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El derrumbe de ETA

Hace un mes fueron capturados los máximos líderes de la banda. Y esta semana los dirigentes históricos anunciaron que era hora de dejar las armas. ¿Será su final?

8 de noviembre de 2004

Tras el arresto en Francia hace un mes de los dos máximos líderes de ETA, Mikel Albizu Iriarte y Soledad Iparagirre -alias Antza y Anboto-, la banda terrorista ha caído como un dominó. La policía capturó en las últimas semanas a más de 20 miembros secundarios de la organización y encontró una gran cantidad de armamento, incluidos dos misiles tierra-aire, con el que la banda tenía planeado realizar próximos atentados. Ante esta evidente derrota militar, algunos líderes históricos han enviado desde la cárcel una carta en la cual dicen que "la lucha armada no sirve" y proponen una salida política.

Muchos sectores en España ven en esta misiva una "voluntad de paz" y su deseo de abandonar la lucha armada. Pero el gobierno y los partidos políticos piden cautela porque, según el ex ministro del Interior, Ángel Aceves, ETA "siempre dice lo que le conviene".

Lo cierto es que la banda terrorista jamás había mostrado tanta debilidad. "Esto es morir a fuego lento. No se puede hacer lucha armada a base de comunicados y de proferir amenazas que luego no se cumplen". La importancia de la misiva reside en que sus firmantes ocuparon altos mandos dentro de la organización. Entre ellos se destaca Francisco Múgica ('Pakito'), que fue el máximo dirigente de ETA en la segunda mitad de los años 80 .

"Lo que falla es el motor. Es decir, falla la estrategia político-militar sustentada en la actividad armada (...) el día a día nos está enseñando que no tenemos la capacidad y los medios ... de desplegar y desarrollar una lucha armada suficiente, constante y con capacidad de disuasión; somos muy débiles en ese sentido".

En los años 80, y también desde la cárcel, otro grupo de presos de ETA pidió en una carta a la organización el cese de la lucha armada, pero la respuesta de la cúpula fue expulsarlos de la banda. Sin embargo hoy, cuando todos los grandes líderes políticos, militares y de finanzas de ETA se encuentran en la cárcel, los sectores próximos a la organización en el País Vasco guardan silencio, lo que ha llevado a decir a algunos sectores que la banda "no está en crisis, sino al borde de la extinción".

El analista político Xavier Gurrutxaga, de la Universidad del País Vasco, recordó a SEMANA que a finales de los 70 "ETA tuvo ocasión de negociar con el Estado y, sin embargo, prefirió, en un ejercicio de estupidez política imputable, volver a las andadas pensando que habría una ocasión mejor. De todo ello queda la conclusión de que ni el Estado ni el nacionalismo vasco van a entrar de nuevo en una vía que anteriormente se mostró fracasada. No les queda otra vía que apostar por la refundación de la izquierda abertzale (nacionalista) en términos exclusivamente políticos, donde ETA desaparezca como organización".

Justamente una salida política en estos términos es la que sugieren los líderes históricos de ETA en su carta desde la cárcel. El problema es que los abertzales tienen otros objetivos. Los dirigentes de Batasuna, grupo parlamentario ilegalizado por el gobierno en 2002, quieren asegurarse todo el protagonismo en una eventual negociación con el gobierno de España, según un documento al que tuvo acceso SEMANA el viernes.

Con el título 'Aportación política renovada de la izquierda abertzale', el dirigente Arnaldo Otegi y su grupo relega a la banda únicamente la misión de hablar con los gobiernos de Francia y España para acordar los términos de su desarme y la posible excarcelación de sus presos retenidos en ambos países. Batasuna insiste en que una "consulta popular" y el reconocimiento del derecho de "autodeterminación" para los vascos son las claves para solucionar el conflicto con ETA.

Aunque la carta de los presos etarras y la de Batasuna apuntan a la negociación para poner fin a las acciones de la banda, el grueso de la población española considera que no se debe negociar.

Mariano Aguirre, analista del Centro de Investigación para la Paz (CIP) de Madrid, dijo a SEMANA que "los españoles saben que los partidos nacionalistas vascos siempre han usado la capacidad de guerra de ETA como un chantaje para exigir más autonomía al gobierno central, con lo cual han llevado esta fórmula hasta el agotamiento y han perdido credibilidad".

El actual hundimiento de ETA es el resultado del Pacto Antiterrorista, una alianza suscrita en el año 2000 por los grandes partidos políticos españoles, y de la eficiente cooperación con las autoridades de Francia y Portugal, lugares preferidos de refugio de la banda armada. El objetivo de este pacto es la derrota militar de ETA o su disolución absoluta. Este propósito ya parece haberse cumplido casi en su totalidad. Si se tiene en cuenta que la banda se encontraba bastante debilitada cuando cayó la cúpula (Antza y Anboto), y que tras ellos han venido siendo detenidos integrantes de rango bajo, que al parecer eran de los últimos activos. A comienzos del año, fuentes de la Guardia Civil estimaban en 30 el número de miembros activos de ETA con preparación militar que seguían sin ser capturados y hoy, estas mismas fuentes creen que la cifra puede haberse reducido a ocho o 10 personas que estarían a punto de caer.

El derrumbamiento militar de ETA sumado a las actuales condiciones políticas del país hacen pensar a los analistas en una "autodisolución" de la banda, ya que el gobierno español difícilmente accederá a una negociación. Es posible que un día cercano España se despierte y se entere de que ETA ya no existe. Sería el triunfo de toda una sociedad que ha luchado en los últimos años para hacerles saber a los miembros de la banda terrorista que ya estaban hartos de violencia.