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El sida socialista

EL juicio de responsabilidades por el contagio de cientos de hemofílicos con sangre contaminada ensucia el régimen de Mitterrand.

21 de diciembre de 1992

DESDE QUE FUE PROCLAmada la Constitución Francesa en 1958, nunca ha sido juzgado ministro por la Alta Corte de Justicia establecida al efecto. Nombrada y convocada por el Parlamento, esa instancia se había convertido en la práctica en una barrera jurídica para que los políticos se mantuvieran al margen de las responsabilidades penales.
Pero la semana pasada un grave escándalo hizo que esa tradición se rompiera. Bajo la presión de los afectados y de los sondeos de opinión, el presidente François Mitterrand aceptó la necesidad de convocar a la Alta Corte para que juzgue a tres ex ministros suyos: Laurent Fabius, primer ministro; Georgina Dufoix, de asuntos sociales, y Edmond Hervé, de Salud. La acusación se refiere a hechos ocurridos en 1985 cuando por un desecuido administrativos 1.500 hemofílico resultaron contagiados con el virus del sida al ser inoculados con productos extraídos de sangre proveída por el Estado. De ellos han fallecido unos 400.
El juicio anunciado es consecuencia direeta de la condena a cuatro años de prisión de dos funcionarios considerados responsables personalmente del desastre: Michel Garretta, jefe médico del Centro Nacional de Transfusión de Sangre y su asistente, Pierre Allain.
Las sentencias fueron consideradas "un insulto para las víctimas", pues se basaron en el cargo de "descripción fraudulenta de un bien ", una definición que puso el juicio en manos de un juzgado de menor categoría. El resultado del juicio enardeció a la opinión pública, que pidió llegar hasta los últimos responsables. Pero ni Fabius ni sus compañeros aceptan haber tenido suficiente información sobre los hechos.
Ninguno de los declarantes pudo explicar por qué la sangre contaminada no fue retirada sino en octubre de 1985, pues desde mayo se sabía que el extracto coagulante usado por los hemofílicos estaba contaminado. Algunos dijeron que el Centro estaba bajo presión del Ministerio de Salud para que se pusiera en condiciones de competitividad con los países vecinos. Haber tomado medidas hubiera significado tirar a la basura 40 millones de dólares e importar costosos equipos de análisis que ya estaban perfeccionados en Estados Unidos. Los demandantes aseguran que los funcionarios querían esperar hasta que el instituto Louis Pasteur desarrollara su propio sistema.
Eso parece confirmado por que el método francés estuvo disponible en octubre y sólo entonces se retiró la sangre de circulación.
El affaire hizo que los franceses percibieran la insensibilidad de una burocracia estatal capaz de mimetizar la gravedad de los hechos para sacar condenas ligeras. Al cierre de esta edición se esperaba que el Parlamento convocara a la Alta Corte, que iniciaría un proceso capaz de afectar la permanencia del Partido Socialista en el poder. No sólo se trata de que Fabius es hoy secretario general del partido. También, como dice la politóloga Amelie Blom "hay una relación más directa que en otros casos entre el Estado y las víctimas, con quienes se identifica la población".
En cualquier caso el escándalo se suma, a cuatro meses de las cruciales elecciones parlamentarias, a la serie de affaires que han atravesado los 11 años de Mitterrand, desde la venta de armas a Irán en 1986, hasta escándalos financieros, pasando por el hundimiento de un buque de la organizaci6n ecologista Greenpeace en 1985. Hoy no parece haber duda de que a partir de la próxima primavera Mitterrand deberá "cohabitar" de nuevo con un primer ministro de otro signo político, un inconveniente de gran envergadura pues todavía tiene que permanecer en el Eliseo hasta 1995.