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Otras investigaciones de Pierre Péan han salpicado a los ex presidentes Valéry Giscard y François Mitterrand.

FRANCIA

El sospechoso doctor K.

Un libro cuestiona en Francia el altruismo de Bernard Kouchner, ministro de Relaciones Exteriores y fundador de Médicos Sin Fronteras.

28 de febrero de 2009

A la vida pública francesa jamás le han faltado los escándalos. Por eso, que estallara por estos días una nueva polémica en el corazón del Elíseo habría resultado casi normal, si no fuera porque esta vez el protagonista es el político favorito -el 'chouchou'- de Francia: el ilustre súper canciller Bernard Kouchner.

Y es que el nuevo libro del periodista Pierre Péan hace pedazos su imagen, y la nación de Napoleón está estremecida. El investigador Péan es el mismo que hace 30 años destapó en un artículo publicado en el semanario Le Canard enchaîné el escándalo de los diamantes del rey Bokassa, que le costó el puesto, y la reputación, al presidente Valéry Giscard d'Estaing. Y fue también Péan quien, pocos años después, demostró que su sucesor, el socialista François Mitterrand, había servido en su juventud al régimen de Vichy, que colaboró con los nazis.

Ahora, a sus 70 años, el reportero ha decidido cobrarle una vieja deuda a uno de sus mayores adversarios de la farándula política francesa. Se trata de El mundo según K., un tomo de 300 páginas publicado en París la semana pasada, que combina cientos de documentos y testimonios pacientemente recogidos por Péan, con un solo fin: quebrar la imagen benévola y altruista del fundador de la organización Médicos Sin Fronteras y hoy canciller de Francia.

El libro ha hecho sensación en Europa. Los titulares de la última semana en el continente han difundido la más explosiva de las afirmaciones de Péan: que el ministro estrella de Nicolas Sarkozy mantuvo jugosas relaciones de negocios con dictadores africanos, de las que se sigue beneficiando hasta hoy.

El viejo sabueso demuestra pormenorizadamente que Kouchner, entre 2002 y 2007, trabajó como asesor de las compañías Imeda International Medical Alliance y Africa Steps, esta última gerenciada por su amigo Jacques Baudouin, hoy vocero de la Cancillería. Nada de malo habría tenido esta ocupación de consultor, en Europa una costumbre de las divas políticas en retiro. Y en el caso de Kouchner era especialmente comprensible, pues había tenido que tomar una pausa obligada tras salir maltrecho de su misión de enviado especial de la ONU a Kosovo.

Sin embargo, la consultoría de Kouchner se salió de los moldes. Según Péan, el hoy ministro terminó entonces favoreciendo a dirigentes africanos como Omar Bongó, presidente de Gabón, y Denis Sassou-Nguesso, de Congo (Brazzaville), dos déspotas que precisaban por ese tiempo una reforma del sistema de salud de sus países para salvar su pellejo ante la Comunidad Internacional. Kouchner les ayudó, y la retribución que le otorgaron por su trabajo -y este es el episodio más explosivo de la investigación de Péan- habría sido de doble factura: el héroe del altruismo francés recibiría 4,6 millones de euros por la asesoría (la mitad hasta 2007 y la otra mitad aún sin pagar) y tendría la potestad, de allí en adelante, de mover su mano invisiblemente en los asuntos internos de Gabón y Congo.

Ya incluso antes del lanzamiento del libro, Kouchner había rechazado las acusaciones de Péan, a las que caracterizaba como "un intento de desestabilizarme políticamente". Pero la ola de dudas que atiborraron las columnas de prensa y las opiniones de sus enemigos políticos fue imparable. Un día después de que la publicación, el semanario Nouvel Observateur publicó el titular: '¿Tumbará el libro al Ministro

'.

Que esto suceda es improbable. Kouchner cuenta con la protección de Sarkozy, y además es un hombre poderoso: una buena parte del mismo libro se encarga de describir el alcance de los tentáculos del canciller.

Pero El mundo según K. probablemente afectará la fama de "buen doctor", tan preciada para Kouchner. Y logrará otorgarle un puesto en la categoría de los políticos calculadores, dominados por la ambición. El libro, escrito en primera persona, posee un tono acusador que le arrebata a Péan algo de su rigor investigativo. Sin embargo, los dolores de cabeza que le causará a Kouchner no serán menores.