook se leían mensajes como: "Gracias a Dios que por cada Schettino que hay en Italia hay un De Falco".
 
Hasta la frase del comandante del puerto de Livorno, "Vada a bordo, Cazzo! (¡Suba a bordo, carajo!)", ha comenzado a imprimirse en camisas.
 
De Falco, responsable de la capitanía del puerto Livorno, es un respetado marinero que ante la avalancha de calificativos de héroe ha preferido guardar discreción. "No soy un héroe. Mi voz era la voz de todos los marineros, la voz del mar, que exige respeto y no tolera errores", comentó el comandante después de que se filtrara la conversación este lunes.
 
Para entonces Schettino ya estaba arrestado y la cifra de muertos ascendía a once. Desde el choque del Costa Concordia contra un arrecife de la isla de Giglio el pasado fin de semana, las actuaciones del capitán se han ido desvelando poco a poco.
 
La evacuación de los 4.300 pasajeros del crucero se ordenó una hora después.
 
La conversación de dos capitanes
 
"Estoy aquí, en frente (del barco). Estoy aquí para coordinar el rescate", le dice Schettino a un De Falco que explota de ira: "¿Qué está haciendo qué? Suba a bordo. ¡Es una orden!". "Yo quiero subir pero la lancha de rescate se paró. ¿Se da cuenta que está oscuro y no se ve nada?", balbucea Schettino más adelante.
 
Schettino, marinero de la misma región de De Falco, se enfrenta a posibles cargos de homicidio, responsabilidad del naufragio y abandono del buque.
 
A la mañana siguiente del choque del crucero llamó a su madre Rosa de 80 años que vive en Nápoles para contarle lo que había pasado, señala su hermana en el diario napolitano Il Mattino.
 
"Le dijo que había sido un desastre, que él había tratado de salvar a tantos pasajeros como había sido posible y que no se preocupara porque todo había terminado", detalla.
 
Rafaela, la esposa del capitán Gregorio De Falco, califica de indigna la actuación de Schettino.
 
"Pero lo preocupante es que gente como mi marido, personas que simplemente hacen su trabajo todos los días en este país se conviertan en ídolos o héroes", declaró al Corriere della Sera.
 
Marinos de la misma región
 
La conversación entre De Falco y de Schettino que han escuchado millones de italianos, no sólo los ha transformado en héroe y villano sino que ha avivado las contradicciones, las divisiones del país, el norte próspero y el sur pobre (la tragedia ocurrió en el sur de Italia).
 
"Una de las cosas que más nos ha ofendido es que Schettino y mi esposo son la de misma región de Campani, del sur. Hay tantos De Falco como Schettinos que merecen y que no merecen la etiqueta de marineros", subraya.
 
Rafaela detalla que su esposo apenas ha podido dormir y que ha llorado ante la impotencia de no haber podido hacer nada por las víctimas.
 
De Falco, aficionado a las nuevas tecnologías, a montar en bicicleta y a salir a recorrer Europa en una caravana familiar, describió la conversación con Schettino en una frase: "En el tono de su voz sabía que estaba mintiendo".
 
Schettino no ocultaba su temor al mar, a pesar de los más de 50 travesías al año que tenía que hacer con el Costa Concordia.
 
"No me gustaría ser el capitán del Titanic, obligado a navegar entre icebergs", le dijo a un reportero del diario checo Dnes en 2010 para un especial sobre cruceros de última tecnología.
 
"Pero creo que con la preparación adecuada cualquier situación se puede superar", agregó.
 
"Las tragedias se olvidan"
 
Cuando se le preguntó si la película Titanic (1997) había desalentado a la gente de ir en un crucero, su respuesta fue: "Por suerte, la gente se olvida rápidamente de las tragedias. Es como los accidentes de avión. Todo el mundo piensa que no le puede pasar a ellos", señaló.
 
Mientras las acusaciones contra Schettino aumentan, algunos han salido en su defensa. En Facebook se ha creado una página que defiende su inocencia con más de 2.500 seguidores.
 
De Falco, por su parte, ha prometido "no descansar hasta que aclare todo lo sucedido".
 
Héroe y villano, Italia se mira en la actuación de ambos capitanes en la tragedia.
 
El escritor y columnista Beppe Severgnini ha puesto el dedo en llaga en el debate.
 
"De Falco sólo hizo su trabajo. Y si la normalidad se ha convertido en algo heroico, Italia está en problemas", puntualizó.