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EL HECHIZO DE NEW HAMPSHIRE

En la historia de las elecciones primarias norteamericanas ganar en este pequeño Estado es muy significativo. Gary Hart, lo logró y ahora tratará de convertirse en la Némesis de Mondale

2 de abril de 1984

"Los últimos serán los primeros". Este precepto bíblico, nada político, parece tener, sin embargo, gran vigencia en las elecciones primarias norteamericanas. New Hampshire es uno de los más pequeños Estados de los 50 que componen la Unión Americana, y pese a ello ya es tradicional que allí se hacen y deshacen candidaturas presidenciales. Muchas veces las más opcionadas figuras políticas se estrellan irremisiblemente allí, mientras que otros candidatos, desconocidos hasta entonces, saltan a un primer plano de la noche a la mañana, gracias al halo mágico de los votos de los ciudadanos de New Hampshire.
Esto es así porque en New Hampshire ocurre la primera de las 50 elecciones primarias de los Estados Unidos. Si bien en el Estado de Iowa se efectúa una elección anterior, en donde votan los delegados del respectivo partido en una especie de cónclave (que en inglés se designa con la palabra caucus), en New Hampshire, en cambio, vota el ciudadano de la calle.
Aunque esta votación es insignificante en relación con la de los demás Estados, más grandes y más poblados, lo que New Hampshire dice siempre es clave por el efecto multiplicador que, gracias a los medios de comunicación, tiene esa primera medición electoral.
Ya es un proverbio que quien quiere ser Presidente en Norteamérica debe triunfar allí. De hecho, todos los Presidentes contemporáneos de los Estados Unidos no han dejado de ganar la primaria de New Hampshire. Tal fue el caso de John F. Kennedy, quien a los 41 años, de empeñoso senador de agradable cara y palábra rápida, pasó a ser un candidato con serias posibilidades de éxito, al derrotar a los muy majos senadores Humphrey y Stevenson, en 1960.
Algo parecido sucedió en 1976 con Jimmy Carter. Perfectamente desconocido en esos momentos, pues su única actuación pública había sido como gobernador del lejano Estado de Georgia, Carter derrotó en New Hampshire a 12 rivales de mayor renombre que él, incluyendo al senador Walter Mondale, iniciando así una de las más fulgurantes carreras hacia la presidencia en la historia de los Estados Unidos.
Pero así como New Hampshire "hace" Presidentes, también puede liquidar las esperanzas de los candidatos más opcionados. En 1972, Edmund Muskie, quien tenía un aura de invencibilidad como la tiene hoy Mondale, encontró allí su Némesis. Un panfleto anónimo que circulara por el Estado y que contenía alusiones calumniosas a la moralidad de su esposa, lo hizo llorar en público una semana antes de la elección. Al hacer los escrutinios, Muskie quedó en segundo lugar, ante el poderoso avance de George McGovern, quien gracias a ese triunfo consiguió más tarde la nominación demócrata. Ese triunfo de McGovern fue atribuido, curiosamente, a un estratega electoral de 34 años que hasta hoy sigue siendo considerado como el mayor "genio" en la materia: Gary Hart. Lo único malo fue que Richard Nixon, candidato republicano --quien también había ganado en New Hampshire-- le ganó la elección presidencial a MacGovern.
Otro viraje inesperado, atribuido al hechizo de New Hampshire, ocurrió en 1968. Esta vez "la victima" fue el presidente Lyndon Johnson, quien aspiraba a ser reelegido, sin que a nadie se le ocurriera que él podría tener dificultades. Pues bien, un senador poco conocido, Eugene McCarthy, decidió enfrentarse al Presidente con una sola bandera: su oposición a la guerra de Vietnám. El audaz challenger terminó quedándose con el 40% de la votación en New Hampshire sin disponer de maquinaria política alguna. Tan abrumador golpe llevó a Johnson a retirar su candidatura de inmediato.
Ahora, en 1984, el hechizo de New Hampshire vuelve a deparar sorpresas. El senador Gary Hart, quien había obtenido el segundo lugar en el caucus de Iowa, resultó ser el triunfador neto en New Hampshire, al derrotar al "imparable" Walter Mondale. Hart obtuvo el 40% de los votos, Mondale el 29% y Glenn un humillante 13%.
Hart, considerado en 1979 como uno de los 10 hombres "más seductores" de Estados Unidos, tiene la reputación de ser un experto en armamentismo, energía y economía. Senador por Colorado desde 1974, inició su carrera política bajo los auspicios de los Kennedy, en especial de Robert, con quien trabajó en dos oportunidades, primero en el departamento de Justicia y luego como asistente en la secretaría del Interior. Tras el asesinato de Robert Kennedy, Hart se convirtió en organizador de la campaña de McGovern.
Hart es partidario de reducir los gastos de Defensa, modificar el sistema impositivo para revitalizar la industria y la educación norteamericanas. Ha cultivado la imagen de ser un fuerte partidario de la ecología y un ávido buscador de fuentes alternas de energía. Muchas estrellas de cine son amigas suyas por haberlas conocido en 1972 cuando la campaña McGovern. Su relativa poca edad (47) y su insistencia en hablarle a "la nueva generación" lo está dotando de un cierto glamour que podría ser muy efectivo en una campaña en la que el contendor sea Ronald Reagan, el Presidente más viejo de toda la historia de los Estados Unidos.
Hasta el relumbrón de New Hampshire, Gary Hart era uno de los candidatos con menores posibilidades, en parte por sus tendencias neoliberales, carecer de registros en las encuestas de opinión y andar, su campaña, mal de finanzas.
Pero el triunfo en New Hampshire no lo es todo. Hart está aún lejos de convertirse en el ganador de la nominación demócrata. La ventaja de Mondale es abrumadora en cuanto a encuestas y organización, y aún falta ver lo que puede lograr otro candidato con notable carisma, Jesse Jackson, quien está a la espera de que le toque el turno a las primarias del sur de los Estados Unidos, donde se supone que él tiene apoyo.
Quien está feliz con el momentáneo triunfo de Hart es John Glenn pues el revés de Mondale le permite a Glenn seguir flotando como candidato hasta las primarias en los Estados más grandes, al menos hasta el "supermartes", día en que se realizarán primarias en varios Estados a la vez.
Pese a todo, en New Hampshire también acaba de ganar el propio Reagan, quien en acto que pasó casi desapercibido, y en competencia con alguien que osó correr contra él, sacó el 97% de los votos, los suficientes como para seguir llenando de miedo a los demócratas, aún al flamante Gary Hart.--