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EL MONSTRUO DEL KREMLIN

Hace 60 años culminaron las purgas de Moscú, en las que Stalin ordenó la muerte de 800.000 personas en la URSS.

11 de mayo de 1998

Hace 60 años, entre 1937 y 1938, tuvieron lugar en la entonces llamada Unión Soviética los famosos procesos de Moscú. Pocas veces en la historia un gobernante aplastó de modo más brutal a lo que percibía como oposición a su régimen. Cuando terminaron las purgas habían muerto 800.000 personas y un millón más habían sidoenviadas al destierro en Siberia. Iosip Vesarionovich Dzugazvili, quien pasaría a la historia de la infamia como Josef Stalin, terminó así de afianzarse en el poder y de eliminar todos los rastros de la vieja guardia bolchevique, la que había acompañado a Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, en su revolución triunfante. Para muchos, si Lenin no hubiera muerto tan prematuramente, y si Stalin no hubiera borrado de tal manera su legado, la historia del siglo XX habría tomado un curso diferente.
El recuerdo
A fines del año pasado, miembros de la asociación 'Memorial' descubrieron un monumento en Sandarmoj, en el helado norte de Rusia, donde se encontraron los restos de 1.116 fusilados 60 años antes, en pleno auge del terror estalinista. Las víctimas eran representantes de lo más destacado de la intelectualidad y del movimiento sindical de Leningrado, la cuna de la revolución de octubre de 1917. Tumbas como la de Sandarmoj se han ido encontrado en todas partes de Rusia. Hace poco se descubrió una en Butovo, en las afueras de Moscú, y antes ya se habían encontrado más de 640 cadáveres en el cementerio Donskoi de la capital rusa.
Memorial, una asociación surgida en los años de la perestroika de Mijail Gorbachov, ayuda a las víctimas del gran terror, o a sus familiares, en el proceso de rehabilitación, y se dedica a la tarea de hurgar recuerdos, archivos y tumbas buscando los restos de las personas que murieron fusiladas hace 60 años o más. Según dijo a SEMANA Serguei Petrovich Sigachev, su director, "en Moscú todavía quedan 15.000 víctimas de la represión vivas. En realidad, el hecho de ser rehabilitadas no les concede mayores derechos. Pero lo importante es que esas personas o sus descendientes buscan borrar sus apellidos de las listas de criminales".
Stalin paranoico
En una carta dirigida al XII congreso del Partido Comunista, conocida como 'Testamento de Lenin', éste había sentado sus reservas sobre la personalidad de Stalin y su creciente poder. Pero luego de la muerte del líder en 1924, Stalin se afincó en el poder desde el cargo de secretario general del partido. Esos primeros años estuvieron marcados por controversias filosóficas sobre el curso por seguir hacia el comunismo, en las que Stalin sostenía ser el "único leninista ortodoxo". En un principio esas controversias asumieron un carácter civil, pero pronto Stalin mostraría su verdadero y monstruoso rostro.
A pesar de la opinión contraria de muchos de sus adversarios ideológicos, entre ellos el preferido de Lenin, Nikolai Bujarin, Stalin se empeñó en efectuar la colectivización masiva de las tierras de los campesinos, lo que provocó una hambruna generalizada y la muerte de millones de personas. Enfurecido, inició entonces una cacería de brujas en busca de lo que llamó "la falta de colaboración dentro del partido por parte de los trotskistas y otros falsarios. Con cada paso adelante que damos se agudiza la lucha de clases en la Unión Soviética" . La GPU, más tarde NKVD y MVD, de la que dependían todos los organismos policíacos de la URSS, se convirtió así en "la espada fulgurante de la clase trabajadora en la lucha de clases".
El misterioso asesinato de S.M. Kirov, alto dirigente del partido en el Palacio Smolny de Leningrado a fines de 1934, sirvió de causa para enjuiciar a los más reputados dirigentes de la revolución de octubre. Así empezo el primer proceso de Moscú en 1936, en el cual se condenó a muerte a los más cercanos amigos de Lenin, Zinoviev y Kamenev, acusados de preparar con Leon Trotski, que estaba en el exilio, el asesinato de Kirov.
Como en un proceso inquisitorio de la Edad Media las únicas piezas probatorias contra los acusados eran sus propias confesiones, arrancadas bajo torturas y amenazas contra sus familias. En el estrado de los acusados, personajes antes orgullosos y altivos daban el espectáculo deprimente de su destrucción física y moral.
El segundo proceso se inició el 23 de enero de 1937. Diecisiete altos dirigentes del partido fueron acusados de fundar un centro 'trotskista-zinovievista', que supuestamente intentaba derrocar al gobierno soviético apoyado por gobiernos extranjeros, especialmente Alemania y Japón, organizando el sabotaje económico, dirigido por Trotsky desde el exilio. A cada proceso le siguieron miles de arrestos y fusilamientos de todos los que colaboraban con el "sabotaje económico y con el complot de la coalición trotskista-zinovievista dirigida desde el exilio". En las noches, miles de familias esperaban con horror los golpes en la puerta y los gritos policiales que presagiaban la desaparición de sus seres queridos.

Nadie se salva
Ni el Ejército Rojo se salvó. El 11 de junio de 1937 la prensa informó que una sesión secreta del tribunal militar condenó a muerte al mariscal Tujachevski, la mayor autoridad del Ejército Rojo, y a los siete más importantes generales. Stalin no lo sabía pero las fuerzas armadas enfrentarían muy pronto la Segunda Guerra Mundial sin sus líderes. Desaparecieron 75 de los 80 miembros del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas, ocho almirantes, dos de los cuatro mariscales, 14 de los 16 generales del ejército, 90 por ciento de los generales de los cuerpos del ejército, 35.000 de los 80.000 oficiales.
Las que más sufrieron fueron las repúblicas no rusas, cuyas élites, surgidas en el despertar de los movimientos nacionalistas de los años 17 al 20, fueron diezmadas y reemplazadas por funcionarios sujetos a Moscú. Esto fue acompañado de la persecución étnica contra polacos, letonios, finlandeses, lituanos, y con la eliminación de todos sus derechos.
Todos los viejos dirigentes del Partido Bolchevique desaparecieron. Noventa y ocho de los 138 miembros y candidatos a miembros del Comité Central fueron arrestados y casi todos fusilados. Según el historiador francés Nicholas Werth, en su libro de reciente aparición en ruso Historia del Estado Soviético, de 1.966 delegados al XVII congreso del partido realizado en 1934, 1.108 desaparecieron. La cifra de miembros del partido que sufrieron la represión es, según Werth, de un 36 por ciento de los que formaban parte de él en 1935.
Fueron arrestados y fusilados los embajadores soviéticos en Berlín, Londres, Pekín, Tokio, Bucarest; todos los directores de las empresas de la rama de la construcción de herramientas, menos dos, fueron fusilados y la mayoría de los ingenieros y técnicos de la rama arrestados. Lo mismo sucedió en otros sectores de la producción, la cultura y la investigación histórica, y se extendió a los miembros de los partidos comunistas de otros países. Casi todo el Comité Central del Partido Comunista polaco, con excepción de dos de sus miembros, desapareció sin rastro luego de haber sido convocado a una reunión en la URSS.
El último proceso, iniciado el 2 de marzo de 1938, tuvo por fin terminar con los más destacados dirigentes del partido que todavía no habían caído bajo las balas del régimen. Cayeron entonces Bujarin, uno de los más leales a Stalin; Rikov, y el famoso opositor Rakovski. Junto a ellos también fue condenado y fusilado Yagoda, el ex director de la policía secreta estalinista que había organizado el primer proceso de Moscú. El dictador se deshacía así de sus más fieles servidores porque sabían más de la cuenta.
El gran ausente de todos los procesos fue Leon Trotski, organizador del Ejército Rojo y dirigente de la oposición a Stalin, quien estaba exilado desde 1937 y fue acusado de orquestar todos los crímenes cometidos por los acusados y que fue asesinado por un sicario español de Stalin en México en 1940. Recordando que en todos los procesos ministros, mariscales, dirigentes del Comité Central y embajadores declararon someterse a su conducción y a cumplir su orden de sabotear la economía, Trotski escribió: "Pero aquí surge un problema. Si todos los puestos centrales del aparato estaban ocupados por trotskistas, que se sometían a mis órdenes, ¿por qué entonces Stalin se encuentra en el Kremlin y yo en el exilio?".
En el XVIII congreso del partido, realizado a principios de 1939, de los 1.966 delegados, solo 35 habían estado en el congreso de 1934. En menos de cinco años el estalinismo había liquidado a la capa dirigente política, económica, militar, intelectual y partidaria del país, reemplazándola por una nueva generación de ilustres desconocidos, hombres de aparato, que iban a dirigir la URSS de posguerra: Khruschev, Molotov, Beria, Zhdanov...El recuerdo de los crímenes del estalinismo es algo ya lejano para las nuevas generaciones de rusos. Pero en muchas familias todavía el dolor por los desaparecidos ha marcado las vidas de los descendientes. Muchas abuelas no apagan nunca el aparato oficial de radio, que solo tiene una emisora, pues temen que, si la apagan, el 'Estado' se pueda enterar y las vengan a buscar. Mientras tanto hijos y nietos que nunca conocieron a sus padres o abuelos continúan buscando sus huesos, llorando los recuerdos y alegrías que alguien les robó.