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EL LAGO ASESINO

Las emanaciones de un cráter bajo el lago Nyos matan a 1.500 personas en Camerún

29 de septiembre de 1986

Camerún, una pequeña nación del Africa Occidental cuyo territorio es la tercera parte del de Colombia, conformada por 10 millones de habitantes provenientes de más de 200 tribus con 24 idiomas diferentes, exportadora de café, bauxita, gas natural y recientemente de petróleo, y ordinariamente olvidada por la prensa internacional, constituyó esta semana el centro de atención mundial.
No tanto por la visita del primer ministro de Israel Shimon Peres, con el fin de reanudar las relaciones diplomáticas interrumpidas desde la guerra árabe-israelí de 1973, sino -trágicamente- por haber sido el centro de un accidente natural, poco usual en su género, cuyas consecuencias son más de 1.500 muertos y 2.500 damnificados.
Ajenos a la inquietud que se respiraba en la capital Yaoundé, a raíz de la primera visita en 20 años de un Primer Ministro israelí a una nación del Africa negra, los cerca de 5.000 moradores de la zona aledaña al Lago Nyos, al noroeste del país, fueron sorprendidos en la noche del viernes 22 de agosto por una nube letal de gases tóxicos de origen volcánico. Una estruendosa explosión, seguida de una ola de calor y un penetrante olor a huevo podrido fueron la corta antesala del desastre. En cuestión de segundos, los habitantes de las poblaciones de Cha, Subum y Nyos quienes en su mayoría se hallaban durmiendo, fueron invadidos por una oleada mortal de lo que se cree fue una mezcla de sulfito de hidrógeno, monóxido y dióxido de carbono, proveniente del cráter al fondo del Lago Nyos. Para las víctimas, pequeños agricultores y ganaderos, la agonía fue intensa, pero corta. Aunque algunos de los cadáveres fueron encontrados en las calles, con antorchas en las manos, o en los caminos, después de la inhalación de gases de tan alta toxicidad la muerte se produce en cuestión de minutos e incluso de segundos. "Sin saber de dónde, aparece de pronto una nube misteriosa y la gente empieza a caer", según descripción de uno de los sobrevivientes.
Tal como en su momento lo viviera Colombia con la tragedia del Ruiz, los problemas más apremiantes, según lo manifestado por el presidente Paul Biya, son la amenaza de una epidemia por la descomposición de los cadáveres que no han podido ser recuperados, la carencia de refugio para los damnificados que han sido evacuados y de atención médica adecuada para los heridos.
Aunque la zona afectada no sobrepasa los 10 kilómetros cuadrados, las labores de rescate se han visto seriamente dificultadas, no sólo por el escaso acceso vial a la región, sino también por la alta concentración de gases aún presente en el área. Provistos de máscaras antigases, miembros de los cuerpos de auxilio del Camerún, de la Cruz Roja Internacional, y del equipo médico que el primer ministro Peres trajera consigo a última hora a raíz del desastre, han tratado de auxiliar a los sobrevivientes y proceder a la labor de su evacuación y ubicación en un sitio seguro.
Para la nación africana, éste constituye el segundo desastre de origen volcánico en dos años. En agosto de 1984, 37 personas murieron por inhalación de dióxido de carbono proveniente del lago Monoun, en la misma zona volcánica. Castástrofes como la de Nyos, originada al parecer por un ligero temblor de tierra que removió los gases concentrados en el fondo del cráter, son consideradas empero, poco usuales en su género. Causas similares se atribuyen a las tragedias del Santorini en Creta en 1707, el Vesubio en Italia en 1906 y a la explosión volcánica que dejó en Java, en 1979, un saldo de 142 muertos.
En Colombia, en 1949, 16 estudiantes que exploraban el cráter del volcán Puracé murieron también por inhalación de gases volcánicos. El accidente se debió, sin embargo, a la proximidad de las víctimas al cráter y no a una liberación accidental de gases. Una catástrofe como la del Camerún es improbable que ocurra en Colombia. Según Eduardo Parra, experto de Ingeominas consultado por SEMANA, no hay en Colombia lagos de origen volcánico similar, donde se pudiera originar una catástrofe semejante. Con orígenes y características completamente diferentes, el Nevado del Ruiz sigue siendo por ahora, al parecer, la única amenaza de este tipo que se cierne sobre los colombianos .-