Home

Mundo

Artículo

EL ESPECTRO DE "HONORABLE SOCIEDAD"

¿ Qué hay tras el asesinato del general Dalla Chiesa?

11 de octubre de 1982

La "Operación Carlo Alberto", como la había denominado la mafia, terminó el 3 de septiembre, en pleno corazón de Palermo. Hacia las 9 y media de la noche, un automóvil conducido por Emanuela Sotti Carraro, de 32 años, casada con el general desde hace dos meses, desemboca en una pequeña plaza seguida, de cerca por una Alfetta 2.000 en la que se encuentra Doménico Russo, chofer y guardaespaldas del general Dalla Chiesa.
En pocos segundos los carros son cercados y ametrallados por todas partes. El general muere instantáneamente; su esposa poco después.
Según la reconstrucción del atentado, el comando mafioso utilizó por lo menos dos carros, incendiados un poco más lejos, una motocicleta y además de las metralletas, un fusil Kalachkinov, arma preferida de los terroristas italianos.
La "operación", llevada a cabo por profesionales del crimen habría durado, segun los raros testimonios, unos 20 segundos. Pero la policía dispone de pocos indicios. En efecto, en plena capital de la mafia, los eventuales testigos repiten: "Yo no vi nada".
¿Quién era el general Dalla Chiesa? Nacido en Saluzzo, norte de Italia, en 1920, en una familia militar, este general había iniciado su carrera en Sicilia como comandante de una brigada especial de lucha contra la mafia.
Enviado durante varios años a Milán para reorganizar el cuerpo de Carabineros, Dalla Chiesa, fue trasladado a Palermo, esa vez como coronel para continuar la lucha contra la "honorable sociedad". Su firmeza y su intransigencia le permitieron arrestar a dos de sus jefes: Frank Coppola y Gerlando Akberfi. Ascendido a general de brigada, Dalla Chiesa es designado en 1973 responsable de la lucha contra el terrorismo, particularmente activo en Turín, Milán y Génova.
Dos años más tarde, gracias a los métodos clásicos de infiltración, sus servicios detienen a Renato Curcio, Margherita Cagol y otros "jefes históricos" de las "Brigadas rojas".
En 1978 el general es nombrado responsable de la seguridad de las cárceles, con la misión específica de poner fin a las frecuentes fugas. Crea entonces 11 cárceles "especiales" y así soluciona el problema pero sus métodos represivos suscitan una polémica similar a la de 1974 cuando sus carabineros acabaron con una rebelión en una cárcel de Alejandría mediante un brutal asalto que dejó siete muertos; cuatro reclusos y tres rehenes.

MORIR EN PALERMO
"Policía limpia no hay o no es buena policía" respondió esa vez el general antes de agregar: " Yo hago la guerra " En agosto del mismo año, tres meses después del asesinato de Aldo Moro, el jefe de gobierno, Giulio Andreotti, propone otorgarle poderes especiales para crear un nuevo servicio antiterrorista. Los partidos políticos, reticentes ante el general que sus mismos colegas habian bautizado como "el zorro" deciden apoyar la iniciativa del gobierno. El general obtiene así la comandancia de la división de los carabineros de Pastrengo, con 125.000 hombres, y gracias a los computadores y otros medios modernos de investigación, logra detener en febrero de 1980 a Rocco Micaletto y Patricio Peci, jefes de las "Brigadas Rojas" de Turín y Génova. Más tarde el número uno de los carabineros logra convencer a Patricio Peci de "colaborar con la justicia italiana". Entonces el terrorista arrepentido y más tarde otros detenidos, entregan a sus camaradas. Unos son arrestados, otros perecen en enfrentamientos con los carabineros.
Después de haber desmantelado a esa organización, el general acepta una proposicion del gobierno Spadolini: ir a Palermo, como prefecto para combatir a la mafia siciliana. "La prefectura no me interesa, repitió en varias entrevistas, lo que me interesa es la lucha contra la mafia, contra el crimen organizado".
Deseoso de restituir el poder del Estado, el general Dalla Chiesa estimaba inútil combatir a la mafia con los métodos clásicos. Primero porque los mafiosos arrestados permanecen fieles a "L'ormeta", la ley del silencio, la que evita conocer y detener a los verdaderos cerebros de la organización, y, en segundo lugar, por la dificultad de encontrar colaboradores en una ciudad como Palermo en donde 200.000 personas se beneficiarían clandestinamente de las actividades de la mafia.
El índice de consumo más importante del país y la apertura de cuentas bancarias cuyo incremento supera en 500 por ciento el del resto de Italia, muestran que Sicilia y Catania son las regiones italianas beneficiadas por las sumas colosales del tráfico de drogas y de armas.

TRES MIL EN LISTA
Sin haber obtenido "plenos poderes", el general Dalla Chiesa decidió utilizar el sistema financiero y fiscal para establecer un mapa "político financiero" de la región. Su fin era evidente: estudiar la fortuna de los "nuevos ricos", averiguar el origen de las propiedades de ciertas capas "respetables" que, según el general, reconvertían el "dinero sucio". También trataba de establecer los vínculos entre esos "nuevos ricos" y los responsables de la "multinacional del crimen".
La lista con 3.192 nombres que el ministro de Finanzas le había suministrado algunos días antes de su asesinato, constituía un primer paso. En ella figuraban, entre otros, según dijo el "Corriere della Sera", los apellidos Creco, Marcheses, Bagarella, Provenzano. Riina. Es decir, los clanes de "mafiosi" que están reemplazando las viejas bandas denominadas Spatola, Inzerillo y Botande.
De ahí que la muerte del general haya sido sentida en Italia como un desafío del "poder invisible" contra las instituciones democráticas, pero su desaparición ha agudizado la separación entre el "país real" y los partidos del gobierno, cuyos representantes fueron insultados por el pueblo de Palermo el día del entierro del general y su esposa.
¿Por qué, preguntaron algunos periódicos, el parlamento tardó más de un año en votar la ley antimafia aún después de que su autor, el diputado comunista Pío della Torre, fuera asesinado? ¿Por qué la democracia cristiana había rechazado votar en favor de los poderes excepcionales reclamados por el general? ¿Por qué el general se sentía"abandonado" por los partidos gubernamentales, como lo prueban sus llamadas a los directores de los periódicos "República", independiente, y "L'Unité", del PCI, solicitándoles su apoyo en la lucha contra la mafia? ¿Por qué, en fin, había advertido al general que rechazar el carro blindado, viajar en bus o trasladarse sin guarda espaldas, tal como hacía en Palermo, era provocar un atentado de la mafia contra un alto representante del Estado?
A pesar de todo, "el general habrá ganado la última batalla", escribió un periódico de Sicilia. Dalla Chiesa ha hecho tomar conciencia, en efecto, de que la mafia no es un fenómeno local sino un verdadero cáncer que ha penetrado el parlamento y las instituciones del estado italiano, como lo ha reconocido el jefe del gobierno Giovanni Spadolini.
El hijo de Dalla Chiesa, sociológo y profesor universitario, acusa a la Democracia Cristiana de ser "responsable" de la muerte de su padre.
El nombramiento de Emmanuelle de Francesco, antiguo jefe de los servicios secretos italianos, en reemplazo del general Dalla Chiesa, la atribucion de poderes especiales, a pesar de la oposición de un sector de la democracia cristiana y el voto de la ley antimafia, congelado desde hace un año, podrían indicar que las autoridades italianas han comprendido que un general, por excepcional que sea, no puede combatir solo a la "honorable sociedad".
José Hernández (París)