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"En un ambiente de paz y estabilidad puede volverse más difícil lograr los objetivos de reducir la desigualdad", Walter Scheidel, historiador y profesor de la universidad de Stanford en Estados Unidos. | Foto: Archivo SEMANA

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El problema de la lucha contra la desigualdad en América Latina es que "no ha habido suficiente violencia"

Walter Scheidel, prestigioso historiador de la Universidad de Stanford, lanza una polémica tesis en su último libro: la única solución a la desigualdad es la violencia y la guerra. ¿Cómo la justifica?

Alianza BBC
15 de febrero de 2017

Decir que la desigualdad es un problema creciente no es particularmente controversial. Pero en cambio, es muy polémico sostener que la única manera de combatir este fenómeno es con la violencia.

Eso, sin embargo, es precisamente lo que argumenta Walter Scheidel, historiador y profesor de la prestigiosa universidad de Stanford en Estados Unidos.

Scheidel es el autor de "El Gran Nivelador: Violencia y la historia de la desigualdad desde la Edad de Piedra hasta el siglo 21" (The Great Leveler: Violence and the History of Inequality from the Stone Age to the Twenty-First Century).

Y el libro, que acaba de ser publicado, tiene una tesis explosiva: asegura que el estudio de las tendencias de largo plazo de la historia prueba que la desigualdad solo se arregla con hechos violentos.

BBC Mundo converso con Scheidel para saber por qué llega a esa triste conclusión y a otra más dramática todavía sobre América Latina.

¿De donde sale su conclusión que la violencia es el único camino para lograr reducir la desigualdad?

Llego ahí revisando la evidencia de miles de años de historia.

Cada vez que hay una reducción importante en la desigualdad, tiene que ver con un choque violento masivo.

¿Cuales son algunos ejemplos que podría citar de esto?

Veo cuatro tipos de eventos que llevan a esta situación.

En primer lugar, se ve esto con las guerras de movilización masiva, de las cuales la Primera y la Segunda Guerra Mundial son los ejemplos clásicos.

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Europa sufrió una enorme devastación antes de lograr los avances sociales de la segunda mitad del siglo XX. Foto: Archivo particular

(En estos casos) las sociedades se ven profundamente involucradas y movilizadas en un conflicto bélico, al final del cual se ve reducida sustancialmente la desigualdad en las sociedades que lo experimentaron.

También hay revoluciones transformativas, más que todo en el siglo XX, como la de Rusia y la de China.

En tercer lugar está el colapso de estados, que lleva al derrocamiento de elites enquistadas que controlaban hasta ese momento buena parte de la riqueza. Todos sufren en estas situaciones, pero proporcionalmente los ricos pierden más, así que la desigualdad se reduce.


Las dislocaciones causadas por la guerra rompen las barreras sociales, sostiene el investigador. Foto: AFP

La cuarta y última categoría es la de las epidemias masivas, como la de la Muerte Negra en la Edad Media.

En esos eventos, tanta gente muere que la mano de obra escasea, y los sobrevivientes pueden exigir sueldos mejores, aumentando el nivel de vida de los obreros.

Lo que comparten todas estas categorías es que son eventos muy desagradables, con mucho sufrimiento humano.

Pero en América Latina ha habido mucha violencia y la región sigue siendo muy desigual. ¿Eso no desvirtúa la teoría?

Muchos dirían que en América Latina en el siglo XX, lo más notorio es que no hubo muchas guerras, guerras significativas, comparado a Europa o Asia. No participaron significativamente en las guerras mundiales.

Tampoco hubo movimientos revolucionarios verdaderamente grandes aparte de los que ocurrieron en el margen, como en Cuba.

Kaibiles, tropas de élite del ejército de Guatemala


Para Scheidel los gobiernos latinoamericanos han sido muy efectivos protegiendo los intereses de los poderosos. Foto: AFP

Ha habido mucha estabilidad en América Latina. Puede que no lo parezca por las insurgencias y el crimen, pero no han llegado por lo general al nivel de violencia que necesita para que haya grandes reducciones en la desigualdad.

Los gobiernos han sido buenos en proteger los privilegios de los poderosos. Ha habido cambios en el margen, pero no eventos que movilizaran bélicamente a la mayoría de la población.

América Latina permanece casi que intacta frente a los choques violentos, lo que le ha permitido retener altos niveles de desigualdad.

¿Parece que está diciendo que América Latina no ha sido lo suficientemente violenta para combatir la desigualdad?

Suena casi perverso, pero si se piensa en términos de violencia a muy gran escala, eso ha sido cierto. Estuvo aislada de los eventos más devastadores del siglo XX.

¿No le preocupa que sus ideas estén justificando de alguna manera la posición de tantos grupos extremistas que han dicho que la violencia es la solución frente a la desigualdad?

Sin duda me siento incómodo, pero soy un historiador, y tengo que ir a donde me lleva la evidencia histórica.

Ciertamente no estoy promoviendo ni abogando por la violencia. Y hay que tener en cuenta que la desigualdad no es la única variable relevante.

Soldados nicaragüenses


Scheidel insiste en que lo suyo no es una receta, sino una constatación histórica. Foto: AFP

Puede que un movimiento guerrillero reduzca la desigualdad, pero también puede causar mucho sufrimiento humano: puede aumentar la pobreza y muchos otros factores indeseables. Aquí estamos hablando solo del efecto de la violencia sobre la desigualdad, no sobre otras variables.

Puede que podamos decir que la violencia sirve contra la desigualdad pero eso no quiere decir que sea en general una solución deseable.

¿Qué reacciones ha obtenido cuando presenta estos resultados tan controversiales?

Estoy sorprendido porque esperaba más críticas, más gente diciendo que no pueden aceptar la validez de esto.

Pensé que la gente creía más en la idea que el progreso social es más fácil de lograr mediante métodos convencionales como las elecciones.

Si tuviera que darle un consejo a los dirigentes políticos de como luchar por la desigualdad, aparte por supuesto de pelear una guerra. ¿Cuál sería?

Yo creo que la lección de la historia, la única que puede ofrecer, es que atacar la desigualdad es mucho más difícil de lo que usted cree.

Walter Scheidel


Scheidel acepta que sus teorías generan controversia. Foto: AFP

Podemos creer que para combatir la desigualdad hay que invertir en educación, proteger los derechos laborales, todo eso. Y puede ser técnicamente cierto, pero ignora el contexto en que ocurre esto, el contexto de los choques violentos.

En un ambiente de paz y estabilidad puede volverse más difícil lograr los objetivos de reducir la desigualdad.