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EL ESCANDALO DIAZ SERRANO

El ex director de Petróleos Mexicanos es sospechoso de haber cometido fraudes por 10 mil millones de dólares

22 de agosto de 1983

La parábola descendente del senador Jorge Díaz Serrano (62 años) ha sido vertiginosa: hace apenas dos años era director general de Petróleos Mexicanos (PEMEX), el "hombre fuerte" del gobierno López Portillo y candidato a la sucesión presidencial; hoy se pide el levantamiento de su fuero como senador para poder juzgarlo por una compra fraudulenta de barcos; mañana puede cambiar su lujosa residencia en Las Lomas por una celda en el presidio.
Así de rápidas son las mutaciones del poder en estas tierras. Tal vez ello obedezca a una ley histórica que sintetizaba días atrás un columnista: "El sistema mexicano es como Saturno: se come a sus propios hijos". Por eso el "affaire Díaz Serrano" trasciende la anécdota del desfalco y adquiere un carácter paradigmático. Por eso, también, sacude y seguirá sacudiendo, tanto al gobierno como a la sociedad civil.
No todos los días rueda por el polvo un jerarca de tantos kilates como para ser amigo y socio de George Bush, el actual vicepresidente norteamericano. Y aunque se lo acuse por un fraude de "sólo" 59 millones de dólares, la presunción justificada de que pudo alzarse con 10 mil millones convierte al caso en noticia mundial.
Pero hay algo aún más trascendente: Díaz Serrano no está solo en el banquillo; a través de él se juzga a la política petrolera de López Portillo y a la corrupción que anida en todos los niveles del Estado. La gran incógnita consiste en saber hasta qué profundidades (o alturas) llegará esta "autopurga" que el sistema mexicano se ha recetado.
Aparentemente el Presidente Miguel de la Madrid, un político de sólo 47 años de edad, estaría dispuesto a llevar a la práctica su consigna central de las elecciones: "la renovación moral de la sociedad". Los opositores más duros (a derecha e izquierda del PRI) pronostican que "no irá hasta el final"; los partidarios, en cambio, subrayan que "ahorita, sí, la cosa va en serio) "

EL SOCIO DE BUSH
Pasemos a los hechos: Jorge días Serrano, ingeniero mecánico electricista, es un hombre de vocacione otoñales: pasaba los cincuenta cuando obtuvo su maestría en la facultad de Filosofía de la UNAM (1974) y tenía 55 cumplidos cuando, en 1976, entró a la política por la puerta grande, como director general del PEMEX, una de las cuatro petroleras más grandes del mundo. Un ascenso sorpresivo pera irresistible, debido fundamentalmente a su gran amistad personal con el Presidente López Portillo.
Antes de incursionar en las lides filosóficas y colocarse en la vitrina pública, el ingeniero había amasado una sólida fortuna como empresario petrolero y representante en México de poderosos intereses norteamericanos. (Tan poderosos como puede serlo la General Motors Corporation).
Cuando asumió la dirección de la gigantesca paraestatal, ya era dueño o accionista destacado de las siguientes compañías privadas: Electrificación Industrial S. A., Servicios Petroleros EISA, Dragados S. A., Compañía Golfo de Campeche S. A., Golden Lane Drilling Co. de Houston (Texas) y Perforaciones Marinas S. A. (PERMARGO), una firma que alcanzaría escandalosa notoriedad y en la cual compartió amables reuniones de directorio con el señor George Bush, antes y después de que éste fuera designado jefe de la CIA y luego vicepresidente de Estados Unidos.
El reinado de Díaz Serrano en PEMEX se extendió a lo largo de 4 años, seis meses y siete días, al cabo de los cuales México emergió como el quinto exportador de crudo en el mundo. Claro que al precio de un endeudamiento exorbitante, que suma 86 mil millones de dólares y con el costo adicional de una dependencia creciente respecto a Estados Unidos.
En ese lapso fue un verdadero dictador, inmune a todos los cuestionamientos. Según Heberto Castillo, principal dirigente del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) y uno de los críticos más acérrimos del ingeniero, sus fraudes y peculados en esos años superan holgadamente los 10 mil millones de dólares. Castillo lo acusa, entre otras cosas, de haber hecho "desaparecer" de la contabilidad (entre 1977 y 1978) 327 millones de barriles de petróleo que tienen un valor actual de 9 mil quinientos millones de dólares; de haber construido -en forma irresponsable y dolosa- el gasoducto Cactus-Texas (que inicialmente debía servir para transportar gas a E.E. U.U. y que se quedó en mero abastecedor de las industrias del norte mexicano) y que agrega al país un peligro suplementario: el de convertir a la costa mexicana del Golfo "en un posible blanco nuclear en caso de una confrontación bélica mundial ".
Pese al traspiés del gasoducto, pese al escándalo del Ixtoc -un pozo marítimo que se incendió en junio de 1979 causando pérdidas superiores a los 100 millones de dólares y cuya responsabilidad se atribuye a PERMARGO- Díaz Serrano siguió impasible e impune en la conducción de PEMEX, gracias al aval presidencial. Un apoyo que perdió recién en junio de 1981, cuando bajó el precio del crudo de exportación por las suyas, sin consultar al equipo económico ni al presidente de la República. Con esa baja unilateral México favoreció la tendencia depresiva del mercado mundial y quedó como un "esquirol" a los ojos de la OPEP. El escándalo alcanzó cuotas muy elevadas y Díaz Serrano fue obligado a renunciar.

LA CAIDA DE UN INTOCABLE
Pero el hombre no se fue a su casa. Primero ocupó una fugaz embajada en la U.R.S.S.; luego fue premiado con una senaduría por el Estado de Sonora, su tierra natal, que es la que le otorgó el fuero que ahora demora su proceso penal.
Sin embargo, había entrado en franca declinación. Y el declive se convirtió en caída con la nueva administración de Miguel de la Madrid. El nuevo Presidente creó la Secretaría de la Contraloría para fiscalizar la honestidad de los funcionarios públicos y una de las primeras investigaciones de la flamante dependencia fue precisamente, PEMEX. Dos altos ejecutivos de la paraestatal fueron consignados por recibir sobornos de firmas norteamericanas y tuvieron que huir del país. Era un indicio positivo, pero nadie creyó que se llegaría "al cerebro".
Y se llegó: el 29 de junio último la Contraloría, conjuntamente con la Procuraduría General de la República, solicitaron al Congreso el desafuero del senador Díaz Serrano para que pudiera ser procesado por la justicia. Los legisladores dieron inicio al trámite correspondiente al exigir del imputado la "autodisciplina"; o sea que no abandone el territorio nacional ni desfigure jurídicamente su patrimonio.
De allí a levantarle el fuero, el juicio y la cárcel, hay todavía una serie de pasos engorrosos, pero todo hace suponer que existe la voluntad política de acelerar el expediente. El cargo concreto que se le formula es mínimo en relación con su currículum, pero puede bastar para mandarlo entre rejas. Se lo acusa de haber comprado a un intermediario dos barcos para transporte de gas por un valor de 148 millones de dólares... ¡cuando la empresa fabricante los dejaba en 124 millones! No contento con eso, financió la operación por medio de créditos onerosos que elevaron la pérdida de PEMEX a 59 millones de dólares.
Ya casi nadie recuerda los términos concretos de la acusación, la gente se pregunta si se "destapará " toda la olla y, sobre todo, quién será el siguiente.