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EL NUEVO BISMARCK

Si la Unión Demócrata Cristiana gana las elecciones parlamentarias alemanas, Helmut Kohl batirá el récord de Konrad Adenauer, quien permaneció en el poder durante 14 años.

24 de octubre de 1994

EL PRIMER MINISTRO ALEmán, Helmut Kohl, parece estar olvidando las lecciones de la historia, que demuestran que ningún mandato largo, por exitoso que sea, termina bien. No tuvo un buen final el de Konrad Adenauer, uno de sus más prestigiosos predecesores, de quien incluso sus admiradores dicen que se mantuvo en el poder por un tiempo demasiado largo. Tampoco tuvo un buen final el período de Margaret Thatcher, primera ministra de Inglaterra durante 11 años. Y tal y como van las cosas, los augurios tampoco son alentadores para François Mitterrand, quien lleva 13 años en el poder, ni para Felipe González, quien acaba de ser reelegido y está en su duodécimo año como premier español.
Sin embargo, el pueblo alemán parece tener cierta tendencia a la continuidad. En las pasadas elecciones locales fueron varios los mandatarios regionales que fueron reelegidos. Y a pesar de las críticas a su gestión, Helmut Kohl tiene altísimas probabilidades de convertirse en el mandatario que más tiempo habrá dirigido los destinos de Alemania.

Probablemente lo que puede llevar al actual canciller a ejercer un cuarto mandato, es el acertado manejo económico que ha dado a Alemania, en momentos en los cuales la llamada 'euroesclerosis' -que sumió al continente europeo en una profunda recesión- y la unificación alemana hubieran podido dar al traste con el sólido aparato productivo germano.

Y aunque muchos críticos reprochan a Kohl el no haber sabido reducir el tamaño y el costo del Estado y el no haber aprovechado los bajos salarios de los alemanes del Este para aumentar la competitividad de la economía unificada, lo cierto es que el pueblo germano parece preferir quedarse con su ya desgastado canciller, quien les asegura prosperidad, estabilidad y la permanencia de una Europa unida, fuerte.

Sin embargo, aunque Helmut Kohl representa la continuidad en un país donde las rupturas no parecen ser muy bienvenidas, crecientes sectores de la opinión creen que el canciller ya no es indispensable y que Alemania no será menos rica o estable sin él. De hecho, buena parte de sus problemas -déficit, sistema federal inflexible y una política de inmigración y de ciudadanía demasiado restrictiva- parecen necesitar un líder más activo de lo que Kohl ha sido a este respecto. Hoy, la imagen que tiene el pueblo alemán de su canciller es más la de un hombre que parece sentarse a esperar una oportunidad, que la de un líder a quien no le tiembla la mano a la hora de las decisiones. Pero a pesar de ello, Helmut Kohl ha sabido conjugar inteligentemente la falta de una oposición sólida, el total control que ejerce sobre su partido, el gabinete y el gobierno, y su liderazgo claro y coherente en la política de reunificación alemana y en el proceso de unión europea.

Y si bien es cierto que hoy en día el pueblo alemán pondría a Kohl al nivel de un Adenauer -arquitecto del milagro económico germano y de la reconciliación del mundo con Alemania- o de un Willy Brandt -quien llevó a la izquierda al poder y suavizó las tensiones entre su país y Europa del Este-, la verdad es que las cualidades y el liderazgo de Kohl pueden bastarle para la reelección, pero tal vez no sean suficientes para enfrentar el desgaste que implican cuatro años más en el poder.