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Sergio Schoklender se convirtió en la mano derecha de Hebe de Bonafini. Siempre vestido de oscuro, lo llaman ‘el Monje Negro’. El problema tiene muy preocupada a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

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El Monje Negro

Un misterioso exapoderado de las Madres de Plaza de Mayo, que mató a sus padres, podría ser detenido por robarse la plata destinada a construir vivienda social. El terremoto político amenaza la eventual reelección de Cristina Kirchner.

11 de junio de 2011

El escándalo por el desvío de fondos públicos en la Fundación de las Madres de Plaza de Mayo ha conmocionado a la opinión y amenaza con tener consecuencias sobre la campaña de Cristina Fernández de Kirchner, si es que decide postularse para la reelección en octubre.

Sergio Schoklender, el exapoderado de la Fundación, está acusado de fraude, asociación ilícita y de enriquecerse con los dineros que el Estado giraba para construir viviendas populares. Schoklender y sus amigos, bajo el pañuelo de las Madres, se daban una vida de lujo: yates, aviones privados, Ferraris, mansiones, casinos y elegantes hoteles.

Sergio y Pablo Schoklender se hicieron famosos en 1981 cuando asesinaron a sus padres. El papá trabajaba como representante de empresas europeas que vendían armas a la dictadura. El 29 de mayo, en el cumpleaños de Sergio, la mamá había tomado de más y Pablo, que tenía una muy mala relación con ella, la golpeó con una barra. Al caer al piso, la ahorcó. Luego hicieron lo mismo con el padre, que dormía. Días después, los dos hermanos, fueron detenidos.

Sergio y Pablo confesaron, pero luego sostuvieron que se trató de un ajuste de cuentas con sectores militares. La justicia, sin embargo, los condenó a prisión perpetua.

En la cárcel, Sergio estudió Psicología y Derecho. Allí conoció a Hebe de Bonafini, la presidenta de las Madres, y se estableció una estrecha relación entre ellos. Hebe lo adoptó, y cuando Sergio empezó a tener salidas transitorias, en 1995, fue a trabajar en la Fundación. Pablo salió de la cárcel y en 2001 también se unió a su hermano.

Desde su posesión en 2003, Néstor, primero, y Cristina, después, hicieron de los derechos humanos su bandera. Y un chorro de 300 millones de dólares estatales empezó a fluir a la Fundación, para construir viviendas. Por cantidad de empleados (5.300), la Fundación de las Madres se convirtió en la segunda constructora del país. Su patrimonio neto subió 173 veces entre 2006 y 2010.

La Fundación contrató sin licitación a Meldorek, la empresa de Schoklender, quien tenía dos sombreros: el de apoderado de la Fundación y el de dueño de Meldorek. Es decir, se contrató a sí mismo. Milagro Sala, jefa de la cooperativa Túpac Amaru, hasta hace poco aliada del gobierno, señaló que el costo del metro cuadrado es de 500 dólares, pero Schoklender reclamaba 900 dólares.

La Misión Sueños Compartidos recibía el dinero del Estado y luego giraba cientos de cheques que eran endosados a favor de la empresa Antártica Argentina (vinculada a Schoklender) y cobrados por ventanilla.

Schoklender tiene dos aviones, dos yates, un Porsche y un Ferrari que cuestan 3.500.000 dólares; una casa en el Highland en Pilar, de 400.000 dólares; varios lotes, edificios y casas en la ciudad, y hasta compró el colegio Jean Piaget, a donde asiste su hijo.

La diputada Elsa Quiroz, que hace un año inició una denuncia contra Schoklender por lavado de dinero, dijo a SEMANA que un año después no se había realizado ninguna investigación. "Pero ahora se devela el escándalo y empieza a circular todo tipo de información demostrando que muchos sabían de las irregularidades". La compinchería de Schoklender con el gobierno es mucha. Sus fotos con Hebe, con el ministro de Economía, Amado Boudou y con Guillermo Moreno prueban la estrecha relación política que los unía.

Ahora el gobierno quiere despegarse del caso. En una semana pasó de proteger a Schoklender a iniciar la investigación por fraude al Estado, lavado de dinero y asociación ilícita, y se cree que los dos hermanos volverán a la cárcel. Y el problema va más allá. Como dijo Quiroz, "lo peor es la falta de control, que indica la ineptitud del gobierno para resguardar el manejo de los fondos públicos. ¿De quién es la responsabilidad? ¿De una persona que, por las razones que sea, comete un delito, o de los que tienen el deber, por delegación de la ciudadanía, de manejar con transparencia y honestidad los fondos públicos?".

Hace una semana, Hebe se mostró, con su estilo mordaz, desafiante: "Hay demasiada sangre para perder tiempo en pelotudeces", dijo. Pero con el correr de las horas, ha tenido que dedicar más tiempo a dar explicaciones. Nadie la acusa de que haya hecho mal uso de los fondos, pues sigue viviendo en la casita de toda la vida, sino por su falta de control, por haber perdido su independencia frente al gobierno y por haber permitido confundir una causa inmaculada, como la de las Madres, con una constructora.