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EN RIO REVUELTO...

Si bien sobre el narcotráfico mexicano recaen las sospechas por el asesinato del secretario del PRI, de las dudas tampoco escapa el ala derechista de este partido.

31 de octubre de 1994

TODO PARECIA IR VIENTO en popa para el presidente saliente Carlos Salinas de Gortari, quien tras asegurar la continuidad de su proyecto de agresiva apertura económica en manos de su sucesor, Ernesto Zedillo, se enrumbaba a presidir la Organización Mundial de Comercio (OMC). El asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, uno de sus más íntimos colaboradores, y sin duda uno de los políticos reformadores más influyentes, marca ahora el fin trágico de los seis años de gobierno salinista.

Si bien las primeras investigaciones apuntan hacia un complot del narcotráfico, tampoco se ha descartado que el crimen sea consecuencia de las ansias reformistas de un sector de líderes del PRI, que a ojos del ala conservadora y extremista podrían representar un cierto e inminente peligro a la hegemonía que ha mantenido el partido a lo largo de 60 años. Una hegemonía que, como reconocen analistas de la política mexicana, ha hundido sus tentáculos en una burocracia corrupta y sin escrúpulos, que ahora se ha aliado con el emergente y creciente poder del narcotráfico en ese país.

Ruiz Massieu era, sin duda, una piedra en el zapato. Y no solo por las reformas estructurales que ya había anunciado para el PRI sino porque su hermano, Mario, había sido nombrado hace poco por Salinas como fiscal a cargo de la lucha contra las mafias de narcotraficantes. Y en tal condición, José Francisco era la víctima perfecta para vengar los recientes empeños del gobierno mexicano en la lucha contra los carteles de la droga.

Lo cierto es que este nuevo insuceso, que ocurre seis meses después del asesinato de Luis Donaldo Colosio, está evidenciando la debilidad del Estado mexicano para enfrentar los viejos problemas sociopolíticos del país. Y no solo en cuanto al manejo de la guerrilla zapatista, que cada día gana más apoyo en la opinión, sino en el control de las bandas de narcotraficantes, que parecen ganar más terreno. En todo ello sobresale una cruel paradoja: por haber desplazado al Ejército hacia el estado de Chiapas, donde se concentran las fuerzas rebeldes, se ha descuidado en forma alarmante la vigilancia en las regiones que controlan las mafias, entre ellas el estado norteño de California -en los alrededores de Tijuana- y la frontera con Estados Unidos.
Por el lado político, las cosas no son menos dramáticas. Desde su importante cargo de secretario general del PRI, Ruiz Massieu -conocido por su capacidad de concertación con otras fuerzas políticas- iba a protagonizar el debate político durante el próximo gobierno y, sobre todo, el rumbo de la reforma democrática. Su asesinato podría truncar el proyecto de reforma interna que el PRI había anunciado para "fortalecer a la organización y crear las condiciones del avance democrático del país". Ahora, las negociaciones se dificultarán con las otras fuerzas políticas que intentan asomarse al control del país, entre ellos el Partido de Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) que captaron el 45 por ciento de los votos en las pasadas elecciones presidenciales.-