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El encontronazo, que se produjo cuando Chávez insultó al predecesor de Rodríguez Zapatero, fue recogido por todos los medios del mundo

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El rey que rabió

El incidente con Hugo Chávez revitalizó el prestigio nacional de Juan Carlos y mejoró la imagen de José Luis Rodríguez Zapatero.

17 de noviembre de 2007

"¿¡Por qué no te callas!?" se ha convertido en la frase más popular en España. La expresión enojada del rey Juan Carlos de Borbón contra el presidente venezolano, Hugo Chávez, en la Cumbre de Chile, se repite en las calles, los mercados y los bares de todo el país, a manera de broma, e incluso se ha transformado en el tono más sonado que los españoles usan como timbre en sus teléfonos celulares.

Gracias a ella, el rey Juan Carlos ha refrendado una popularidad en su país que no tenía desde hace varios años. Buena parte del país aplaude al rey y al presidente José Luis Rodríguez Zapatero por haber defendido al ex presidente José María Aznar de las diatribas de Chávez, quien le acusaba de haber participado en la intentona de golpe de 2002. Pero en los medios españoles y en la sociedad muy poco o casi nada se habla sobre si son ciertas o no las críticas de Chávez a la conducta de las empresas españolas y el gobierno de Madrid en América Latina.

En mitad de este gozo egocéntrico por la rabieta real, la única voz discordante es la del líder de Izquierda Unida (tercer partido en votos después del Psoe y del conservador Partido Popular), Gaspar Llamazares, quien, lejos de agradecer que hubiera defendido a su copartidario Aznar, dijo que el rey no debió haber perdido la compostura en Chile y considera que España debe ser políticamente "más neutral, menos intervencionista y más respetuosa" y que no debe "dar lugar a una especie de resabio neocolonial que no le favorece en absoluto".

Pero España se ha vuelto más Juancarlista, no especialmente promonárquica, pero sí ultradefensora de la figura del rey, y ha echado al olvido de un plumazo las recientes protestas de radicales contra la monarquía y la quema pública de fotos de la familia real española. Juan Carlos de Borbón se ha ganado este prestigio a pulso. Desde cuando fue proclamado rey, tras la muerte del dictador Francisco Franco en 1975, comenzó la transición hacia la democracia y luego salvó al sistema democrático ante los intentos golpistas en 1981. Por eso España le quiere, un aprecio del que no goza el resto de la familia real.

Con su simpatía y su forma de ser sencilla y campechana, el rey ha jugado también un papel decisivo en la expansión de las empresas españolas en Latinoamérica, que comenzó a finales de la década de 1980. Entonces España necesitaba crecer su economía para entrar a la Unión Europea, contaba con empresas en franco desarrollo y los expertos europeos y varias organizaciones internacionales le recomendaron que la mejor estrategia era expandirse hacia su "mercado natural" : América Latina.

La llegada de las empresas españolas a la región coincidió con las privatizaciones en varios países y para 2000 España ya era el primer inversionista en Latinoamérica. Atadas a este proceso, y "para estrechar los lazos de hermandad", surgieron las Cumbres Iberoamericanas . Para los conservadores españoles, esto comenzó mal porque a la primera fue invitado Fidel Castro, quien jugó el papel de contradictor que después asumiría Hugo Chávez. Pero se trataba de la primera Cumbre Iberoamericana y las empresas hoteleras españolas ya poseían grandes inversiones en Cuba.

"La utilidad de las Cumbres Iberoamericanas siempre ha estado en entredicho, puesto que aparte de pomposas declaraciones de hermandad, sólo han servido para el intercambio de opiniones, para canalizar la ayuda al desarrollo desde España y, hay que decirlo, también para aceitar las relaciones entre las empresas españolas y los gobiernos latinoamericanos", dijo a SEMANA Guillem Ferret, del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Barcelona

Precisamente tras la bronca en Chile, el mandatario venezolano ha amenazado con revisar la actuación de las empresas españolas en Venezuela y las relaciones bilaterales con España, lo que ha desatado la inquietud de la clase empresarial de la península.

Pero Chávez es el que ha salido más mal parado. El prestigioso escritor mexicano Carlos Fuentes dijo que "ya era hora de que alguien perdiera la paciencia con Chávez. Y qué bueno que fue el Rey ante una arremetida grosera de este personaje burdo, prepotente, ignorante que se llama Hugo Chávez". Para algunos analistas europeos, aunque existe la posibilidad de que Aznar hubiese dado algún apoyo al golpe en Venezuela en 2002, Aznar era un aliado del presidente George Bush y se trataría más de una injerencia en defensa de los intereses estadounidenses, que de una intervención española.

Otro ganador es el presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Su talante de diálogo y conciliación, que lo hizo destronar a la vieja cúpula del Partido Socialista, le ha impulsado para su reelección en los comicios de marzo. Su caballerosa defensa de un antagonista le ha valido un espaldarazo en España, sobre todo por el contraste con Aznar, quien desde cuando perdió el poder, en 2004, se ha dedicado a atacar al gobierno socialista en todo el mndo.

Esta es la primera vez que las Cumbres Iberoamericanas, creadas y financiadas por España, se vuelven en su contra. Los más perspicaces se preguntan: ¿cuánto necesita España a Latinoamérica y cuánto necesita Latinoamérica de España?

Algunos analistas creyeron ver en estas cumbres el inicio de un proceso como el que dio origen a la Unión Europea, pero Latinoamérica no tiene uno o dos países ricos y generosos (como en su tiempo lo fueron Alemania y Francia) para financiar el proyecto, y las economías tan desiguales de la región hacen imposible, por lo pronto, prensar en una Unión Iberooamericana. "Es factible que este proyecto tan deseable se dé más adelante, pero debe nacer del deseo y del consenso cada uno de los países latinoamericanos, y España no tiene nada que jugar en ese escenario", dijo a SEMANA el experto alemán Klaus Steffan, de la Universidad Libre de Berlín.

El incidente de Chile deja varias enseñanzas, incluso para el rey, educado en diplomacia desde niño para no salirse de casillas. España deberá afinar mucho más su tacto con América Latina, así como deberán hacerlo las empresas españolas en la región, porque, como dice Guillem Ferret, "el beneficio debe ser mutuo y no en una sola dirección".