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El sueño aplazado

Los kurdos del norte de Irak son una de las principales preocupaciones para sus vecinos y para Washington. Su futuro es clave para la estabilidad de Oriente Medio.

17 de marzo de 2003

Amedida que los preparativos para la guerra en Irak se adelantan se hace evidente que los problemas para establecer un frente norte que ataque desde Turquía están lejos de resolverse. Las negociaciones con Ankara aún no llegan a un acuerdo y la cuestión kurda continúa siendo la principal preocupación de los vecinos de Hussein.

El de los kurdos no es un problema menor, ya que esa nación existe desde hace siglos y han manifestado su deseo de independencia desde el fin de la Primera Guerra Mundial. Se trata de una minoría étnica de origen indoeuropeo, con costumbres y hábitos distintos y propios. Su población, estimada en más de 20 millones, cuatro de ellos en Irak, constituye el cuarto grupo étnico más numeroso en Oriente Medio.

Al final de la Primera Guerra Mundial, cuando las actuales fronteras de la región fueron establecidas, las potencias vencedoras les prometieron a los kurdos un Estado propio que nunca se materializó. Su territorio, conocido como Kurdistán, quedó entonces repartido con su población entre Turquía, Irán, Irak y Siria.

La historia de los kurdos se confunde con sus aspiraciones independentistas, que jamás han tenido suficiente apoyo. Por eso entre ellos existe un dicho popular: los únicos amigos de los kurdos son sus montañas.

Sin ir más lejos, en la Guerra del Golfo de 1991 Estados Unidos instigó a los kurdos iraquíes a levantarse contra el régimen de Saddam Hussein y buscar un cambio de gobierno. Pero en el momento en que las tropas aliadas triunfaron, Washington se abstuvo de darle el golpe de gracia al dictador por el temor a que el vacío de poder terminara en guerras separatistas que fraccionaran el territorio iraquí. Al final, Hussein siguió en el poder y los kurdos continúan esperando el reconocimiento internacional. Si bien desde entonces han progresado bajo un gobierno autónomo, respaldado por la Zona de Exclusión Aérea establecida tras esa guerra, su situación es de gran incertidumbre pues ningún gobierno quiere comprometerse con su independencia.

Tienen razón para estar preocupados, pues sus luchas han sido reprimidas con extrema violencia. En los años 80, durante la guerra entre Irak e Irán, las fuerzas de éste, conscientes de la vulnerabilidad del ejército de Hussein en el Kurdistán, concentraron sus esfuerzos en abrir una brecha por el noreste. Las fuerzas iraquíes, en respuesta, emplearon armas químicas que afectaron también a los kurdos, muchos de los cuales luchaban al lado de los iraníes en busca de lograr su independencia.

Hoy las aspiraciones nacionalistas de los kurdos no preocupan sólo a Bagdad. Sus vecinos, especialmente Turquía con sus 12 millones de kurdos, también se sienten amenazados. Kirsten Schulze, experta en Oriente Medio y grupos islámicos de la London School of Economics, explicó a SEMANA que "si los kurdos iraquíes reciben un Estado independiente como resultado de la guerra éste serviría de inspiración a los kurdos en Turquía, así como en Irán. Esto puede darle impulso a un movimiento kurdo nacionalista más amplio que busque el establecimiento de un solo Estado. Turquía buscará protegerse de una desintegración territorial, y esto podría llevar a nuevas tensiones".

Ankara tiene su propia historia de fuerte represión contra los kurdos y los líderes turcos están decididos a evitar que se repita la historia de 1991, cuando al sureste turco llegaron medio millón de refugiados kurdos, algunos de los cuales iniciaron guerrillas independentistas que el ejército ha combatido desde entonces. Los kurdos iraquíes, por su parte, ven con terror una presencia de tropas turcas en su territorio, como Washington lo está negociando con el fin de conseguir un acuerdo que, al cierre de esta edición, todavía estaba en duda.

Tal como están las cosas, todo indica que los kurdos llevan las de perder. "Entre los intereses kurdos y los intereses turcos Washington se inclinará hacia los turcos, dijo a SEMANA Michael Doran, especialista de la Universidad de Princeton. Los turcos se asegurarán de que haya un orden en el norte de Irak que respete sus intereses. Idealmente a Ankara le gustaría una solución que permita a Washington proclamar que los derechos de los kurdos en Irak han triunfado. Pero si eso no es posible, Ankara actuará para imponer su voluntad".