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EL REGRESO DE LENIN

Con la victoria de los ex comunistas en Hungría, cuatro países de Europa del Este eligen a sus antiguos dueños, y la lista no está completa.

4 de julio de 1994

QUE LOS EX COMUNISTAS están regresando al poder en Europa Oriental parece demostrado por el resultado de las elecciones de Hungría de la semana pasada. Allí, en el país que presenció una de las más sangrientas rebeliones anticomunistas de los años 50, el líder Gyula Horn barrió a sus opositores para consolidar a su partido, hoy llamado Socialista, con una mayoría absoluta que le permitirá gobernar a ese país de 12 millones de habitantes.
Horn simboliza en su hoja de vida muchas de las contradicciones que atraviesan su país y otros del área comunista. Desde muy joven hizo parte de la policía que ayudó á sofocar las revueltas de 1956. Pero ese mismo personaje, 33 años más tarde y como último ministro de Relaciones Exteriores comunista, fue quien autorizó la apertura de fronteras para que miles de refugiados de Alemania Oriental consiguieran su objetivo de llegar a la Occidental, con lo que se desencadenó la caída del régimen comunista de Berlín y se aceleró el desplome soviético.
Ese mismo hombre regresa al poder porque los ciudadanos de Europa Oriental parecen atacados por un acceso de nostalgia por la cómoda seguridad de los años de comunismo. Hungría se une ahora a los países que han presenciado el regreso al poder de partidos ex comunistas. Lituania lo hizo sólo dos años después de su independencia . En Ucrania, el presidente Leonid Kravchuk es un antiguo apparatchik soviético. En Polonia, el presidente Lech Walesa se vio obligado a nombrar como primer ministro a Waldemar Pawlak, líder del área rural del antiguo partido comunista, mientras en Eslovaquia la escogencia en las elecciones de septiembre será entre la coalición de gobierno, en la cual hay muchos ex comunistas, y el partido del recién destituido Vladimir Meciar, quien no niega su origen colectivista.
Esa tendencia no sólo es explicable por el antecedente histórico que hizo que, por ejemplo, de la Revolución Francesa naciera el imperio de Napoleón. En este caso se trata de una desilusión muy concreta ante las expectativas creadas por la incorporación de esos países a la economía mundial. En los primeros días, luego del desplome comunista, se esperaba que en pocos años Europa Oriental se integrara a la Comunidad y que la calidad de vida se nivelara en un lapso semejante. Pero con el paso del tiempo esas previsiones han resultado demasiado optimistas.
No sólo se trata del deplorable estado de las economías, que resultó peor de lo pensado. También coincidieron factores externos, como que Europa Occidental entró en recesión, con lo que instauró un proteccionismo que se hizo más difícil entrar en el mercado a los orientales.
Por otra parte, el hampa ha hecho de las suyas en países donde la página roja no existía y los pocos nuevos ricos, que muchos asocian con la corrupción, crean resentimiento en el grueso poblacional. Por si fuera poco, el desempleo, inexistente por el trabajo garantizado de los comunistas, es una nueva causa de angustia.
Por eso ahora buscan la seguridad de caras conocidas. Pero eso no quiere decir que los viejos tiempos leninistas estén de regreso. Los ex comunistas que vuelven al poder ya no son los mismos, proclaman a los cuatro vientos su adhesión a la economia de mercado y nombran Ministros de Hacienda que ni siquiera conocieron la planeación central. Porque en el actual mundo unipolar las ficciones ya no pueden apoyarse en un colchón soviético que se agotó. Enfrentados a la dura realidad del capitalismo, los europeos orientales ya no tienen hacia dónde mirar. Y lo malo es que la historia es implacable.-