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EL DIA QUE LLEGARON LOS "MARINES"

A 40 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, y 10 años de la de Vietnam los 20 años de la invasión a República Dominicana pasan inadvertidos

10 de junio de 1985

Eran las 5 y 16 minutos de la tarde del miércoles 28 de abril de 1965, cuando un teletipo del Departamento de Estado norteamericano recibió el siguiente mensaje: "Crítico, crítico, crítico: lamento informar situación deteriorándose rápidamente. Pilotos San Isidro cansados desalentados. Despradel dice no puede controlar situación. Jefe MAAG fue a San Isidro halló Belisario Peguero en estado histérico, presionando retirada: cantidad oficiales llorando. Benoit solicita formalmente tropas Estados Unidos. El equipo del país unánimemente considera que ha llegado el momento de desembarcar los "marines". Vidas norteamericanas están en peligro, Propone cabeza de playa "marines" en el Hotel Embajador. Si Washington desea pueden ser desembarcado con el propósito de proteger evacuación de ciudadanos norteamericanos. Yo recomiendo desembarco in mediato". ¿Su autor? El embajador estadounidense en Santo Domingo, República Dominicana, W. Tapley Bennet. ¿Su destinatario? El presidente Lyndon B. Johnson. ¿Las consecuencias? El desembarco en el país caribeño, en ese mismo día, por el puerto de Haina, de 536 "marines" helitransportados que estaban en situación de "stand by" en las cercanías, por órdenes del alto mando norteamericano.
Había comenzado así uno de los hechos que partió en dos la historia de aquel pais caribeño y que aún hoy en Latinoamérica se recuerda como uno de los ejemplos más elocuentes de la "política de cañonetas" que Norteamerica ha practicado con sus vecinos latinoamericanos.
Como ocurriría 18 años más tarde en la isla de Granada, una aguda división en las fuerzas políticas locales (que en d caso dominicano degeneró en una guerra civil) fue el preludio de la intervención norteamericana. El 24 de abril de 1965 un grupo de militares se había sublevado y derrocado el llamado Triunvirato, un impopular y corrupto gobierno de facto (encabezado por Donald Read Cabral) surgido un año y medio antes gracias al golpe de Estado cívico-militar del 25 de septiembre de 1963. El Triunvirato era repudiado por las mayorías nacionales. No en vano éstas habían elegido a finales de 1962 al escritor liberal Juan Bosch presidente de la República, quien una vez posesionado del cargo, reabrió un período de libertad y respeto a los derechos humanos, en contraste con los terribles 31 años de tiranía de Rafael Leónidas Trujillo.
En ese contexto de amargura popular y de persecución política, el Triunvirato era objeto de conspiraciones y alzamientos armados que terminaban generalmente en fracasos. Sin embargo, la sublevación militar del 24 de abril, que levantaba las banderas de un "retorno a la constitucionalidad con la reinstauración del presidente Bosch", pronto ganó el apoyo de la población y de importantes sectores del ejército que le permitió dominar rápidamente gran parte de Santo Domingo, la capital del país. Empero, un sector militar, encabezado por el corpulento coronel de origen árabe Elías Wessin y Wessin --el mismo que había derrocado a Bosch-se opuso al intento del coronel Francisco Caamaño Deñó, quien era la cabeza visible del movimiento "constitucionalista", y estalló la guerra civil.
Tras cuatro días de combates y cuando ya se vislumbraba el triunfo de los rebeldes de Caamaño, como se refleja en el dramático mensaje del embajador Bennet, ocurre el desembarco norteamericano. Aunque Johnson explicó en ese momento que su decisión de enviar tropas de combate a la República Dominicana tenia que ver con la protección de los ciudadanos norteamericanós allí ubicados, lo cierto es que para Washington lo central era el posible desenlace de la guerra civil a favor de los constitucionalistas, que de suceder convertiria, según la Casa Blanca, al pequeño país en "otra Cuba". Bosch era sospechoso para ellos por su ardiente nacionalismo y su poca disponibilidad para perseguir comunistas. Caamaño era un oficial de mentalidad liberal que admiraba profundamente a Bosch y quien durante la dictadura de Trujillo se había distanciado de ésta por haberlo mantenido mucho tiempo a él en el rango de capitán y por su escasa predisposición a mancharse las manos de sangre.
Virtualmente vencidas las tropas de Wessin el coronel Pedro Benoit, uno de sus iugartenientes, es quien acepta redactar una declaración en inglés pidiendo la intervención norteamericana. Sólo que antes de que ese formulismo se hubiera llenado, varios centenares de "marines" ya habían saltado a suelo dominicano. Ante la avasalladora ofensiva de las tropas extranjeras, que las superaban 10 a uno, las fuerzas de Caamaño se ven obligadas a replegarse y a quedar confinadas en el sector colonial de la capital. Bosch, exiliado en ese momento en Puerto Rico, en gesto que aún hoy sus mismos partidarios no comprenden, no regresa de inmediato a su pais para ponerse al frente, como le pedían, del movimiento civico-militar que había derrocado al Triunvirato.
Es cuando en sesión secreta el Congreso dominicano decide elegir a Caamaño presidente de la República, quedando el país con dos gobiernos rivales. Pero la saturación militar norteamericana cambia rápidamente la correlación de fuerzas pese a los fieros combates del 13 al 19 de mayo.
Días antes, los diplomáticos de John son habían logrado que la OEA legitimice la ocupación y apruebe el envia de simbólicas tropas de Brasil, Honduras, Paraguay, Nicaragua, Costa Rica y El Salvador (1.763 en total) a -las cuales, junto con las norteamericanas bautizan "fuerza interamericana".
Los estragos de la lucha pasados los días fueron resumidos magistralmente por un despacho de la AFP que le dio la vuelta al mundo el 20 de mayo: "... de vez en cuando se oyen los ecos de los últimos combates de los insurrectos de Francisco Caamaño, acorralados en Río Ozana... La lucha ha cesado, pasan los equipos de limpieza de Wessin. Aparte del grupo de hombres armados, no se ve el menor rastro de vida. No hay ningún civil en las calles. Por todas partes flota un horrible olor de cadáveres en descomposición... ".
Atrás quedaban 3.000 dominicanos muertos frente a 26 soldados norteamericanos en la misma condición.
Un poco antes de que terminara la lucha militar se inician negociaciones entre el gobierno constitucional del coronel Caamaño y una comisión de la OEA. Después de dos meses y medio de pláticas, periodo durante el cual no cesan los bombardeos a la zona de los constitucionalistas, Caamaño renuncia a su cargo de Presidente no sin antes jurar, ante una imponente audiencia, que seguirá luchando por el retiro de las tropas extranjeras.
Su gesto permite la instauración de un gobierno provisional al frente del cual estara Héctor Garcia Godoy, un abogado que había sido embajador en Washington durante la dictadura de Trujillo.
Veinte años después, tres de los protagonistas de esos terribles días, hanrecordado ese trance. Sus palabras han desconcertado a algunos.
Convertido en un próspero comerciante, Donald Read Cabral dijo el 1 de mayo pasado al New York Times que "quizás la intervención fue una sobrerreacción'' aunque "los resultados fueron positivos". Elias Wessin y Wessin, actualmente un general retirado, afirmó ante el mismo medio que él "nunca creyó que los civiles norteamericanos estuvieron en peligro o que existiera la posibilidad de que la República Dominicana se convirtiera en una segunda Cuba". ¿Cómo explica él entonces la intervención? "Quizás la agencia de inteligencia (del presidente Johnson) se equivocó. Alguien se equivocó': concluye. Y el señor Joaquín Balaguer, probablemente el más beneficiado con el resultado de la ocupación (después fue presidente de la República durante 12 años) liquidó uno de los mitos centrales de esa jornada al decir que la intervención habia sido una "acción unilateral".
El único que no pudo hablar en el aniversario fue el coronel Francisco Caamaño. Doce dias después de dirigir un desembarco rebelde por Azua, el jefe militar fue muerto por tropas del gobierno dominicano el 16 de febrero de 1973 en las montañas centrales de su país. -