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EL LENILISMO ES TERCO

El discurso de Gorbachov es menos optimista, pero más realista que el de Kruschev hace 30 años.

7 de diciembre de 1987

"Los hechos son tercos", explicaba Lenin, fundador de la Rusia Soviética. Es difícil cambiarlos. Y ése hubiera podido ser el epígrafe escogido por Mijail Gorbachov para su esperado discurso del día 2 de noviembre, en la conmemoración de los 70 años de la Revolución de Octubre (pues uno de los hechos que ha cambiado en la URSS en este lapso ha sido el calendario).
Podría ser el epígrafe del discurso porque, para Gorbachov, la tarea consiste en cambiar la Unión Soviética heredada de Lenin y de Stalin. Y no es fácil. Su "perestroika" (reforma) y su "glasnost" (transparencia) son a la vez el instrumento y el objetivo de ese cambio, pero hasta ahora es más lo que se habla de ellos que lo que han reformado o transparentado de verdad en ese opaco y pesadísimo país que es la URSS. Quizás la única transformación que han logrado hasta ahora es la de haber vuelto personalmente millonario a Mijail Gorbachov: por la venta de los derechos de autor de sus libros en la Feria de Franckfurt, los editores de Occidente le pagaron cifras escandalosas. En cuanto a las demás transformaciones, Gorbachov las prometió para los años que vienen, que serán -anunció en su discurso- "complicados, decisivos y críticos". Porque, advirtió, "existe una resuelta intensificación de la resistencia al cambio que oponen las fuerzas conservadoras".
El problema estriba es que en la Unión Soviética las "fuerzas conservadoras" son el partido comunista. Y no hay más fuerzas: el PC lleva 70 años encargándose de impedir que las haya. Esa vocación totalitaria de omnipotencia, de infalibilidad y de exclusividad que en el Octubre de Lenin fue la principal virtud del partido para cambiar a la Santa Rusia, se ha convertido en su principal defecto para cambiar a la URSS. El partido es infalible, como el Papa para los católicos, y "siempre tiene razón", como la tenía el Duce para los fascistas italianos: en eso consiste la "vanidad comunista", que hace pocos meses denunció Gorbachov en un discurso en Leningrado; y en consecuencia es incapaz de reconocer sus propios errores (para no repetirlos, hubiera recomendado a Marx).
Tres horas duró el esperado discurso del líder soviético. Se preveía que habría en él revelaciones espectaculares, condenas estruendosas del pasado, visiones exaltantes del futuro; y se le atribuía de antemano una importancia histórica comparable a la del famoso Informe de Nikita Kruschev ante el XX Congreso del PCUS, hace 31 años, en 1956. Aquel informe secreto, muy pronto filtrado a Occidente, en el que Kruschev denunciaba los crímenes masivos de la era de Stalin y anunciaba una "perestroika" a su manera, que por entonces los comunistas chinos (hoy también ellos en plena cura de reforma)llamaron despectivamente "revisionismo". Pero si aquel discurso de Kruschev estaba lleno de optimismo en las propias fuerzas, el de Gorbachov ahora está lleno de cautela y de advertencias pesimistas. Las "fuerzas conservadoras" -explicó- "aprovecharán cualquier dificultad para desacreditar la perestroika y provocar el descontento de los trabajadores.". Y por eso -añadió criticando a sus propios partidarios dentro del PC, los nuevos reformistas- "no se pueden saltar etapas ni hacerlo todo de un golpe", y son censurables quienes "muestran una impaciencia desmesurada".
Para ilustrar su crítica, Gorbachov puso justamente el ejemplo fallido de Kruschev: lo elogió por su "valor" en la denuncia de la represión stalinista, pero le criticó (ortodoxa, brejnevianamente) su "voluntarismo" para lograr los cambios que prometió, y que no pudo cumplir.
La diferencia entre el revisionismo kruscheviano de hace 30 años y la "perestroika" gorbachoviana de hoy no es solamente de tono, sino de enfoque y de expectativas. Kruschev criticaba más duramente el pasado y anunciaba más entusiastamente el porvenir: por fin el verdadero comunismo, que arrollaría definitivamente al capitalismo declinante. Las denuncias de Gorbachov sobre el pasado se quedan cortas: habla solamente de "millares", y no millones, de personas que fueron "sometidas a medidas represivas masivas". Y para el futuro promete, sobre todo, nuevas dificultades, consciente de que la URSS, por haber dedicado 70 años a la cristalización burocrática de su revolución política y al fortalecimiento militar, ha perdido en el camino, como quien pierde un tren, la revolución tecnológica y la revolución del consumo masivo. Por eso no aprovechó Gorbachov la coincidencia de que al otro lado del mundo, y mientras él hablaba, fueran desmoronándose las bolsas de valores y el capitalismo pareciera hundirse en una nueva recesión para anunciar que, esta vez sí, se trataba de la profetizada "crisis final" del sistema.
Ese tono cauteloso, carente de todo triunfalismo, se explica porque Gorbachov sabe perfectamente cual es la contradicción que tiene entre manos: la de hacer la reforma de la URSS precisamente con las fuerzas que se oponen a que la URSS sea reformada. Por eso su discurso fue una exaltación del leninismo, cuando es precisamente en la fidelidad dogmática al leninismo donde está la raíz de los problemas actuales. En su somero repaso (apenas revisionista) de la historia soviética, Gorbachov no acusó a nadie ni rehabilito a nadie. Trotsky sigue siendo un pequeño burgués amigo de armar enredos. Stalin, aunque culpable de "imperdonables arbitrariedades", sigue teniendo en su activo la colectivización forzosa, la industrialización acelerada, la organización de la guerra patriótica contra los nazis y, sobre todo, la defensa del leninismo contra Trotsky. Bujarin, de quien algunos esperaban escuchar una rehabilitación en regla, es apenas repescado del "basurero de la historia" por los faldones de la levita: tuvo una "importante contribución" en la lucha contra el trotskismo, y además acabó "reconociendo sus errores". Con esa frase elíptica saltó Gorbachov sobre los terribles procesos de Moscú del año 38, cuando todos los viejos bolcheviques, encabezados por Bujarin, hicieron las más abyectas confesiones bajo la tortura y fueron condenados a muerte.
Es verdad que esta tímida revisión de la historia soviética es solamente un comienzo. Gorbachov anunció en su discurso la creación de una Comisión, dependiente del Comité Central, encargado de redactar una nueva (y esta vez verdadera) historia del PCUS. Pero también es cierto que la ambición gorbachoviana no es la de reescribir una vez más la historia y restaurar las fotos borradas en las enciclopedias (el "glasnost", la transparencia), sino la de reformar la realidad de la URSS (la "perestroika", o reforma). ¿Y reformarla cómo? Disminuyendo el peso y el poder del partido sobre la sociedad soviética introduciéndole en lo económico eiementos de iniciativa privada, de descentralización en lo político y de liberalización en los social. Pero hacer eso será difícil, porque para adelantar esa reforma Gorbachov sólo cuenta con las "fuerzas conservadoras" que no quieren que se haga. La "perestroika" -advirtió Gorbachov- si funciona, "afectará los intereses de un grande y creciente número de personas: afectará a grupos sociales y capas de la población, y a todos los cuadros". Todos los cuadros: precisamente esos cuadros que serán necesarios para ponerla en marcha. La dificultad central de las "revoluciones desde arriba" es que tienen por objeto debilitar la misma fuerza que permite emprenderlas.
De manera que es comprensible que el propio Gorbachov no abrigue demasiadas esperanzas. Tal vez de su "perestroika" acabe quedando solamente el "voluntarismo", como le sucedió a Kruschev, estrellado en vano contra la mole inamovible del conservatismo del partido. Quedarán también, eso sí, los millones de dólares pagados en Frankfurt por los derechos de autor de los libros en que Gorbachov describe la perestroika. Pero es un consuelo bastante limitado en un momento en que el dólar, frente al rublo, está cayendo en picada.
PERLAS DEL LIBRO DE GORBACHOV
."Yo creo que hay que tener una cosa presente en el espíritu, cuando uno se inclina sobre los orígenes y la esencia de la Perestroika en la URSS. Esta no se trata del capricho de algunos individuos ambiciosos o de un grupo de dirigentes. (...)

.Todo retardo de la puesta en obra de la Perestroika arriesgaría de engendrar, en un futuro próximo, una situación interna exacerbada la cual, para decirlo claramente, sería marcada por serias crisis en los campos social, económico y político.
Hemos llegado a esas conclusiones después de un vasto y franco análisis de la situación de nuestra sociedad hacia la mitad de los años 80. (...)

.Nuestros cohetes son capaces de alcanzar con una impresionante precisión al cometa Halley o a Venus, pero al lado de estos triunfos de la ciencia y de la tecnología nos falta de manera evidente la eficiencia cuando se trata de aplicar esos éxitos a las necesidades económicas. Por ejemplo, numerosos aparatos domésticos son de mediocre calidad.
Eso no es, lamentablemente, todo. Una erosión progresiva de los valores ideológicos y morales de nuestro pueblo es manifiesta. (...)
Sobre el plano ideológico, el mecanismo de freno entraña igualmente una resistencia cada vez más grande a las tentativas hechas para analizar minuciosamente y de manera constructiva los problemas que aparecían y un rechazo a las ideas nuevas. La propaganda en torno a los éxitos -reales o imaginarios- prevalecía sobre todo y estimulábamos la adulación y el servilismo; ignorábamos las necesidades y las opiniones de la masa ordinaria de trabajadores y de la población en general. (...)
Era bien natural que esta situación llevara a una pérdida de credibilidad: todo lo que se anunciaba desde lo alto de las tribunas fuera impreso en los periódicos y los manuales, quedaba sujeto a duda. La moral pública se degradaba: los grandes sentimientos de solidaridad que se forjaron en los tiempos heróicos de la revolución, de los primeros planes quinquenales, de la gran guerra patriótica y del levantamiento de escombros que la siguió -todo eso, se debilitaba. En revancha, el alcoholismo, el uso de drogas, la criminalidad creciente y la penetración de estereotipos de una cultura de masas que nos era extraña, no hicieron otra cosa que alimentar la vulgaridad al igual que los gustos más bajos, y aumentar el desierto ideológico. (...)

.La reforma se basa sobre la independencia, espectacularmente aumentada de las empresas y las asociaciones prevista una transición hacia una responsabilidad completa y el autofinanciamiento, de acuerdo con todos los derechos propios de las organizaciones de trabajo. Ellas tendrán ahora la entera responsabilidad de la eficacia de su gestión y de sus resultados finales.

.La meta de esta reforma es la de asegurar (dentro de los dos o tres próximos años), la transición entre un sistema excesivamente centralizado y autoritario, y un sistema democrático, dada la combinación de centralismo democrático y autonomia. (...)
Perestroika, significa eliminar de la sociedad los desvios de la moral socialista.