Home

Mundo

Artículo

TERRORISMO

El tercer frente

Olvidado detrás de las guerras más conocidas de Irak y Afganistán, la situación crítica de Yemen, convertida en refugio de Al Qaeda, promete convertirse en un nuevo foco de tensión mundial.

9 de enero de 2010

No comenzó bien el año para el presidente norteamericano, Barack Obama, recién desempacado de sus vacaciones en Hawái. En su primera comparecencia ante los medios tuvo que hacer un mea culpa que en nada le ayuda a su imagen. Asumió personalmente el desastre de inteligencia que condujo a que el joven Umar Farouk Abdulmutallab abordara el vuelo de Delta Airlines que estuvo a punto de hacer estallar. Y declaró que no toleraría de nuevo una falla de esas dimensiones.

Ese fallido atentado no sólo causó el pánico de miles de pasajeros y sembró el caos en los aeropuertos del mundo, también hizo temblar los cimientos de Washington. El Presidente tuvo que admitir, en contra de su habitual terminología, que "Estados Unidos está en guerra contra Al Qaeda". Y el nuevo hecho evidenció que, llámese como se llame, la situación tiene un nuevo frente, aún más preocupante que los de Irak y Afganistán. Ese frente es la República de Yemen.

En cuestión de horas, después de que algunos pasajeros lograron someterlo en el avión, se supo la verdad. Abdulmutallab, quien resultó con graves quemaduras, confesó que es militante de Al Qaeda, que había tratado de volar el Airbus con el explosivo Petn y que para ello había recibido instrucciones en Yemen. Luego se supo que estudiaba en el University College de Londres y que su padre, un conocido banquero, había ido a la Embajada estadounidense en Nigeria para alertarla sobre el radicalismo islamista de su hijo. Pero eso no logró evitar que abordara el avión en Ámsterdam.

El incidente causó una tormenta política de incalculables consecuencias en Estados Unidos. El ex vicepresidente republicano Dick Cheney dijo que "el Presidente pretende que no estamos en guerra, y eso nos hace más vulnerables y menos seguros". Y tras saberse que al menos dos liberados de la base militar de Guantánamo en 2007, Said al Shihri y Mohammed al-Awfi, fueron a parar a Yemen donde entrenan a los militantes de Al Qaeda, senadores republicanos le mandaron una carta a Obama para que no volviera a enviar a ese país a quienes han salido de la base. Sobre todo porque se cree que unos 70 de los 560 liberados han regresado al terrorismo.

Los ojos en Yemen

Hay quien se ha referido a ese país, ubicado al sur de la península arábiga, como la guerra del mañana. El senador independiente Joe Lieberman dijo que Yemen podría ser el escenario de la próxima guerra con soldados estadounidenses sobre el terreno, Obama enfatizó que es una prioridad y Hillary Clinton, la jefe de la diplomacia estadounidense, dijo que veía "repercusiones mundiales en la guerra de Yemen y en los planes de Al Qaeda de usar Yemen como base para ataques terroristas lejos de esa región".

Sin embargo, para los entendidos no es una sorpresa. Yemen ha sido uno de los principales escenarios del terrorismo global desde principios de los años 90 y es el hogar de los ancestros de Osama Ben Laden. Según su gobierno, Al Qaeda ha atacado allá 62 veces desde 1992, y el antecedente más inmediato de los atentados del 11 de septiembre de 2001 se dio en octubre de 2000, cuando un bote de terroristas suicidas casi hunde, en el puerto de Adén, al buque estadounidense USS Cole, con saldo de 17 infantes de Marina muertos. En 2002 los norteamericanos actuaron muy de cerca con las autoridades yemeníes, pero desde cuando George W. Bush puso su énfasis en Irak, el país pasó a segundo plano. Ya en 2003 los expertos consideraban que la rama local de Al Qaeda estaba derrotada.

Pero el fallido atentado de Detroit demostró que ya renació y recordó la importancia geoestratégica de Yemen. No sólo tiene una amplia frontera con Arabia Saudita, el mayor exportador mundial de petróleo, sino que está a menos de 200 kilómetros de Somalia, un Estado fallido que refugia al extremismo islámico (ver mapa).

"Al Qaeda se está planteando a Yemen, al igual que Somalia, como alternativa al santuario del que aún dispone en las zonas tribales de Pakistán, especialmente si la ofensiva desarrollada por el Ejército Paquistaní en Waziristán del sur continúa y se extiende", explicaba en un análisis para El País el respetado experto Fernando Reinares. "Por otra parte, Al Qaeda ambiciona, desde su creación, trasladar el epicentro del terrorismo global a la península arábiga, la tierra sagrada del Islam".

La moderna República nació en 1990 de la unión entre Yemen del Norte y Yemen del Sur. Pero viejas heridas hicieron en 1994 que brotara en la última un movimiento separatista prontamente derrotado. Los problemas que enfrenta son agobiantes: tiene grupos tribales fuertemente armados, fronteras porosas y un gobierno central débil y corrupto. Es el país más pobre del mundo árabe, casi no tiene agua y su economía depende de unas reservas petroleras que, se calcula, estarán agotadas en siete años.

Además el gobierno de Yemen, un país sunita, libra en el norte una guerra contra los rebeldes chiitas Houthi. Y en el sur el movimiento secesionista ha vuelto a tomar fuerza. Ese caos ha servido para que resurja Al Qaeda en la Península Arábiga (Aqpa), la rama de la organización terrorista que surgió hace un año cuando se fusionaron sus capítulos en Arabia Saudita y Yemen.

En ese contexto, los observadores cuestionan si el presidente Ali Abdullah Saleh, de 67 años, quien ha gobernado por 31, quiere de verdad combatir a Al Qaeda. Entre sus prioridades, aseguran, está mantenerse en el poder, y que después de la guerra en el norte y el secesionismo en el sur, Al Qaeda está en el fondo de sus prioridades. Entre tanto, Aqpa ha florecido en los territorios tribales, consiguió cierto apoyo popular, atacó objetivos occidentales y estableció campos de entrenamiento. Todo esto gracias a un liderazgo reforzado por combatientes que regresan de Irak y Pakistán, escapan de prisiones yemeníes o, peor aún, fueron liberados de Guantánamo.

Con semejante escenario, ya hay quienes piden que Obama mande tropas, lo que, según los entendidos, sería contraproducente."La solución en Yemen es construir gobernabilidad a largo plazo, no una solución militar con bombas -dijo a SEMANA Micah Zenko, experto del Council on Foreign Relations-. La guerra convencional destila terrorismo. Muchas de las personas que llegaron a Somalia y Yemen son veteranos de Afganistán. Si se comienza una nueva guerra quizás capturen y maten a las personas que persiguen, pero también, una vez más, generarán terrorismo. Y combatientes con experiencia. Hay una gama de medidas de prevención de conflicto para lidiar con estos problemas y darle a la gente que es neutral una razón para no convertirse en terroristas".