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EL GRAN GANADOR

La presidencia del Brasil se dirimió entre dos izquierdistas que colaboraron entre sí, pero que ahora encarnarán las dos caras del país.

7 de noviembre de 1994

LA DE FERNANDO HENRIQUE CARDOSO EN las elecciones presidenciales de Brasil, podía haber sido la crónica de una victoria anunciada. Al menos en los últimos meses previos a los comicios, era evidente que el profesor universitario de 63 años era el seguro ganador de unas elecciones que enfrentaban a dos hombres provenientes de la izquierda. Lo curioso es que hasta junio pasado, la ventaja de su contendor, Luis Ignacio 'Lula' Da Silva, parecía insuperable.

Pero en julio entró en vigencia el 'Plan Real', diseñado por Cardoso cuando era ministro de Hacienda. Según éste, se crearía una nueva moneda a la par con el dólar, y se pondría en marcha una estrategia anti-inflación. Pronto las preferencias de los brasileños comenzaron a cambiar, porque el bendito plan parecía funcionar, lo que marcó un contraste demoledor con los cinco cambios de denominación monetaria experimentados en los últimos ocho años (cada uno más desastroso que el anterior).

Lula estaba hasta entonces convencido de su triunfo, porque el ex obrero metalúrgico, emigrante hacia Sao Paulo desde las paupérrimas zonas del noreste, ex sindicalista, encarnaba las aspiraciones de los millones de brasileños que viven en la pobreza.

Pero como se demostraría con el paso de las semanas, eso no era suficiente. Lula no detectó a tiempo que el problema vital del país era la inflación (su programa lo trataba sólo en la página 150) y, en su error más garrafal, calificó al 'Plan Real' de truco electorero del gobierno, aún a despecho de que sus resultados eran innegables. La inflación bajó del 45 por ciento en junio, al 1,5 en septiembre.

De ahí en adelante, la elección se volvió como la pelea de tigre con burro amarrado. El sector privado, que había dado un cauto apoyo al candidato Cardoso, cerró filas en su respaldo, porque por fin tenía una figura respetable y exitosa para detener la 'amenaza' de Lula. Y, lo que resultó más significativo, los sectores populares abandonaron el estribillo de Lula para pasar a adorar a ese políglota, de modales refinados y cultura vastísima, que se les parecía mucho menos.

Los dos candidatos trabajaron juntos en otras épocas, cuando ambos se acercaban por posiciones y luchas comunes en contra de las dictaduras militares que dominaron a Brasil entre 1964 y 1985. En 1978, a los 47 años, Cardoso inició una tardía carrera política al intentar ser elegido senador por Sao Paulo. Lula, en ese entonces líder sindical, le sirvió como un guía para que el intelectual, que acababa de regresar de los medios académicos de París, pudiera hablar a los obreros en las puertas de las fábricas.

En esa ocasión Cardoso no logró ser elegido, pero tuvo un desempeño excelente para un neófito, lo que le significó, a la larga, convertirse en miembro del parlamento. Comenzaba una carrera meteórica que le llevó, a los 63 años, a convertirse en el presidente más esperanzador para los brasileños.

Fernando Henrique Cardoso nació el 18 de junio de 1931 en Rio de Janeiro. Miembro de una familia de clase media, es conocido en el mundo entero como coautor de Dependencia y desarrollo en América Latina, que marcó un hito en la interpretación de los problemas del subcontinente. Arrestado en 1969 por los militares, que le prohibieron seguir dictando su cátedra, fundó Cebrap, un instituto de análisis y planeación, cuyas oficinas fueron voladas por terroristas de extrema derecha en 1974.

Cardoso se autodefine como "la izquierda viable", que permite tanto la apertura y liberalización económica, como una gran actividad de beneficio social. Sus propuestas son idealistas, pero también muy concretas, porque como dijo un observador en Sao Paulo, "Brasil tiene un líder con autoridad no sólo moral y técnica, sino política".