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Los cables indican que desde las embajadas se ejecutaba una estrategia para defender la industria del maíz transgénico | Foto: Archivo Semana

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El secreto alimenticio del Departamento de Estado

Según Wikileaks, los Estados Unidos habría protegido la industria de la biotecnología en el mundo.

Juliana Jara
20 de mayo de 2013

La venta de alimentos genéticamente modificados no deja de generar controversias en todo el mundo. Monsanto se ve envuelto en una nueva polémica, esta vez diplomática ya que desnudaría uno de los secretos mejor guardados en la diplomacia estadounidense.

La organización sin ánimo de lucro Food & Water Watch, con sede en Washington y que aboga por la producción de comida sana y sostenible indicó que el Departamento de Estado de Estados Unidos, estaría promoviendo la agenda global de la industria de la biotecnología. Sería la primera vez que se conoce que la estrategia de cabildeo de Monsanto va más allá del típico lobby corporativo e incluye sectores estatales en su estrategia.

“El departamento de Estado de los Estados Unidos ha hecho lobby en gobiernos extranjeros para adoptar políticas y leyes amigables hacia la biotecnología. Se sabe que realizó  rigurosas campañas de relaciones públicas para mejorar la imagen de la biotecnología y desafió las medidas de control y reglas de estos productos e incluso se opuso a leyes que exigirían etiquetar los alimentos genéticamente modificados como tales”, indica el informe.

Los investigadores habrían obtenido la información de los cables revelados al mundo por Wikileaks. Los documentos que mencionan el tema de la biotecnología involucrarían a 113 países  que habrían discutido el tema con el Departamento de Estado entre 2005 y 2009. El informe aclara que el análisis realizado no incluye cables clasificados como secretos.

Según los autores, el número de documentos sobre el tema habría aumentado año tras año durante ese periodo. Aclaran sin embargo que la información encontrada sobre el tema representaría alrededor del 10% de los cables de esa oficina del gobierno estadounidense.

Lo más sorprendente de estas revelaciones es el hecho de que esta fue una política permanente del departamento de Estado. El organismo no tiene filiación alguna con ninguno de los dos partidos políticos y estaba completamente desarticulada de las políticas gubernamentales tanto de la administración Bush como de la administración Obama.

Los documentos eran enviados a todas las embajadas del gobierno para ser cumplidos y promover una “agenda de biotecnología activa”. Según los textos conocidos por la ONG,  uno de los memos incluía un “kit de defensa” como parte de la estrategia diplomática.

La estrategia habría tenido lugar para tratar de incentivar el consumo de esos alimentos en otros países, dada la resistencia de los mercados para comprarlos. Según el informe, los países europeos y africanos serían los que menos consumen esos productos, y tanto la industria como el gobierno se encontrarían al tanto de ese inconveniente.

La estrategia consistiría en enviar el claro mensaje de que la productividad en los cultivos aumentaría, se combatiría el hambre y se fortalecerían las oportunidades económicas para el desarrollo. Según la ONG, ese mensaje sería una farsa, pues esos beneficios no se han visto en los Estados Unidos, el país con más cultivos genéticamente modificados.

La metodología mediante la cual se transmitía el mensaje tenía varios frentes. El primero consistía en tejer una red de relaciones públicas y propaganda a través de los medios de comunicación. La segunda, en generar espacios de charlas, debates y seminarios para promocionar la biotecnología. La última habría consistido en invitar personas influyentes de esos países a visitar los Estados Unidos, donde según ellos se evidenciaría la efectividad de esas siembras.

El documento finaliza indicando que “los Estados Unidos deben dejar de imponer la agricultura biotecnológica al resto del mundo.”

Este nuevo escándalo se suma a las protestas llevadas a cabo en numerosos países del mundo en contra de la llegada de las semillas de Monsanto y después de que esa empresa le ganó un pleito jurídico a un campesino de Indiana, acusado de sembrar maíz de esa empresa sin su autorización.