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Abdalá II fue el único líder que sobrevivió a la primavera árabe sin masacrar a su gente. | Foto: a.p

JORDANIA

El valor del rey de Jordania para Occidente

Con mano dura pero profundo respeto por las tradiciones, Abdalá II es un aliado de Occidente que busca la modernidad en Medio Oriente.

7 de marzo de 2015

Luego de ver morir en llamas al piloto jordano Moaz al Kasasbeh a manos de militantes del Estado Islámico, el rey Abdalá II de Jordania supo que enfrentaría el mayor reto desde que asumió el trono hachemí. Y lo asumió con decisión. Juró al padre del piloto, Safi al Kasasbeh, que tomaría venganza y dos días después cumplió su promesa. Los aviones de su Fuerza Aérea bombardearon puntos estratégicos del grupo terrorista en Siria e Irak, entre la aprobación de sus aliados occidentales y la angustia de quienes vieron en ese gesto la entrada en pleno de Jordania a un conflicto que amenaza su existencia como Estado.

Pero es que desde su fundación en 1921, la dinastía hachemí ha recorrido el difícil camino de mantener sus tradiciones y su identidad cultural, sin perder sus lazos con Occidente y sin dejar de aspirar al progreso de sus gentes, en una región atravesada por la inestabilidad y las tiranías más sangrientas. Abdalá II al Hussein asumió el trono el 7 de febrero de 1999, luego de la muerte de su padre, el rey Hussein, un monarca culto y pragmático que convirtió a su país en uno de los tres del mundo árabe que mantiene relaciones con Israel.

Abdalá II pasó del Colegio Islámico para la Educación en Ammán, a la Escuela San Edmundo, en Surrey, Inglaterra. Más tarde completó su secundaria en Deerfield Academy en Estados Unidos y asistió a Pembroke College, Oxford y la Universidad de Georgetown para realizar estudios avanzados. Su contacto con Occidente ha sido tal, que sus opositores le critican que maneja mejor el inglés que el árabe.

Con 53 años ha seguido una carrera militar destacable. Comenzó en 1980, en la Real Academia Militar de Sandhurst, en Reino Unido. En 1985, volvió a Jordania para servir en el Cuerpo Blindado, como parte de la tercera división de las Fuerzas Armadas de su país.

Su entrenamiento militar es tan avanzado que durante los ataques al Estado Islámico hubo rumores de que €él mismo lideraría un grupo de aviones de combate en territorio sirio. Los rumores resultaron falsos, pero lo que sí es cierto es que Abdalá II además es piloto de helicópteros de ataque y desde 1993 es comandante de las fuerzas especiales jordanas.

Aunque Jordania es una monarquía constitucional, el rey ejerce el poder directamente, lo que, igual que a su padre, no le ha restado popularidad. Desde su posición nombra al primer ministro y a los miembros del Senado y también puede deshacer la Cámara de Diputados si así lo considera. Nada de eso ha impedido que tanto su padre como Abdalá II hayan dedicado gran parte de su tiempo a la paz en Medio Oriente, especialmente en el conflicto entre Israel y Palestina.

Su esposa, la reina Rania, de origen palestino, también ha sido vocera de paz en este conflicto. Conocida por su trabajo filantrópico, se ha empeñado por mejorar las instalaciones educativas y ha liderado una campaña para empoderar a las mujeres, velando por una interpretación positiva del islam. “Personalmente creo que el islam, en sí mismo, no somete a las mujeres, pero algunas personas han optado por interpretar el islam de una manera que sí lo hace”, dijo la reina en 2008.

Desde 1993, cuando esta ejecutiva de Apple se casó con Abdalá II, se ha convertido en un símbolo, para algunos contradictorio, de la cultura jordana, por querer propiciar en la región una transición hacia la modernidad. No obstante, en un país donde casi la mitad de la población de 7 millones de habitantes es de origen palestino, su presencia es muy útil para acercar la base popular.

Esta idea de hacer al reino más accesible es una de las prioridades de Abdalá II. En Ammán, la capital, se dice que el rey de vez en cuando se disfraza con peluca y bigote para pasar desapercibido y conocer de primera mano cómo vive la gente del común. “El mayor miedo que tengo es que con el tiempo uno puede aislarse muy fácilmente de la gente”, dijo a CNN en 2000.

Tal vez por eso Abdalá II sigue firme en su trono, y fue uno de los pocos que sobrevivió a la primavera árabe, que cobró los líderes de Túnez, Egipto, Libia, Yemen, y posiblemente Siria en un futuro próximo. Lejos de reprimir a sangre y fuego las protestas, el monarca reaccionó con reformas pragmáticas que aplacaron el descontento popular y lo consolidaron en su puesto.

A pesar de las dificultades económicas que vive el país por cuenta de la escasez en sus reservas de petróleo y las constantes amenazas de sus vecinos, el rey Abdalá II ha demostrado tener la capacidad para entender a su gente y hacer parte del sistema internacional, de forma que pueda garantizar la soberanía de su nación. Con miras a crear una clase media capaz y efectiva que sostenga la economía jordana, Abdalá II se ha ganado el respeto de su pueblo y lo ha hecho respetar. Muestra de eso, son los miles de jordanos que luego de los bombardeos al Estado Islámico en febrero se volcaron a las calles gritando “¡Viva el rey!”.