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EL TODO POR EL TODO

Gorbachov adopta la economia de mercado y parte en dos la historia de la Unión Sovietica.

25 de junio de 1990

Dicen que la historia se compone de esos momentos cruciales. Por eso, no fueron pocos los periodistas occidentales a quienes se les formó un nudo en la garganta, mientras escuchaban el discurso pronunciado en la noche del martes de la semana pasada por el primer ministro de la Unión Soviética, Nikolai Rizhkov, ante el Soviet Supremo de la URSS. Sus palabras significaban, ni mas ni menos, el fin del sueño comunista que alguna vez quiso unir a todos los proletarios del mundo.

La Unión Soviética, durante muchos años profeta y espejo de ese sueño, acababa de abrazar la economía de mercado, una de las expresiones mas evidentes del capitalismo. El plan de transformación económica, que el presidente Mijail Gorbachov comparó con la Revolución de 1917, contempla el paso de la economía socialista de planificación centralizada a la diversificación de la propiedad y la experimentación de un mercado regulado para revitalizar la producción. Rizhkov anticipó que el extenso programa causará "muchos problemas" a la población y que cambiaría el curso de sus vidas.

Como si ello fuera poco, el primer ministro anunció tambien que las medidas serían sometidas a un referendum popular que se convertiría en la primera consulta de ese tipo en la historia del país. Para mayor sorpresa de los observadores internacionales y soviéticos, el viceprimer ministro Yuri Masliukov afirmó en una rueda de prensa celebrada mas tarde, que "si las reformas son rechazadas, el gabinete tendría que renunciar".

El ambiente de transformaciones comenzó a caldearse en la Unión Soviética desde el comienzo de la semana, cuando el presidente Gorbachov hizo un anuncio no menos espectacular, al informar que su gobierno permitiría a los ciudadanos comprar, vender y construir inmuebles y que el derecho de propiedad abarcaría los lotes de terreno correspondientes.

El decreto presidencial, publicado el martes, ordenó la creación de un mercado privado de finca raíz, con el objetivo de atacar uno de los peores problemas del país: la escasez crónica de vivienda. Cerca de 14 millones de personas estan en lista de espera para mejorar su vivienda, en una cola que puede tomar hasta 10 años. De ellos, 6 millones viven en apartamentos comunales en los que comparten baños y cocinas con extraños, y varios millones mas viven en una habitación, ocupada por familias enteras.

El plan de vivienda es un buen ejemplo de las dificultades que enfrentara el nuevo programa económico del presidente. Durante mas de 70 años, los soviéticos tuvieron a la propiedad privada y a la economía de mercado como uno de los males que atenazaban y esclavizaban a la sociedad occidental. Por eso, el pueblo soviético creció durante generaciones con la certeza de que el Estado existía con el objetivo de llenar sus necesidades basicas. Aunque esa certeza desapareció desde cuando se hizo evidente que el sistema era inadecuado para alimentar al país, la actitud sicológica de los sovieticos excluye toda clase de iniciativa privada.

Eso explica porque, aunque una disposición del año pasado permitió la propiedad de apartamentos (con mayores limitaciones), sólo 35.800 de los 76 millones de apartamentos del país pasaron a manos privadas. Eso evidenció que sólo un mínimo porcentaje prefirió dejar sus apartamentos, por incómodos que fueran, pues ello significaba dejar de pagar arrendamientos ínfimos y controlados por el Estado para asumir las responsabilidades inherentes a ser propietarios.

El otro aspecto de las medidas económicas de Gorbachov se refiere a la celebración de un referendum sobre las medidas económicas. Es aquí donde los comentaristas expresan las mayores dudas sobre la supervivencia política de Gorbachov, quien se esta jugando el todo por el todo. Para nadie es un misterio que la aplicación inmediata de una economía de mercado implica que las empresas deberan comenzar a competir sobre la base de parametros desconocidos como calidad, cantidad y oportunidad de sus suministros. La forma como se podra lograr una coordinación suficiente de materias primas e insumos es todavía un enigma. Pero en todo caso, en medio del proceso no sólo se perderan miles de empleos sino que los precios, al alcanzar los niveles del mercado, se multiplicaran en muchos casos.

Ello implica para el consumidor soviético una restricción aun mayor en su nivel de vida y, sobre todo, la perdida de la sensación de seguridad que hacia que, aunque mal, por lo menos todos los soviéticos podían comer. En esas condiciones, muchos dudan que el pueblo soviético, aparte de los radicales de Moscu, estaría dispuesto a renunciar a su pírrica tranquilidad para lanzarse en las fauces del capitalismo, que hasta hace poco era para ellos el mayor monstruo del planeta.

Las encuestas tampoco resultan muy reveladoras. El semanario Novedades, de Moscú, informó, el jueves pasado, que el 62% de los consultados en un sondeo pensaban que la situación económica del país empeoraría en el próximo futuro, y el 57% que las tensiones políticas aumentarían aún más en el año que viene. El 29% señaló como culpable de la actual crisis política y económica a la dirigencia actual del partido comunista, mientras que sobre la persona del maximo dirigente, el semanario afirmó: "resulta evidente que su aceptación popular ya paso por sus cutas más altas".

En cualquier caso, el nuevo programa económico se presentara con una ofensiva propagandística inmediata que intentara devolver la confianza a los ciudadanos en la ya tranochada perestroika. Pero para ello debera atravesarse la noche oscura de dos años, en los cuales la inversión y la producción de la industria pesada disminuiran. Pero a partir de 1993, el producto nacional bruto aumentará, y la segunda mitad de la decada se caracterizara por el auge de la economía sobre una base equilibrada. Para ello, es necesario que los soviéticos le extiendan, en la práctica, un cheque en blanco a Gorbachov.-