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| Foto: AFP

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El mundo de Hillary Clinton

A pocas semanas de su jubilación política, Hillary Clinton está en el firmamento. No solo es una de las mujeres más poderosas del mundo, sino que desde ya es la favorita para reemplazar a Obama en cuatro años.

8 de diciembre de 2012

Hillary Clinton vive en un largo cascarón metálico a 30.000 pies de altura. Por las noches, dos potentes motores Pratt & Whitney la arrullan mientras atraviesa el cielo a 900 kilómetros por hora. Es que desde hace cuatro años, cuando el presidente Barack Obama la nombró secretaria de Estado, el hogar de Hillary Clinton es un Boeing 757. Y no ha parado. Rompiendo las marcas de sus antecesores, visitó 112 países, estuvo lejos de Washington 395 días, se sentó 2.064 horas en un avión y acumuló 948.094 millas. Como si le hubiera dado 38 veces la vuelta al mundo.

Pero en unas semanas Hillary aterrizará definitivamente. A pesar de haber reconstruido con éxito la diplomacia estadounidense, desde hace meses anunció que no acompañaría más a Obama. Dice que solo quiere hornear galletas para su futuro nieto. Pero pocos desean que se retire. Con su brillante carrera, su carisma natural y su vitalidad, a sus 65 años está más fuerte que nunca. Y según un sondeo, 57 por ciento de los estadounidenses votarían por ella si se presentara a las elecciones presidenciales de 2016.

Hace cuatro años nadie hubiera dado un dólar por ella. Después de encabezar la carrera a la candidatura demócrata, su campaña se derrumbó frente al ascenso de Obama. Hillary parecía desgastada, inmóvil, opacada por la sombra de Bill Clinton. Y en el aire quedó la impresión de que entre Obama y Hillary había diferencias insalvables. Ella se burló de sus promesas, lo acusó de vender "falsas esperanzas" y dijo que era "irresponsable e ingenuo" cuando prometió reunirse con Irán y Corea del Norte.

Por eso cuando Obama ganó la presidencia sorprendió al ofrecerle la secretaría de Estado. Nadie pensó que, con tantos egos, divisiones y rencor, la fórmula funcionaría. Pero resultó una jugada maestra. Obama le dio brío a su política exterior y Hillary renació. De ser una figura controvertida, odiada por los republicanos, tildada de ser "la mascota de Bill Clinton" pasó a ser "Madam secretary" la representante de Estados Unidos en el mundo, alguien que vuela muy por encima de los intereses partidistas.

Hillary no solo se reunió con presidentes, ministros y embajadores sino que también habló con los jóvenes, las mujeres y las ONG para reconstruir una diplomacia que el unilateralismo y la mentalidad de vaquero de George W. Bush habían hecho trizas. Para sus admiradores ella es la personificación del "smart power", el poder inteligente que según ella sirve para "prevenir y resolver conflictos sin tener que invadir países". Su obsesión es que Estados Unidos esté del "lado bueno de la historia".

Pero también le tocó lidiar con todo tipo de crisis. Enfrentó el escándalo de las revelaciones de Wikileaks, encaró la Primavera Árabe, el retiro de las tropas estadounidenses de Irak, la guerra en Afganistán, el desafío del programa nuclear de Irán y las tensiones entre Hamás e Israel. Para algunos logró contener las amenazas, reenfocó la política exterior y según le dijo a SEMANA Preeti Aroon, periodista de la revista Foreign Policy: "Su sello personal es haber elevado los intereses de las mujeres y las niñas en todos los aspectos de la diplomacia de Estados Unidos".

Pero también tiene detractores. Danielle Pletka, vicepresidente del centro de pensamiento conservador American Enterprise Institute escribió: "Ignoramos la Primavera Árabe, no tenemos ninguna propuesta frente a la crisis europea, dejamos a Irak y a Afganistán en ruinas, China está creciendo, no hay proceso de paz en Oriente Medio y América Latina está a la deriva". Hillary deja además dos lunares: el ataque de la embajada en Libia donde asesinaron al embajador Christopher Stevens y el baño de sangre en Siria, que no fue capaz de detener.

El camino de Hillary

Como muchas veces en su vida, Hillary se reinventó, aunque siempre manteniendo su optimismo según el cual si las cosas se hacen correctamente van a salir bien. Nichola Gutgold, autora de Almost Madam President: Why Hillary Clinton "won" in 2008, le dijo a SEMANA que "la personalidad de Hillary Clinton fue alimentada por varias fuentes: su fe en los principios protestantes de trabajo duro y pragmático; sus creencias liberales y feministas; sus estudios de derecho y claro, su enorme ambición".

Cuando solo tenía 22 años, y era apenas una estudiante de un hogar suburbano, conservador y metodista de Illinois, conquistó el país al pronunciar un vigoroso discurso contra la guerra en Vietnam. Su foto, con gafas enormes, pantalones a rayas y sandalias hippies, salió en la revista Life, que la describió como una pionera. Después estudió Derecho en Yale. Según el periodista Carl Bernstein, quien escribió su biografía A Woman in Charge, lo hizo porque "era una universidad donde pensaban que la ley es un instrumento para el cambio social".

Ya trabajaba en el senado cuando conoció en 1974 a William Jefferson Clinton, un joven abogado de Arkansas. Por él sacrificó todo. Se fueron a vivir al sur de Estados Unidos, donde Bill se lanzó a la política y Hillary lo acompañó hasta su triunfo en las presidenciales de 1992. En la Casa Blanca no fue una primera dama cualquiera. Abogó por el derecho de las mujeres, por una reforma a la salud, hacía parte del círculo íntimo de asesores y nombraba altos funcionarios. Pero en 1998 llegó Monica Lewinsky, la practicante con la que Bill tuvo un affaire. Eso hizo tambalear su matrimonio, sin embargo, Hillary perdonó públicamente a su esposo, lo que le valió el apoyo de más del 70 por ciento del país.

En 2000 cogió su propio camino y se volvió senadora por Nueva York. Aunque le fue bien, solo cuando se convirtió en secretaria de Estado voló con sus propias alas. Ahora, con más de 60 por ciento de aprobación, es la política más popular de su país. Tal vez no sea presidente, pero se ve presidencial y los estadounidenses la adoran. Es una de los pocas políticas que se tiene que cuidar de los paparazis. Cuando estaba en la Cumbre de las Américas en Colombia, la foto de Hillary rumbeando y tomando cerveza le dio la vuelta al mundo. Nadie la criticó, pues a todos les pareció gracioso.

En otra foto Hillary sale con su BlackBerry en la mano, detrás de unas pesadas gafas oscuras, en un avión militar. La imagen se volvió viral y los internautas se inventaron ingeniosos mensajes que Clinton intercambiaba con Obama, el actor Ryan Gossling, la cantante Lady Gaga o el republicano Mitt Romney. Los montajes fueron colgados en la página Texts from Hillary, compartida 83.000 veces en las redes sociales. Hillary mostró por qué es una superestrella pop al invitar a los creadores del portal a la Secretaría de Estado. Les dejó un mensaje que solo los veinteañeros entienden: "Thanks for the LOLZ: Hillz" (gracias por las carcajadas: Hillary).

Y en eso reside la fuerza de Hillary. A sus 65 años es una mujer cool, avanzada, que no solo logra conectarse con los jóvenes, con las mujeres y con las minorías, sino que tiene una de las carreras más brillantes de su generación. Para 2016 Hillary tendrá 69 años, pero tiene la suerte de ser ese tipo de personas a las que la edad no las afecta. Y eso en política importa mucho.

Aunque sostiene que se quiere retirar definitivamente de la política y que nada le hará cambiar de rumbo, como dijo Aroon, "tanta gente quiere que Hillary Clinton sea presidente, que es difícil dejar que esa idea muera". Y mientras consiente a su nieto, tendrá mucho en que pensar. Pues sin duda tiene con qué marcar la historia y convertirse en la primera mujer presidente de la historia de Estados Unidos.