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EL 'SEÑOR ARREGLATODO'

Después de muchos ires y venires, el nuevo presidente de la Comisión Europea se llama Jacques Santer. Es de Luxemburgo.

22 de agosto de 1994

DESPUES DE CONSIDERAR y descartar media docena de candidatos, los gobernantes de los países miembros de la Comunidad Europea pudieron por fin ponerse de acuerdo en cuanto al nombre del próximo presidente de la Comisión Europea, el máximo órgano ejecutivo de la entidad integracionista. El hombre agraciado con semejante distinción, que dispondrá de lujosas oficinas en Bruselas y un ejército de colaboradores, además de un poder considerable, proviene, paradójicamente, de Luxemburgo, uno de los países más pequeños del mundo. Se trata de Jacques Santer, quien se disponía a iniciar un nuevo período de cinco años como primer ministro de ese minúsculo principado.

Su nombre parece haber sido la escogencia del canciller alemán, Helmut Kohl, quien personalmente consiguió la aprobación telefónica de sus 11 colegas, lo que convirtió el acto de elección en mera formalidad. Pero el proceso para conseguir el sucesor de Jacques Delors (el verdadero gestor de la unión, llamado 'Señor Europa') estuvo en verdad lleno de obstáculos.

El primero es que se trataba de reemplazar a Delors, al que muchos controvierten pero quien es considerado por la mayoría como el verdadero gestor del alto nivel de desarrollo al que ha llegado la CE, convertida de un simple acuerdo integracionista en una verdadera unión que se prepara -supuestamente- para convertirse en un Estado federal único, los Estados Unidos de Europa.

Ese reemplazo requería no sólo una gran respetabilidad y manejo de los temas integracionistas, sino la confianza de todos los actores, entre quienes la prisa por integrarse varía en forma muy marcada. El primer nombre mencionado fue el del español Felipe González, quien pareció juguetear con la idea, pero luego sucumbió al hecho de que de retirarse ahora de la política de su país, atravesado por las crisis y los escándalos de corrupción, hubiera quedado como quienes caen para arriba.

Descartado González, a la reciente cumbre de Corfú, en Grecia, llegaron con vida el británico Leon Britten y el holandés Ruud Lubers, y el nuevo candidato de los alemanes era el italiano Giuliano Amato. Pero la escogencia estaba prácticamente resuelta en la persona del primer ministro belga, Jean Luc Dehaene. Entonces, cuando la unanimidad reglamentaria para su elección parecía un hecho, el primer ministro británico dio marcha atrás, ante las iras de varios de sus colegas. Dehaene era demasiado profederalista, una tendencia que los británicos, rabiosamente independentistas, no ven con buenos ojos.

De esa forma, y tras el fracaso la semana pasada del nuevo candidato de los alemanes, el italiano Giuliano Amato, surgió Santer como candidato de consenso, con unas credenciales que le hacen parecer como el hombre perfecto para el cargo. Por un lado, pertenece a un país pequeño que no podría interponer sus propios intereses sobre los demás. Por otra parte, Santer como sus conciudadanos es un hombre de Europa, que habla correctamente francés, alemán, inglés, holandés y se defiende en español e italiano. Y se trata de un hombre transaccional, que no impone sus puntos de vista sino más bien busca el consenso.

El nuevo presidente de la CE nació en 1937, y desde los años 60 anda en política, en el partido social cristiano. En Luxemburgo le conocen como el 'señor arreglatodo', pues además de haber sido ministro de Trabajo y Finanzas en el pasado, desde hace 10 años no sólo era primer ministro, sino titular de las carteras de Finanzas, Correos, Información, Cultura y Vivienda. Como si fuera poco, en 1985 fue presidente rotativo del Consejo Europeo, y cuando el principado volvió a ejercer ese cargo, seis años más tarde, su acertada gestión fue el campo abonado para la firma del tratado de Maastricht, base de la actual unión.

Por otra parte, en el año 1989 actuó como gobernador del Fondo Monetario Internacional, y en 1991 del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo. Lo cual indica que, al menos a primera vista, el error hubiera sido escoger a alguien distinto. Pero los mares que tendrá que capear en lo que falta -la parte más difícil de la integración- demostrarán si el currículum es lo que vale más en estos casos.