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El misterio de Federico

Los españoles tratan de hacer las paces con su pasado. Pero en cuanto a esclarecer la muerte de Federico García Lorca, la búsqueda de sus restos concluyó con más enigmas que respuestas.

26 de diciembre de 2009

Nadie sabe dónde están los restos del poeta Federico García Lorca, la más célebre víctima de la guerra civil española. Por muchos años se pensó que descansaban junto a unos olivos en la población granadina de Alfacar, a pocos metros de donde fue fusilado el 18 de agosto de 1936, cuando tenía sólo 38 años. Pero no están allí. Después de 51 días de excavaciones, el equipo de antropólogos y forenses liderados por Francisco Carrión anunció que en ese paraje nunca ha habido enterramientos. Como afirmó a El País de Madrid, allí no encontraron "ni un solo hueso, ni una sola esquirla por pequeña que fuera, ni una sola pieza dental, que suele ser habitual. La posibilidad de que ahí hubiera algo es ninguna".

En 2007 se aprobó la Ley de Memoria Histórica, destinada a cerrar el capítulo aún abierto de la guerra civil. Y un año después, el controvertido juez Baltasar Garzón ordenó la exhumación de 19 fosas relacionadas con la guerra civil, para esclarecer los hechos. Entre éstas, estaba la del poeta. La familia nunca estuvo de acuerdo con las excavaciones, pues siempre les preocupó lo que está pasando ahora, que el proceso se volviera un circo mediático. Como afirmó al periodista Jon Lee Anderson Laura, la sobrina de Lorca, "para nosotros la posibilidad de exponer aún más las circunstancias degradantes de su asesinato es muy desagradable".

Hasta ahora, la historia oficial era que García Lorca, el escritor más joven de la generación del 27, había abandonado Madrid, donde el clima político estaba enrarecido, para volver a su Granada el 14 de julio de 1936, sólo tres días antes del estallido de la guerra civil. Cuando esto ocurrió, la ciudad, una de las más conservadoras en Andalucía, fue ocupada por el Ejército nacionalista. Lorca era un artista casi abiertamente homosexual que mantenía relaciones íntimas con personajes como Salvador Dalí y Luis Buñuel, no era sordo a la causa republicana, era crítico de la "peor burguesía en España" y mantenía valores liberales, por todo lo cual sabía que estaría en la mira de la rebelión militar dirigida por Francisco Franco. En días previos a su arresto, el autor del Romancero gitano encontró refugio en casa de unos amigos de la familia, los Rosales, que supuestamente le protegerían por ser importantes terratenientes afines a la causa franquista. Pero el 16 de agosto de 1936 fue arrestado por el derechista Ramón Ruiz Alonso y encarcelado en Las Colonias, una cárcel provisional. Dos días después, fue fusilado junto a dos toreros y un profesor.

Manuel Castillo, quien supuestamente estuvo presente el día del fusilamiento, afirmó que Lorca había sido enterrado junto a los olivos, donde ahora excavaron los investigadores. Se lo dijo en varias ocasiones a los historiadores Agustín Peñón e Ian Gibson, y en más de una ocasión acompañó a Gibson hasta el mismo sitio, convertido en el Parque García Lorca desde 1986. Pero después Castillo, conocido también como 'Manolillo el comunista', se retractó al afirmar que no estuvo presente en día del fusilamiento y que a Gibson le señaló el primer lugar que se le ocurrió.

Más que develar detalles de su muerte, la exhumación fallida ha causado que las teorías sobre el posible paradero del poeta resurjan, esta vez incluso más disparatadas. Unos dicen que puede estar al otro lado de la carretera del lugar de las excavaciones, otros afirman tener evidencia de que el cadáver está en un paraje cercano conocido como El Caracolar, también pintado de olivos. Otros afirman que está en el barranco de Viznar, también muy cerca del lugar excavado, donde yacen más de 3.000 fusilados por el ejército nacionalista. Hay quienes van más allá y dicen que Lorca está en el Valle de los Caídos, lo que sería absurdo porque el dictador Francisco Franco lo creó para recordar sólo a los muertos nacionalistas. Pero los más arriesgados dicen que tal vez el dramaturgo se salvó y vivió el resto de sus días sin memoria y en algún paraje desconocido. Pero nadie sabe nada. García Lorca tal vez fue más sabio, al escribir en uno de sus versos: "y si la muerte es la muerte, ¿qué será de los poetas y de las cosas dormidas, que ya nadie las recuerda?".