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EL VALS DE LA GENDARMERIA

Nueve muertos, incluído un sacerdote francés, y decenas de heridos deja la décima protesta nacional contra Pinochet

8 de octubre de 1984

Restos de barricadas, fogatas, banderas a media asta en señal de duelo, rayados en los muros condenando el "asesinato" y expresiones desafiantes constituían el panorama global en la población La Victoria al final de la semana pasada, donde la noche del martes fue muerto a bala el sacerdote francés André Jarlan, durante la décima protesta nacional contra el gobierno militar del General Pinochet, en la cual murieron nueve personas y un centenar quedaron heridas. Particularmente doloridos se mostraban los jóvenes de la población ubicada al sur de la capital, donde viven millares de paupérrimos habitantes la mayoría de ellos desocupados o subempleados. Miles de pobladores participaron en una misa en memoria del sacerdote que se había destacado por su constante dedicacion a solucionar problemas de la juventud y a apoyarla para enfrentar una dura realidad.
Otros muertos en los enfrentamientos de La Victoria fueron el obrero Hernán Barrales, de 24 años, quien fue balaceado en un pulmón. También cayeron el niño de 14 años Nibaldo Rodríguez y el estudiante de filosofía Patricio Navarrete quien fue tiroteado desde un "carro fantasma" cuando se protegía tras una barricada en un barrio obrero de Santiago. El mismo padre Pierre Dubois, párroco de La Victoria, estuvo a punto de ser alcanzado por balas de perdigones disparadas por los carabineros, poco después de que él tratara de disuadirlos de continuar con su acción de "rastrillo" en su barrio, gracias a la cual ya habían sido heridas varias personas, además de la muerte del padre Jarlan.
Los jóvenes que trabajaban con el padre Jarlan fueron los más afectados y encabezaron una marcha portando un cartel que decía "André: no te decimos adiós sino presente, ahora, mañana y siempre". El periodista francés Bernard Matthieu, testigo de los hechos, dijo en un despacho a su medio periodístico en Francia, que "reinaba la oscuridad cuando nos acercamos cuatro periodistas hacia el pequeño y modesto templo enclavado en la barriada de La Victoria, donde viven abigarrados unos noventa mil empobrecidos santiaguinos, en su mayoría desocupados". En esos momentos, agregó "desde tres furgones estacionados en el sitio se bajaron de inmediato varios carabineros (policia militarizada). Dos colegas se alarmaron y retrocedieron al ser apuntados con las armas y uno de los agentes hizo uno o dos disparos. Después vino una ráfaga que se cortó cuando gritamos desesperados: prensa... prensa".
Los periodistas penetraron en el templo, continúa el relato, para conversar con el párroco Dubois, y luego éste buscó a su ayudante extrañado por su prolongada ausencia.
"Lo encontró en el segundo piso, comprobando que una bala le había atravesado la nuca". El médico llamado de urgencia comprobó el deceso de Jarlan, de 44 años, que se produjo unos 60 minutos antes, mientras leía la Biblia, justamente "a la hora en que los carabineros abrieron fuego hacia los reporteros", dijo Matthieu.
El periodista destacó que en los momentos del incidente "no había barricadás, reinaba el silencio y las calles estaban vacias". Sin embargo el ministro del Interior, Sergio Onofre Jarpa, aseguró después que las balas que mataron al sacerdote no eran ni de carabineros ni de la policía civil. El gobierno francés solicitó llna investigación por intermedio de su embajador en Santiago, León Bouvier.
Entre los detenidos en los disturbios --250 según una información oficial--figuró el exministro chileno Andrés Zaldivar, presidente de la Unión Mundial Demócrata-Cristiana (UMD), quien recuperó la libertad tras permanecer largo rato en un recinto policial donde fue conducido con rudeza. Decenas de heridos fueron atendidos en la Vicaría de la Solidaridad del arzobispado de Santiago, a la Plaza de Armas y trasladados posteriormente a centros asistenciales. Uno de ellos fue el presidente del Comando Nacional de Trabajadores (CNT), Rodolfo Seguel, quien llegó al lugar encabezando una columna de sindicalistas que fueron reprimidos. La opositora Alianza Democrática (AD), la organización que convocó la protesta, afirmó que "la brutalidad policial rompió el desarrollo pacífico de la jornada en que la ciudadania pretendia cantar el himno patrio en las calles de Santiago y otras ciudades". La misma agrupación señaló que "hombres, mujeres y niños fueron víctimas de la violencia de centenares de policias que copaban las calles".
La muerte de Jarlan, en lugar de aplacar a los vecinos, enardeció más los ánimos. Reporteros del periódico El Mercurio dijeron que ayer "La Victoria parecia una gigantesca hoguera. El humo denso de las barricadas, de neumáticos encendidos, oscurecía el cielo con negros nubarrones, presagio de violencia, miedo y sangre en esas calles polvorientas con casas de madera y otras a medio construir".
La versión agregó que "los pobladores se muestran violentos, vengativos. La muerte del sacerdote francés encendió una hoguera no sólo de neumáticos sino de violencia".
Cuando el vehículo que transportaba a los reporteros del matutino últimas Noticias logró sortear los obstáculos, se vio de pronto rodeado de un centenar de jóvenes vociferantes que les gritaron: "Vayánse de aqui. No queremos sapos". El líder, "era un mocetón de unos 20 años, flaco, desdentado", según la versión. Los pobladores les obligaron entonces a abandonar el lugar y uno de ellos lanzó un "miguelito" (clavo de varias puntas) que rompió los neumáticos del automóvil. Después, los reporteros abandonaron la población en medio de puntapiés y pedradas que rebotaban en el vehículo. Los periodistas reconocieron que la actitud de los habitantes de La Victoria constituía una expresión de violencia originada en la muerte de Jarlan y por considerarlos procedentes de un medio de prensa progubernamental.
A la misa realizada en la parroquia Nuestra Señora de La Victoria, oficiada por el párroco Dubois y Monseñor Jorge Hourton, obispo auxiliar de Santiago, concurrieron centenares de humildes habitantes con sus estandartes desplegados y portando pancartas pidiendo justicia. Helicópteros de carabineros y del Ejército sobrevolaron el lugar en momentos que se oficiaba la misa, mientras los pobladores gritaban "poder popular" y lanzaban consignas contra el gobierno de las Fuerzas Armadas.
Por otra parte, dos radioemisoras que dieron amplia cobertura a lo que estaba sucediendo en Santiago y provincias fueron sometidas a drástica restricción informativa, por medio de bandos dictados por el General René Vidal, jefe de la zona de estado de emergencia de Santiago. Las radiodifusoras Chilena, perteneciente al arzobispado de Santiago y Cooperativa, vinculada al opositor Partido Demócrata Cristiano, fueron impedidas de difundir noticias y programas periodísticos. La medida se sumó a denuncias a los tribunales presentadas por el gobierno contra las revistas opositoras Hoy, APSI, Cauce y Análisis. Cauce fue suspendida por cinco ediciones, y fue requisada en los puestos de ventas, lo que sucedió también con Análisis. Tal acción motivó enérgicas reacciones del Colegio de Periodistas y de la Comisión Chilena de Derechos Humanos. -