EL REY DE SIAM

En la decada de 1960, se decía que para el final del siglo la mayoría de los reyes del mundo estaría en las cartas de la baraja y sólo el británico seguiría en funciones. Hoy, sin embargo, mientras hay quienes cuestionan seriamente la monarquía inglesa, en otros países la figura de la monarquía constitucional sigue siendo el centro de la organización nacional. Uno de esos monarcas, y paradójicamente tal vez el menos conocido de ellos, es el rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej, quien cumplió la semana pasada 50 años en el trono. Bhumibol no sólo es el rey más antiguo del mundo, sino que proviene de una dinastía de más de 700 años, la misma que ha regido al único país de esa región que jamás fue colonia de una potencia exterior. Bhumibol es el verdadero pilar de la sociedad tailandesa; el factor de unidad del país durante una época en la que dejó de ser una sociedad agraria para convertirse en uno de los países más promisorios del sureste de Asia. La figura del rey aparece en las casas de todos los tailandeses, ricos y pobres, en las oficinas y los comercios, y es un personaje que sus súbditos observan constantemente en la televisión, mientras visita los confines de su territorio, para inspeccionar los varios miles de proyectos de desarrollo rural que el propio rey ha diseñado e impulsado personalmente. En esos proyectos, buena parte de la tecnología rústica aplicada ha sido invención de Bhumibol. Pero las cosas no han sido fáciles, sobre todo si se tiene en cuenta que Tailandia es un país fuertemente influido por el estamento militar, que ha gobernado efectivamente al país durante buena parte del reinado de Bhumibol. De la inestabilidad inherente a las instituciones civiles tailandesas habla el que en esos 50 años, ese país ha tenido 15 constituciones, 17 golpes de estado y 21 primer ministros. En esas condiciones, el faro ha sido claramente Bhumibol quien, para mayor ironía, no estaba destinado a ser rey. Nacido en Estados Unidos y educado en Suiza, el monarca llegó al poder en 1946, cuando sólo tenía 18 años, porque tanto su hermano mayor como su padre murieron inesperadamente. La institución de la monarquía estaba virtualmente abolida, pues desde 1930 un golpe de estado le había quitado el poder absoluto. Pero Bhumibol logró ganarse la confianza de su pueblo, y por lo menos en dos ocasiones su intervención logró detener el derramamiento de sangre. En 1973, cuando unas manifestaciones estudiantiles terminaron en balacera y muerte, logró excluir del gobierno a tres militares clave y sacarlos del país. Y en 1992, cuando un movimiento pedía democracia _a nombre del propio rey_ y hubo fuertes choques entre policías y militares, Bhumibol citó al recién instaurado primer ministro y al jefe del movimiento a su palacio. La foto de los dos antagonistas arrodillados ante el rey le dio la vuelta al mundo. Pero al tiempo que los tailandeses celebran los 50 años de reinado de su monarca, muchos de ellos se preocupan por el problema de la sucesión, pues su único hijo, el príncipe Maha Vajiralongkorn, de 43 años, no parece ser una persona muy indicada para suceder a un rey tan popular. Pero bueno, se dicen, si el propio Bhumibol no iba a ser rey, ¿por qué no darle la oportunidad y el día esté lejano a un descendiente de una dinastía que ha durado 700 años? El rey Bhumibol es el representante de una dinastía que ha gobernado a Tailandia durante 700 años