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El Dalai Lama deja el liderazgo de Tíbet, ¿pero qué ha logrado?

El Dalai Lama anunció su plan largamente anticipado para abandonar el liderazgo político del gobierno en el exilio de Tíbet y delegar sus funciones en un primer ministro y un cuerpo colegiado elegido.

Alianza BBC
10 de marzo de 2011

¿Pero que qué ha consiguió esta emblemática figura en medio siglo de resistencia pacífica al control del territorio por parte de China?

En 1959, tras el fallido levantamiento tibetano contra la invasión de China -nueve años antes-, centenares de monjes budistas y laicos cruzaban los nevados Himalayas para establecerse en Dharamsala, una ciudad del norte de India.

Entre ellos marchaba un joven veinteañero, Tenzin Giatzo, quien había sido reconocido como el décimo cuarte Dalai Lama, líder político y espiritual de Tíbet.

Con pocos países dispuestos a responder a las acciones chinas, el proyecto de recuperar la nación y sus tradiciones debió parecerle casi imposible al joven líder, quien desde el comienzo dejó en claro su compromiso con el camino de la no violencia.

Medio siglo más tarde, a 52 años del alzamiento tibetano, el Dalai Lama manifestó intención de abandonar el poder político para iniciar un proceso formal de institucionalización.

En su discurso, explicó que desde la década de los años 60 ha insistido en que los tibetanos debían elegir a un representante en quien él pudiera delegar el poder político.

"Ahora, claramente ha llegado el momento de poner eso en práctica", afirmó.

¿Qué consiguió?

El Dalai Lama, en su intención de lograr la autonomía tibetana de China, cosechó algunos triunfos personales.

Por ejemplo, su mensaje ha tenido buena acogida por parte de jefes de Estado y líderes religiosos en todo el mundo.

Actores famosos como los estadounidenses Richard Gere y Steven Seagal se han declarado budistas y se han reunido públicamente con él.

Tras más de medio siglo en el exilio, el alcance de las acciones del Dalai Lama ha ido más allá de su comunidad y ahora es reconocido como una de las principales autoridades espirituales a nivel internacional.

En tres oportunidades (1959, 1961 y 1965) logró que la Asamblea General de Naciones Unidas adoptara resoluciones que exhortaban a la protección del pueblo tibetano frente a la represión china.

Su irrestricta adhesión a la causa de la no violencia llegó a valerle el Premio Nobel de la Paz en 1989. Pero desde entonces la causa tibetana parece no haber progresado, dicen los analistas.

Desgaste

Su postura para resolver el estatus de Tíbet se basa en la idea del "justo medio": autonomía genuina para la región dentro de China.

Sin embargo, el gobierno de Pekín ha desahuciado conversaciones con el Dalai Lama, describiéndolo como un "peligroso separatista", responsable de los disturbios que ocurren en Tíbet de cuando en cuando.

Las conversaciones entre China y los representantes tibetanos en el exilio se rompieron en 1993 y no se reanudaron hasta una década más tarde.

Las tensiones entre Pekín y el gobierno del Dalai Lama se intensificaron luego de los disturbios de 2008 en la región, los peores en 20 años.

Según los cálculos chinos, 18 personas murieron a manos de los "insurgentes", mientras que grupos tibetanos calculan en 200 la cifra de personas muertas por la represión de las fuerzas de seguridad de China.

Medio siglo también parece haber desgastado la adherencia de la comunidad tibetana en el exilio a una resistencia no violenta.

Desde el interior de la propia comunidad se alzan voces que afirman que el pacifismo no está funcionando, y aunque no desconocen la autoridad del Dalai Lama, sí exigen una línea más dura.

Después de que el líder tibetano anunciara su retiro, China instó a Occidente a que no se deje "engañar" por lo que describió como un exiliado político que utiliza la religión para sus "actividades separatistas".

En este panorama abandona el liderazgo político el Dalai Lama.

Lo que viene

El traspaso de poder debe ser ratificado por el Parlamento en exilio, con sede en India, el próximo lunes.

Por otra parte, otro líder del movimiento tibetano, Samdhong Rinpoche, afirmó que no estaba claro que ese cuerpo vaya a aceptar la iniciativa, lo que -en caso negativo- podría derivar en un impasse constitucional.

Por lo pronto, hay tres contendientes principales para el puesto de primer ministro. La novedad es que ninguno de los tres es monje, lo que le agrega un sentido mayor de modernización al proyecto del Dalai Lama.

Algunos analistas ven en el anuncio del líder la intención de proteger el movimiento tibetano mediante la institucionalización política, un gobierno que pueda funcionar sin él.