EL EMPERADOR DEL PERU
El golpe de Estado perpetrado por el presidente Fujimori podría ser la mayor amenaza a la democracia latinoamericana en este decenio.
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QUIEN EXAMINE LA SITUACION DEL PERU llega a la conclusión de que se acerca a la desesperación. El presidente Alberto Fujimori trató de dar un paso en dirección contraria con su "autogolpe" del domingo 5 de abril, cuando apareció de improviso en las pantallas a las 11 de la noche para anunciar que había cerrado el Congreso y suspendido la Carta para detener "el caos y la corrupción". El anuncio fue respaldado por los militares y condenado por los políticos desde su arresto domiciliario, entre ellos el presidente del Senado, quien clamó por que el pueblo ejerciera su derecho legal a la insurrección. Pero para sorpresa de muchos, el llamado no tuvo eco alguno.
La gente tomó el hecho como lo más natural del mundo. Con un apoyo del 75 por ciento en las encuestas, Fujimori pudo pasear para recibir la ovación popular, un lujo que pocos dictadores suelen darse. La decisión de Fujimori fue vista como la hazaña de un hombre del pueblo (un "chinito") que sacó de un plumazo a los "saqueadores inveterados". Con esa actitud los peruanos ue tienen cierta inclinación por el autoritarismo como parte de su herencia incaicaresolvieron dejar que un solo hombre ejerciera sus derechos. Un nuevo Inca venido de oriente y un mal ejemplo para el resto del continente.
Desde que llegó a la Presidencia tras derrotar al escritor Mario Vargas Llosa, Fujimori quien durante la campaña había atacado la aproximación económica neoliberal de Vargaslanzó un programa de ajustes que hubiera hecho temblar a la escuela de Chicago.
Ese ajuste dio lugar a sacrificios impresionantes y logró reducir la inflación, que bajo el gobierno de Alan García había llegado a un millón 200 mil por ciento, a un cuatro por ciento mensual.
Pero el presidente se encontró con una actitud cada vez más negativa de un Parlamento de oposición y con un poder judicial corrupto y politizado en su contra. Las últimas dos semanas fueron cruciales para que el ejecutivo demostrara lo que llamó la "ingobernabilidad" del país. En cuanto al poder judicial, el gobierno quiso llevar de nuevo a los tribunales el complejo caso del ex presidente Alan García, lo que fue desestimado en menos de 50 minutos. Un juzgado exoneró a Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso, a pesar de los 25 mil muertos de ese grupo terrorista. Por su lado, el parlamento se dispuso a aprobar una legislación de subsidios agrícolas que hubiera, en opinión del gobierno, desvirtuado el programa de ajuste.
También aprobó una ley de recorte de las facultades presidenciales y se autodecretó un aumento en las dietas a 2.500 dólares, cuando el salario mínimo es de 60, y uno de clase media no pasa de 150.
En los mismos días el representante de Sendero Luminoso en Europa, Luis Arce Borja, anunció que Sendero Luminoso, al estilo de Pol Pot en Camboya, estaba listo a matar un millón en esta fase de "equilibrio estratégico".
Con el golpe, el presidente logró capitalizar esa situación, desentrañar del poder a los elementos que lo bloqueaban y de paso autonomía para sus medidas económicas y para enfrentar con mano dura el gran enemigo: Sendero Luminoso y el narcotráfico. Pero aunque Fujimori y sus generales tengan las manos libres, nada indica que por eso se erradique la corrupción o mejore la situación de la guerra.
El jueves Sendero perpetró un espectacular atentado en Lima para demostrar que está listo para seguir la querra con una ventaja adicional: la falta de legitimidad del gobierno. Los analistas opinan que al suprimir la opción de centro, Fujimori dejó a los peruanos con dos posibilidades: O ser del gobierno o de Sendero Luminoso. Por ahora la mayoría se inclina por Fujimori. Pero si la economía nomejora, otra podría ser la historia.
Por eso, es claro que en Perú hay mucho más de por medio que la democracia formal. Con los partidos en receso forzado, los ojos se vuelven hacia los militares, cuya ausencia del gabinete es deciente. Pero el "Chinito" podría sufrir el destino del último autogolpista, el uruguayo José María Bordaberry, eclipsado por sus generales poco después de que asumiera poderes plenos en 1972. Ese sería un destino malo pero piadoso. El peor escenario sería la victoria de Sendero Luminoso y un genocidio a la camboyana. Un escenario que podría hacerse más factible en la medida en que Fujimori retrase o no cumpla su plan de resituación de la democracia. El momento es crucial para América, pero las circunstancias del Perú son difícilmente cinparables con otras democracias en los que el neoliberalismo económico está haciendo estragos, conmo Venezuela y Brasil. De por medio está la seriedad de la OEA y la imparcialidad de Estados Unidos, que enfrenta por primera vez en el Nuevo Continente la dicotomía entre la democracia y los intereses estratégicos del Nuevo Orden Mundial. Un momento crucial para la historia del Perú, que es también la de América Latina.