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EL TIEMPO PERDIDO...

Con propuestas de invasiones a Latinoamérica el incremento en su presupuesto, los EE.UU. quieren disimular el fracaso de 20 años de lucha antidrogas.

18 de septiembre de 1989

Nadie celebró el mes pasado en Estados Unidos los 20 años de lucha oficial contra las drogas, iniciada en julio de 1969 con una declaración del presidente Richard Nixon que las proscribía como flagelo nacional. La fecha pasó de largo porque nadie celebra derrotas y menos un país que las ha admitido estadística y políticamente.

En lugar de los bombos y platillos de la victoria, el prolongado fracaso de la guerra contra e! narcotráfico ha dejado escuchar últimamente voces de mea culpa retardadas y propuestas mesiánicas que revelan la desesperación del gobierno por lograr en un año lo que no hizo en 20.

Fue ese tono de urgencia oficial en el que se escuchó la semana pasada la propuesta de hacer una "invasión amistosa a Colombia": en boca del jefe de la policía de Los Angeles, Drayl Gates. La propuesta, como era de esperarse, no tuvo mucha acogida en Colombia y en enérgicas declaraciones a la radio, el canciller Julio Londoño afirmó que el gobierno no aceptará tal intervención y que los boínas verdes podrían hacer mejor labor en las calles de las grandes ciudades norteamericanas, "donde se venden drogas en las esquinas. Londoño agregó que "mientras exista el consumo habrá oferta".

Aunque la declaración de Gates no es novedosa--parece el eco de la sugerencia de bombardear a Medellín que hizo el alcalde de Nueva York hace unos meses--, tenía el propósito de ambientar con fanfarria el anunciado plan nacional contra el narcotráfico del zar antidrogas, William Benett.

El esperado informe de Benett, que se dará a conocer el 4 de septiembre, ha sido precedido por otras propuestas no menos afanosas: una comisión que estudiaba estrategias contra el tráfico de drogas sugirió, en borrador, asesinar a los cabecillas del narcotráfico; el director de aduanas, William Von Rabb, propuso pagal recompensas hasta de 5 millones de dólares para quien los capture; se habla de ayuda militar para los países azotados por el narcotráfico, y el propio presidente George Bush quiere re vivir la terapia de cortar el chorro económico si el enfermo no colabora.

"¿Qué piensa usted de la posibilidad de penalizar a los países de Latinoamérica que fracasen en la cooperación con nosotros en cortar el flujo de drogas?", preguntó un reportero al presidente norteamericano en su conferencia de asuntos domésticos e internacionales del martes. El presidente respondió: "No me opondría a eso, siempre que ellos estuvieran dispuestos a cooperar con nosotros. Lo que quiero decir es que usted toma un país como Colombia y yo estoy convencido que el presidente Barco quiere cooperar con nosotros, pero su país ha sido desgarrado en dos por los carteles de la droga. Ha habido asesinatos de miembros de la Corte Suprema de Justicia y usted encuentra que ha habido gente que ha sido buscada hasta en Europa Oriental y asesinada". El periodista no quedó conforme con la respuesta e insistió en su pregunta inicial: "Siento cierta responsabilidad --contestó Bush-de examinar el problema que están enfrentando algunos de estos países con limitadas fuerzas armadas, con insurgencias muy complicadas y formular una política exterior que tenga esas cosas en cuenta".

La excesiva prudencia de Bush no pudo ocultar una aprobación anticipada a la estrategia de Benett de poner más energía y dinero en el control y sanción del narcotráfico dentro del país que en el exterior. Así que la sugerencia de la invasión con boínas verdes a Colombia no es por ahora más que una desesperada y huérfana idea. Lo más parecido que se ha hecho al respecto, la operación defoliante de la DEA en el Alto Huallaga, en Bolivia, fue un fiasco, empezando porque los agentes norteamericanos no entendían ni coca de español.

Pero esto no significa que Estados Unidos volteará la espalda a los paises surcados por la ruta del narcotráfico. Una sección del informe de Benett recomienda la expansión de los planes de entrenamiento militar para las fuerzas disponibles de Colombia, Perú y Bolivia y un aporte de 300 millones de dólares para combatir el tráfico de drogas.

"Dado que ahora esos países están recibiendo dinero de bolsillo, el aumento puede ser de unas tres veces", dijo una fuente familiarizada con el informe. El representante Larry Smith, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Estados Unidos y mordaz critico de la politica antidrogas, consideró el aporte monetario como un "escupitajo en el mar" que no va a representar ninguna solución para paises cuya economía "está degollada".

LA TRAMPA
Aunque lo mencionó en su conferencia como una alternativa, Bush sabe que el castigo a los paises desobedientes no es una técnica efectiva, está pasada de moda y cuenta con cada vez menos simpatizantes en el Congreso. En marzo de este año, Smith anunció que no volveria a votar en contra de gobiernos que se niegan a cooperar con Estados Unidos. "¿Como le puedo decir a otros países --preguntaba el congresista-que Estados Unidos desaprueba sus esfuerzos antidrogas cuando el gobierno mismo es negligente en el manejo de sus propias políticas?"
Ahi, en ese punto señalado por Smith, es donde Benett y su informe pueden resbalar y caer de un golpe.
La trampa es un intrincado embrollo de cables cruzados, desconfianza, recelo y cofusión entre las agencias comprometidas en la lucha contra el narcotráfico en Estados Unidos.

Este es uno de los casos parroquiales, ocurrido a mediados de junio, que dan una idea del fenómeno: horas antes de ser detenidos en Miami, dos hombres acusados de estar preparando un complot para asesinar a Pablo Escobar, fueron arrestados el jefe de operaciones del cartel de Cali, Luis Santacruz, y su lugarteniente. El fiscal del estado, Dexter Lehtinen, citó una rueda de prensa para anunciar la detención de Santacruz como un ejemplo de la estrecha cooperación de las agencias federales en la guerra contra la droga.
No habia terminado de decirlo, cuando se fue lanza en ristre contra el Servicio de Aduanas por haber revelado el plan de los dos hombres que supuestamente asesinarían a Escobar.

"Hay cierta información que se supone no debe ser revelada en ese caso", dijo Lehtinen. "Hay otras agencias que no reflejan logros en la guerra contra las drogas pero sí un deseo de filtrar cualquier información que quieran, para ganar prestigio ante el Congreso y obtener más dinero".

Hay otros casos de ligas mayores que muestran a la CIA contratando con personas y compañías que están en la lista de los más buscados de la DEA. Mientras las oficinas del gobierno han estado en este tire y afloje, en Estados Unidos se crearon 43 grandes grupos de narcotraficantes, de acuerdo con un informe federal.
"Un número récord de estadounidenses--dijo George Gallup en una conferencia de prensa junto a Benett--cita la crisis de la droga como el principal problema del país, por encima de las preocupaciones usuales por las tensiones internacionales y las preocupaciones económicas". Según la encuesta, realizada en junio y julio, el 27 por ciento de los adultos interrogados escogió la droga y su abuso como los problemas más importantes a los que se enfrenta el país.

Con este abrumador respaldo, hasta las propuestas del jefe de la policía de Los Angeles tendrían posibilidad de concretarse. No hay otro pueblo que simpatice más con ese estilo de decisiones, no importa que al mismo tiempo esté celebrando, esta vez sí con bombos y platillos, los 20 años del festival de rock en el que se ha consumido más droga en la historia de la humanidad.-