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La hija de Alberto Fujimori es un animal político. Heredó su instinto electoral, pero también sus alianzas con grupos sospechosos y sus actitudes populistas y autoritarias. | Foto: A.P.

PERÚ

Keiko Fujimori se afianza en Perú

A una semana de la segunda ronda de las elecciones presidenciales de Perú, la candidata se aleja de su rival Pedro Pablo Kuczynski y acaricia la Presidencia de su país.

28 de mayo de 2016

“Cómo has cambiado, pelona”, le espetó la candidata Keiko Fujimori a su contrincante Pedro Pablo Kuczynski, citando ese verso de Nicomedes Santa Cruz que todos los peruanos conocen. Luego, le recordó a su contrincante que en las elecciones de 2011 –que ella perdió en el balotaje contra el actual presidente, Ollanta Humala– él mismo la apoyó e incluso elogió su “honestidad y experiencia”.

Keiko contestaba así al ataque de Kuczynski por los secuestros, la corrupción y las muertes que campearon durante el gobierno de su padre, el expresidente Alberto Fujimori. Había transcurrido casi la mitad del penúltimo debate de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Perú, previstas para el 4 de mayo, y había llegado el momento clave de la contienda. Sin embargo, la respuesta de Keiko bastó para bloquear a Kuczynski y dejó en el aire la idea de que este solo se había referido al tema por puro cálculo político.

De hecho, más allá de la dinámica del debate, ese intercambio muestra dos hechos relevantes en el rumbo que ha tomado la contienda a menos de dos semanas de las votaciones. Por un lado, movimientos como No a Keiko, Fujimori Nunca Más o Keiko No Va parecen haber alcanzado su techo con Kuczynski. Si bien más del 40 por ciento de los peruanos dice que nunca votaría por ella y a principios de abril se reunieron en un mitin en su contra 30.000 personas en la plaza San Martín, lo cierto es que las encuestas la están favoreciendo.

Según el último sondeo de Ipsos, la primogénita de Alberto Fujimori le lleva hoy más de cinco puntos de ventaja a su rival, con lo que ha roto el empate estadístico que mantenían desde que comenzó la segunda ronda. Y la razón es sencilla. Además de haber apoyado a Keiko hace cinco años, el candidato de Peruanos Por el Kambio (PPK, sigla que también corresponde a su nombre completo, Pedro Pablo Kuczynski) no es para los antifujimoristas un candidato natural, sino un mal menor.

Como dijo a SEMANA Gustavo Faverón Patriau, director del programa de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Bowdoin, Estados Unidos, “tras la derrota de los partidos verdaderamente antifujimoristas en la primera ronda, las opciones son hoy el fujimorismo duro de Keiko, y las propuestas de derecha de Kuczynski, que solo se distingue del fujimorismo tradicional por no haber participado directamente en la dictadura de los noventa”. En efecto, la izquierda más radical ha expresado abiertamente su rechazo a votar por él, y la más moderada –encabezada por Verónika Méndez, que alcanzó casi el 20 por ciento de los votos en la primera ronda y estuvo cerca de pasar al balotaje– ha expresado abiertamente su rechazo a Keiko, pero no se han manifestado a favor del candidato del PPK.

Por el otro, el debate mostró que la candidata de Fuerza Popular ha logrado desviar la atención del electorado del dilema entre fujimorismo y antifujimorismo, y ponerla en un campo mucho más favorable para ella. “En estas elecciones, Keiko ha generado vínculos con votantes descontentos con la política, preocupados con la seguridad ciudadana y que no se han beneficiado con el ‘boom’ económico de los últimos años. Aunque es claro que no va a modificar el modelo económico del último cuarto de siglo, es claro que la hija de Fujimori ha sabido presentarse como una candidata ‘antiestablishment’”, dijo en diálogo con esta revista Ezequiel González Ocantos, profesor de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Oxford.

Y lo cierto es que en ese flanco, Kuczynski tiene importantes debilidades. Hijo de un médico alemán que llegó a la Amazonia en los años treinta y de una maestra franco-suiza, el candidato del PPK ha pasado buena parte de su vida entre la elite peruana y el exterior. Estudió en el colegio británico de Lima y terminó el bachillerato en Londres, realizó estudios musicales en un conservatorio de Suiza, de Economía y Política en Oxford, y realizó su maestría en la Universidad de Princeton. Desde entonces se dedicó al mundo de las finanzas, donde conoció a su esposa, Nancy Lange, prima de la actriz norteamericana Jessica Lange. Actualmente vive en un exclusivo sector de San Isidro.

En su vida profesional se ha desempeñado como directivo de varias industrias petroleras y mineras, y fue ministro de Economía y también de Minas y Energía durante los gobiernos de Fernando Belaúnde y Alejandro Toledo, pero no ha ocupado cargos de elección popular. “Keiko ha presentado a Kuczynski como la encarnación de una tecnocracia internacional interesada en promover los intereses de las grandes empresas, nacionales y extranjeras, por encima de los intereses de los pequeños y microempresarios, que son una fuerza cercana al 70 por ciento de la población económica de Perú”, dijo en diálogo con esta revista Felipe Portocarrero, profesor de Ciencias Sociales y rector de la Universidad del Pacífico. Y eso en términos electorales ha significado un duro golpe para el candidato del PPK.

Por su parte, Keiko, que estudió en Harvard y conoció desde muy pequeña los entresijos del poder por haber actuado como primera dama durante el gobierno de su padre, ha sabido gestionar con gran pericia política el legado de esos años. Como dijo a SEMANA John Crabtree, autor del libro Fractured Politics: Peruvian Democracy Past and Present y profesor de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Oxford, “aunque una buena parte del electorado rechaza todo lo que tenga que ver con la familia Fujimori, otra parte sigue pensando que Alberto Fujimori hizo un buen trabajo, en particular al estabilizar la economía y derrotar a Sendero Luminoso. En ese sentido, la ‘marca’ Fujimori se ha mantenido vigente, y Keiko ha heredado el apoyo de su padre. Tras estar muy cerca de ganar las elecciones en 2011, ha ampliado su base electoral distanciándose de él y construyendo una verdadera maquinaria partidista”.

Y en efecto, en la primera ronda Keiko ganó en 15 de los 24 departamentos, y en las elecciones generales Fuerza Popular alcanzó la mayor representación en el Congreso con 35 curules. Sin embargo, si la hija de Fujimori heredó la pericia política de su padre, también ha emulado sus alianzas con grupos sospechosos y ha avalado a políticos fuertemente cuestionados. Entre ellos, el secretario general de su partido, Joaquín Ramírez, a quien la DEA investiga por lavar 15 millones de dólares que entraron a la campaña de Keiko en 2011.

Sea quien sea el ganador de estas elecciones –y todo indica que será Keiko–, es claro que la presencia de la heredera biológica y política de Alberto Fujimori en la segunda ronda de las presidenciales demuestra hasta qué punto los crímenes cometidos durante su gobierno se han desdibujado entre el electorado peruano. Como dijo Carlos Meléndez, uno de los especialistas consultados por esta revista, “el fujimorismo ganó la batalla por la memoria”.