Home

Mundo

Artículo

El candidato derrotado, Walter Veltroni, es 20 años menor que Berlusconi, quien trata de ocultar su edad bajo implantes de pelo, tintura para el mismo y varias operaciones

Italia

El regreso del Cavaliere

El millonario Silvio Berlusconi será de nuevo Primer Ministro, a pesar de sus incompatibilidades y de que sus gobiernos no fueron precisamente exitosos

19 de abril de 2008

Silvio Berlusconi guiará de nuevo los destinos de Italia. Los sondeos, sobre todo los encargados por él, le otorgaban la victoria y a la larga le dieron la razón: por tercera vez vuelve al poder y, si no surgen contratiempos con sus aliados, ocupará la silla de Primer Ministro por cinco largos años.

Para los italianos que no votaron por la derecha resulta inexplicable la berlusconimanía, pues no consideran a Il Cavaliere como un político, sino como un vendedor. Para los expertos, es precisamente ahí donde está el secreto del idilio entre el país -sumergido en una crisis económica y social- y el multimillonario: él promete la luna y sus electores no pierden las esperanzas de que quien se hizo a sí mismo desde la nada pueda hacer lo mismo sin tener que hacer demasiados sacrificios.

El anciano líder de 73 años no desmiente a quienes piensan que es un traficante de ilusiones y un populista. Como primer paso para salvar la compañía aérea nacional Alitalia, al borde de la bancarrota (cada día que pasa pierde un millón de euros y tiene ocho sindicatos tan agresivos que han terminado por canibalizar la propia empresa), se inventó en los últimos días un eslogan: "Amo Italia, vuelo con Alitalia". No mencionó que el problema no es que no haya pasajeros, sino la calidad de los servicios y una competencia que se pelea cada potencial cliente con precios rebajados.

Mientras el rico empresario milanés atribuyó su victoria al mal gobierno de los últimos dos años por parte del centro-izquierda, los analistas consideran que la derrota del ex alcalde de Roma Walter Veltroni se debió a que el gobierno de Romano Prodi tuvo que tomar medidas muy impopulares, pero que eran necesarias para corregir los muchos errores del quinquenio berlusconiano 2001-2006.

Los mismos analistas aseguran que, quiera o no, Berlusconi tendrá que emprender el mismo camino, sin retórica y sin coartadas, si quiere que Italia salga del lodazal. Los problemas son muy serios: salarios muy bajos, desempleo juvenil, recesión económica, crimen organizado, burocracia, clientelismo, corrupción, precios por las nubes.

Las urnas dejan al septuagenario magnate una gran libertad para gobernar: contará con una mayoría absoluta tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado. Esta vez, dicen sus opositores, no podrá echarle la culpa a nadie, por ejemplo a los comunistas, como ha hecho hasta ahora, por no poder modernizar el país. Tendrá el control total: en el Parlamento tendrán sillas sólo cinco partidos y ni uno solo de la izquierda pura.

Esta es la verdadera novedad y pequeña gran revolución de los resultados electorales: el Parlamento italiano se va a parecer más al de cualquier otro país europeo que al de una 'República de los Bananos', como algunos llaman a la italiana: la ingobernabilidad crónica era dada en gran parte por los casi 40 partidos y partiditos (muy parecidos a clanes).

En Italia es difícil que en las alturas de la política rueden cabezas, y sin embargo, esta vez rodaron: la derrota de la izquierda radical fue tan aplastante, que los líderes de los dos partidos renunciaron inmediatamente. Es la primera vez, desde 1892, que no contará con ningún representante en el Parlamento.

Italia premia el extraño curriculum de Il Cavaliere: salidas en falso, conflicto de intereses, encuentros cercanos con la justicia y leyes ad personam, es decir, pensadas para proteger su propio imperio económico. Los próximos años los especialistas los usarán para descifrar la fuerte seducción que ejerce Berlusconi sobre sus compatriotas.

Entre tanto "la esperanza, escribe Ezio Mauro, director del diario La Republica, es que Berlusconi -en su tercer mandato y libre del terror de tener que rendir cuentas a la justicia republicana- pueda sentir la tentación de gobernar de verdad, y descubra el interés general después del abuso de intereses privadísimos".