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La aprobación del matrimonio gay polarizó a la sociedad argentina. Abajo, una concentración con tintes religiosos, frente al Congreso, en contra de la medida. A la derecha, la presidenta Cristina Fernández con el cardenal Jorge Bergoglio.

LATINOAMÉRICA

En nombre de la cruz

Adversaria de los Kirchner por el matrimonio gay, facilitadora con los Castro para la liberación de presos políticos, contraparte de Chávez. La Iglesia está en los grandes temas del momento en Latinoamérica.

17 de julio de 2010

Latinoamérica es probablemente la región más católica del planeta, y el protagonismo de la Iglesia en la vida política de la región, que parecía perder influencia, se ha dejado sentir con fuerza en los últimos días. De un lado, la Iglesia en Cuba ha tenido un papel determinante en la liberación de 52 presos políticos. Y de otro, varios gobiernos de la región han tenido fuertes enfrentamientos con las autoridades católicas. En Argentina, la pareja presidencial de los Kirchner ha chocado, una vez más, con el cardenal Jorge Bergoglio por la controversial aprobación del matrimonio gay, todo un hito en el subcontinente que tiene partida en dos a la sociedad argentina. Y el presidente venezolano, Hugo Chávez, acusado de buscar una "dictadura comunista" por el cardenal arzobispo de Caracas, Jorge Urosa, arremetió contra la jerarquía religiosa y amenaza con revisar el convenio con el Vaticano. Ciertamente, han sido días agitados tanto en las iglesias como en los palacios de gobierno.

 El matrimonio gay

La aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario, o matrimonio gay, provocó un enfrentamiento entre la Iglesia católica y el gobierno de Cristina Kirchner como no se veía desde la época en la que el general Juan Domingo Perón se enfrentaba con los curas. La norma convirtió a Argentina en el primer país de América Latina que permite los enlaces entre personas del mismo sexo y les concede todos los derechos de las uniones heterosexuales, como los de herencia y adopción.

El hecho fue calificado como un "ataque destructivo contra el plan de Dios" por el cardenal Jorge Bergoglio, quien arrojó todo el peso y poder de movilización de la Iglesia en contra de la iniciativa. La presidenta Cristina Kirchner no se quedó atrás y le contestó diciendo que esas expresiones "remiten a tiempos de la Inquisición".

Como no sucedía desde hace medio siglo, las autoridades eclesiásticas llamaron a sus fieles a movilizarse contra el proyecto. El día anterior a la votación, frente al Congreso, se realizó una manifestación en la que hubo 10.000 personas según la policía y 50.000 personas según la oposición. Los colegios religiosos justificaron las faltas de los alumnos al día siguiente, para que los padres pudieran participar sin problemas, y desde los púlpitos de todas las iglesias los sacerdotes llamaron a una gran cruzada contra la ley.

Las relaciones entre los Kirchner y la Iglesia vienen mal hace rato, pero nunca habían provocado semejante cortocircuito. Todo empeoró a partir del largo paro agrario de 2008, cuando la Iglesia apoyó a los pequeños y medianos productores. Este año, en las ceremonias del Bicentenario de la Independencia, Cristina Kirchner decidió no asistir al tedeum que se celebra en la catedral de Buenos Aires y se desplazó a la de Luján.

En el caso de la unión gay, por la división de los partidos opositores, les correspondió a las autoridades eclesiásticas recoger el guante y convertirse en el eje de la lucha contra el proyecto, que también provocó su división en la Iglesia, pues algunos sectores propusieron como alternativa aprobar una ley consagrando la unión civil, algo menos que el matrimonio.

Los Kirchner nunca antes habían apoyado esta iniciativa, y se mantienen en contra de la legalización del aborto, pero el tema ha venido como anillo al dedo para propiciar un enfrentamiento en el cual, incluso perdiendo, iban a quedar bien parados.

"Ideológicamente, durante 20 años de trayectoria política los Kirchner nunca adoptaron posiciones a favor de esta iniciativa. Fue el conflicto con la Iglesia -a la cual el oficialismo percibe como un límite a su poder- lo que precipitó la decisión del kirchnerismo de apoyarla, a lo que se sumó la necesidad de mantener el apoyo de cierto voto progresista con vista a las elecciones de 2011", dijo a SEMANA el analista Rosendo Fraga, del Centro para la Nueva Mayoría.

"En general, el gobierno de Kirchner ha buscado la polarización", dijo a SEMANA la analista Graciela Römer, para quien la pelea con la Iglesia "es el resultado de la necesidad de instalar una agenda progresista, por el debilitamiento del gobierno en los sectores medios, con vista a las próximas elecciones".

Para Römer, "hay que tener una mirada más general sobre el rol de la Iglesia en América Latina, que está teniendo una actividad muy importante, como en Venezuela y Cuba en estos momentos. En muchos países, la Iglesia viene perdiendo predicamento respecto de otras iglesias, como los evangélicos, que parecen más funcionales con los valores dominantes, son más pragmáticos", dice.

Esto se puede ver en el caso de Argentina, donde hay una importante penetración de otras iglesias y donde, tradicionalmente, si bien es un país católico, no existe el nivel de actividad religiosa que hay en el resto del continente.

La enconada respuesta eclesiástica obedece a que la propuesta de matrimonio gay "ha tocado el corazón de valores y principios que hacen al dogma, razón por la cual la reacción es apenas razonable. Va a suceder lo mismo cuando se trate el tema del aborto", continúa Römer.

Cuba: Iglesia y revolución

Para Cuba también fue una semana movida. En dos aviones provenientes de La Habana llegaron el martes al aeropuerto madrileño de Barajas los primeros siete de un total de 52 presos políticos que serán sacados de las cárceles cubanas gracias a las negociaciones entre la Iglesia católica y el gobierno de Raúl Castro, con el acompañamiento de la diplomacia española. La idea es liberar a los que quedan del grupo de los 75 procesados y condenados en la Primavera Negra de 2003 por delitos de opinión. Los sonrientes cubanos levantaron los brazos en señal de victoria frente al bombardeo de flashes. La escena se repitió el miércoles y el jueves, cuando se completaron diez liberaciones. Mientras tanto, en la isla el octogenario Fidel Castro hizo cuatro apariciones en ocho días, después de haber estado cuatro años sin dejarse ver en público.

El gobierno cubano ha liberado prisioneros políticos por razones tácticas durante décadas. La mayor liberación ocurrió en 1978, pero también fue muy sonada la de 1998, con ocasión de la histórica visita de Juan Pablo II. Esta vez, de nuevo, la Iglesia católica entró en la ecuación en un momento de gran expectativa de cambios. Lo que empezó como una protesta del cardenal Jaime Ortega por los actos de repudio contra las Damas de Blanco a las puertas de una iglesia, en abril, terminó en una operación humanitaria que, para los más optimistas, podría marcar un antes y un después. La puntada final se dio el 7 de julio, cuando el cardenal Ortega se sentó a la misma mesa con Raúl Castro y el canciller español, Miguel Ángel Moratinos. 

Hay interpretaciones para todos los gustos. Para algunos, la mediación católica podría ir más allá del tema de los presos de conciencia y abrir un nuevo horizonte político en la isla, incluso desatascar las relaciones con Estados Unidos, pues se supo que el cardenal Ortega viajó a Washington una semana antes de anunciar su acuerdo con el gobierno cubano, y que informó al gobierno estadounidense de las excarcelaciones. Vale la pena recordar que la Iglesia cubana es respetada entre la influyente comunidad de exiliados en Miami.

Otros piensan que las liberaciones solo ocurrieron por la presión internacional y por la huelga de hambre que sostuvo por 135 días Guillermo Fariñas. El profesor emérito de la London School of Economics y experto en el tema cubano Sebastián Balfour dijo a SEMANA que no cree que "este sea el principio de una nueva era, como aseguran los liberados. Tampoco se sabe si el revés que sufrirá el régimen castrista vendrá más bien por cuenta de los cruentos relatos de cautiverio que se están oyendo en boca de los liberados.  "Raúl no cree en Dios, pero sí cree en los curas. Para él, Dios es una abstracción incomprensible, mientras la Iglesia forma parte de la tangible realidad cubana. El cardenal Jaime Ortega, por su parte, no cree en el comunismo, pero sí cree en Raúl Castro. Supone que Raúl, al contrario de Fidel, sí desea sinceramente introducir cambios sustanciales en el país en el terreno social y económico -escribió Carlos Alberto Montaner, conocido crítico del régimen-. Raúl, que todavía no se atreve a dialogar con la oposición, por ahora necesita a la Iglesia. No es una mala decisión. Tal vez se acostumbre y la utilice para otros cambios en el futuro". 

Chávez contra los curas

En Venezuela, a pesar de que Hugo Chávez de niño fue monaguillo y se declara como un "hombre de fe", sus relaciones con la jerarquía católica no han sido fáciles. El cíclico enfrentamiento entre la Iglesia y el Presidente, quien acusa a algunos miembros del episcopado de haber avalado el fallido golpe de Estado de 2002, alcanzó nuevos niveles la semana pasada. El cardenal Jorge Urosa denunció hace pocos días ante el Vaticano que Venezuela va por el camino del socialismo marxista? a través de una serie de leyes inconstitucionales". Las palabras fueron inspiradas porque Chávez ha ido metiendo por la puerta de atrás varios de los cambios constitucionales que en 2007 le fueron negados por la vía del referendo.

El mandatario se armó de su filosa retórica para fustigar al cardenal y a la jerarquía católica. Se refirió a Urosa como un "troglodita", denunció que este pretende "erigirse como un poder estatal"e instó a la Fiscalía a investigar al religioso. "Si Cristo apareciera físicamente no tengo dudas de que los latiguearía", dijo el mandatario. El miércoles incluso la emprendió contra el papa Benedicto XVI, recalcando que él no es ningún embajador de Cristo en la tierra. Y ordenó a su canciller, Nicolás Maduro, revisar el convenio con la nunciatura apostólica.

A las quejas de Chávez no solo se han unido el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), desde donde se instó esta semana a los curas a "quitarse el disfraz y dedicarse a la política", sino también la Defensoría del Pueblo, el Tribunal Supremo de Justicia y la misma Fiscalía. El prelado, por su parte, reiteró su llamado a que en las próximas elecciones legislativas de septiembre la gente acuda a las urnas para inyectarle algo de pluralidad al actual Congreso, que calificó de "monocolor".

En opinión del director de Estudios Liberales de la Universidad Metropolitana de Caracas, Guillermo Aveledo, la Iglesia venezolana ostenta "autoridad moral"en la querella que sostiene con el gobierno de Chávez. El académico dijo a SEMANA que la Iglesia "nunca estuvo vinculada a gobiernos autoritarios, fue más bien partidaria del derrocamiento del último régimen militar, siempre fue muy crítica de los abusos contra los derechos humanos y la desigualdad, y tiene una enorme obra social que la hace relevante a los sectores populares". Por eso, dice, los ataques contra el clero pesan en la opinión pública y son un riesgo para Chávez. Sin embargo, sectores de oposición interpretan la andanada oficial como una nueva cortina de humo.

Argentina, Cuba y Venezuela no son los únicos países donde la Iglesia ha terminado por entrar en la arena política. En Nicaragua, la jerarquía le ha pedido al presidente Daniel Ortega, aparentemente deseoso de perpetuarse en el poder, que respete la Constitución. Y en Honduras todavía hay ecos de las críticas del cardenal Óscar Andrés Rodríguez al depuesto presidente Manuel Zelaya, en medio de la dilatada crisis política por cuenta de la expulsión del mandatario del país. Incluso, según el ex presidente Roberto Micheletti, el cardenal aparece en una "lista negra" de personas amenazadas de muerte.

Para Aveledo, es posible clasificar el rol histórico de la Iglesia en la agenda política latinoamericana en dos grandes categorías. Por un lado, hay una "ola conservadora" en la mayoría de países del continente. Serían los casos de Colombia, Chile y Argentina, en donde ha sido cercana a los círculos de poder. "En el caso cubano, en el venezolano y posiblemente en el caso también de Centroamérica -añade- el papel de la Iglesia, en cambio, ha estado ligado a la defensa de los derechos humanos y a las restauraciones democráticas de los años 70 y 80". Por supuesto, la Iglesia en Latinoamérica no es monolítica, y hay grandes diferencias de país a país. Pero sigue siendo muy influyente.